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El hambre obliga a Venezuela a repensar su imaginario

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Domingo, Agosto 28, 2016 - 00:00
El hambre y la escasez obligan al venezolano a repensar su identidad histórica, después de un siglo cultivando la idea de pertenecer a un país rico con fuentes inagotables de petróleo y una envidiable movilidad social, advierte el novelista caraqueño Alberto Barrera Tyszka, premio Tusquets Editores de Novela por Patria o muerte (2015).
 
La desesperación de las madres que hacen filas por horas para irse con las manos vacías a la casa, o la de quien ve al cáncer devorar lentamente a un hijo por falta de medicinas, es «una cosa inédita en nuestro imaginario», alimentado por años de políticas rentistas que alcanzaron su clímax en la última década, cuando el costo del barril petrolero superó los 100 dólares.
 
Barrera Tyszka, escribió la novela Patria o muerte, motivado en la tensión de los meses previos al deceso del presidente Hugo Chávez (1954-2013). El novelista le explicó a la agencia Efe que considera que aunque la desigualdad y la pobreza inspiraron su llegada al poder, no existían entonces «estas imágenes de hambre, de gente pasando necesidad».
 
«Eso es una imagen de nosotros mismos que los venezolanos tenemos que procesar y eso apenas está empezando a suceder. Es una pobreza que no conocíamos», de cuyas consecuencias, empezando por la desnutrición, han alertado gremios médicos del país.
 
Barrera Tyszka, autor de la biografía Hugo Chávez sin uniforme, una historia personal, tiene su residencia actualmente en México, estuvo en Panamá para presentar Patria o muerte en la XII Feria Internacional del Libro, que concluyó el 21 de agosto con la participación de autores de 16 países de América y África, con EEUU como invitado especial.
 
Sobre el tema que aborda el novelista caraqueño  hay que señalar que según la encuestadora Datanális de Venezuela, el  desabastecimiento de alimentos y medicinas puede llegar hasta el 80% en ese país que tiene  las mayores reservas probadas de petróleo. Por su parte los  diputados opositores aseguran que 8 de 10 personas come una sola vez al día y el 40% de los niños sufre de algún tipo de desnutrición.
 
Para adquirir la canasta básica, dirigida al consumo de una familia de cinco miembros, se necesitaban 11,1 salarios mínimos hasta el pasado febrero, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), que indicó entonces que su precio había subido un 482 % en el último año.
 
Según el versátil académico y guionista de series de televisión Barrera Tyszka, es esta crisis económicala variable que «en gran parte va a definir todo», incluso la sostenibilidad del «mito» de Chávez, en una Venezuela en la que «imaginar el futuro ha sido la cosa más difícil. No hay nada que pueda funcionar como certeza».
 
«La imagen de Chávez era una promesa de prosperidad, él resucitó ese sueño de la riqueza», relata. «Pero una crisis económica como la actual pone a la gente a pensar en qué pasó, ¿fue todo una gran borrachera en la que nos metió este hombre?, porque estamos ahora en una resaca espantosa».
 
El novelista, licenciado en Letras, ve al chavismo como una iglesia sostenida por un tipo con carisma importante, «que logró tener una narrativa que la gente compró, porque su discurso —el de Chávez— estaba lleno de verdades, aunque él las manipulara, las trabajara. Él apeló a unas cosas que eran ciertas, a un país con unos problemas de desigualdad y pobreza tremendos, a una elite que no sabía leer la realidad».
 
«Curiosa o trágicamente estamos, 17 años después, con una elite que no sabe leer la realidad», lamenta. Y no es optimista, cree que las cosas pueden mantenerse como están, porque «lo único que nos ha demostrado la historia es que todo puede seguir y todo puede empeorar, y el chavismo sabe jugar al desgaste. Puede jugar al desgaste institucional y lo está haciendo, sin ningún escrúpulo, sin ningún problema».
 
La legitimación de la violencia y los tentáculos extendidos de las fuerzas armadas apartan a la Venezuela actual de un futuro estable. 
 
Alberto Barrera Tyszka, autor de la novela ‘Patria o muerte’, inspirada en la tensión que vivió Venezuela tras la muerte de Hugo Chávez.
 
ARMAS, MILITARES Y DEMOCRACIA
El escritor  venezolano le explicó también a la Agencia Efe que la violencia de los discursos políticos, arraigada en los ciudadanos por «la no aceptación del otro», plantea una alta talanquera para el país, que tuvo el siglo pasado una de las democracias más aceptables de la región.
 
Barrera Tyszka expresa este conflicto en los personajes de su obra Patria o muerte, son los hermanos Miguel y Antonio Sanabria, incapaces de relacionarse a plenitud por sus diferencias políticas, o Beatriz, la mujer de Miguel, que conjuraba la muerte de Chávez como la fórmula milagrosa para un país en crisis.
 
Y además de esta polarización, de la creencia en la justicia individual, están las armas. «¿Qué haces con las armas? ¿Qué haces con los militares? ¿Cómo los devuelves a los cuarteles? Eso es una pregunta clave en el futuro de Venezuela», sostiene.
 
El novelista y poeta, licenciado en Letras recuerda que en los 15 años de gobiernos de Hugo Chávez (1998-2013), se otorgó a las fuerzas armadas un protagonismo y una beligerancia única.
 
Se les dio poder sobre la vida civil, el desarrollo económico, la gestión pública, las empresas, dice. Además, se les multiplicó al punto de la «desproporción».
 
«Hay una nueva organización de la violencia», porque además están las milicias armadas creadas por el Gobierno y los grupos criminales como los que encabezan los «pranes», líderes de prisiones que prácticamente dirigen la política carcelaria y otras atrocidades, y «ponen en jaque al Estado».
 
«¿Cómo desactivas eso? La violencia que va desde el discurso, como hablan los políticos nuestros, hasta la violencia instalada, social y políticamente», se cuestiona.
 
Según cifras oficiales, Venezuela tiene una tasa de 58,1 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que en 2015 se tradujo en 17.778 muertos.
 
La organización no gubernamental Observatorio Venezolano de Violencia, por su parte, contabilizó ese año la cifra récord de 27.875 muertes violentas, lo que sube la tasa de criminalidad a 90 por cada 100.000 habitantes, una cifra inédita.
 
Mientras, la capital, Caracas, fue en 2015 la segunda ciudad más violenta del mundo, después de la hondureña San Pedro Sula, con una tasa de 119,87 homicidios, de acuerdo con la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
 
En medio de este escenario, los venezolanos se desconocen entre ellos mismos y niegan la existencia del «otro». Han cambiado a la elite sorda y ciega, y han convertido las diferencias en marcas de la bestia.
 
Barrera Tyszka pone la lupa en el humano para contar en Patria o muerte cómo estas violencias y el dolor definen a los venezolanos de distintos contextos.
 
Las familias del barrio, marginadas históricamente, llenas de las esperanzas de un líder y legitimadas en su modo de vida, que antes era denigrado, asqueado.
 
Los de clase alta, dolidos por la «revolución», víctimas pero a la a vez victimarios. Los niños, maltratados por el verbo abrasivo. El autor también delinea el amor por el caudillo, el carisma y la habilidad que hicieron a Chávez un redentor, y la fuente del desprecio por él y su política.
 
Fotografía del 17 de agosto de 2016, de personas haciendo fila para entrar en un supermercado en Caracas.
Elisa Vásquez
sumario: 
Según el novelista caraqueño Alberto Barrera Tyszka en la actualidad su país como sus ciudadanos están alineados por la violencia y el dolor.
No

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