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Barranquilla y su río

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Domingo, Diciembre 11, 2016 - 00:00
El río Magdalena no solo tuvo gran importancia en el país por su navegación, sino que fue ‘piedra angular’ en el crecimiento y desarrollo de Colombia. Por tal motivo es inaudito que por espacio de 70 años no se hayan tomado medidas para evitar que las industrias y diferentes empresas que existen a lo largo de su ribera, desde su nacimiento hasta la desembocadura en el mar Caribe, depositen directamente en él sus residuos químicos y sanitarios, convirtiendo en una cloaca un cuerpo de agua que fue parte integral del crecimiento de la República, y que atraviesa decenas de pueblos ribereños.
 
Factores como los derrames de petróleo, consecuencia de actos terroristas, y la creciente sedimentación –hecho que afectó gravemente a las empresas navieras de otrora y convirtieron en almas en pena a muchos pueblos ribereños–, sumados al perenne olvido del gobierno central parecían decretar la defunción de la arteria fluvial. Hoy, cuando se anuncia la recuperación de su navegabilidad, es urgente hacer un llamado al gobierno para que tome medidas que permitan que todas las industrias que desarrollan sus actividades a orillas del río destruyan, de manera técnica, sus residuos químicos.
 
Para nadie es un misterio que el desplazamiento de Barranquilla como primera ciudad del país obedece a factores como la pérdida de rumbo de una poco preparada clase política que no vislumbró el crecimiento de la ciudad. La consecuencia de esto, entre otras, fue el colapso total de los servicios básicos de la ciudad. Afortunadamente, de años para acá la ciudad parece vivir un renacer en el que otra atmósfera se respira. En una pasada visita a la ciudad encontré obras de amoblamiento urbano y un creciente ímpetu comercial e industrial. Proyectos como la canalización de los arroyos, la esperada modernización del aeropuerto, los proyectos del barrio La Loma, donde se espera funcionen oficinas gubernamentales y empresas que tendrán la ventaja competitiva de quedar muy cerca del Terminal Marítimo, se suman a la construcción del nuevo puente Pumarejo, que además de ser más ancho, tendrá un gálibo de 45 metros, con el cual se busca conjurar un problema de medio siglo que impidió que barcos de mayor altura pudieran navegar río adentro, poniéndole límites a la navegación fluvial. 
 
Quizás una de las obras que por su impacto paisajístico más gratamente me sorprendieron fue la construcción del malecón en el río Magdalena, que va desde los muelles del Terminal en dirección a Bocas de Ceniza. Hasta aquí, todo formidable, pero, regalo una idea, ¿por qué no proyectar la construcción de este malecón hasta Las Flores, y ojalá hasta el propio tajamar de Bocas de Ceniza? Una obra de esta envergadura permitiría un paseo turístico extraordinario en el que se podrían apreciar el paso de las embarcaciones que entran y salen por el gran río. Este malecón, adecuado con una ciclovía y un paseo peatonal, sería una obra única. 
 
Rodrigo Senior Blanco
sumario: 
Ideas para un renacimiento natural y paisajístico del río grande de los colombianos.
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