La cantante y actriz Saba Anglana nació en Mogadishu, capital de Somalia, al despuntar la década del 70, cuando Somalia estaba bajo el régimen del General Muhammad Siyad Barre. La madre de Anglana era hija de una exiliada somalí que vivía en Etiopía y su padre un excomandante del ejército italiano que se trasladó a Somalia después de la Segunda Guerra Mundial. En esa zona del continente africano los matrimonios mixtos no estaban permitidos y un aciago día de invierno, cuando la niña tenía 5 años, las autoridades obligaron a la familia a abandonar el territorio, exiliándose en Italia junto a su familia.
Gracias a su talento y a su exótica belleza, Saba Anglana se convirtió en uno de los rostros más reconocidos de la televisión italiana, pero sus raíces somalíes no dejaron de hacer eco en su interior. Anglana tomó la firme determinación de aprender su idioma natal y lo hizo bajo la tutoría de su madre. Así fue como terminó dominando el dialecto regional conocido como Xamar Weyne lo que a su vez la llevó a conectarse con la música nativa de su país de origen.
La cantante pasó la mayor parte de su infancia en Italia. Allí tomó conciencia de que había algo que no encajaba con su vida; revisando dentro de sí misma se encontró frente a su complejo problema de identidad, lo que la llevó a escuchar el llamado de sus ancestros. Entendió que la identidad no es algo con lo que se nace, sino que es una cuestión de crecimiento constante. “Mi música y yo hemos crecido juntas como buenas amigas que se ayudan entre ellas en el extraordinario juego de la vida”, afirma Saba.
En 2007 su álbum debut Jidka (The Line) capturó los sonidos tradicionales de su país en una combinación con nuevas sonoridades. El resultado fue una mezcla explosiva de sonidos nativos poblados de mucha percusión y beats electrónicos que trascendieron fronteras.
Una de las canciones de ese álbum se llama ‘I Sogni’ (Los sueños). La canción narra la historia de una mujer que dejó todo atrás para salir en búsqueda de nuevas oportunidades. Esta no es solo la historia de Saba que vive por fuera de su país natal, sino de millones de personas que al igual que ella han padecido el desarraigo y el desplazamiento forzado.
“Mi música, como algo multicultural y con muchas influencias distintas, es un vehículo para poder explorar no solo mi propia herencia mixta, sino también la de otros”, recalca Anglana, convencida de que gracias a la música ha desarrollado una particular conciencia que le ha permitido el retorno a sus raíces.
Su banda está compuesta por Martino Roberts (bajo) Cheikh Fall (kora, djembè) Tatè Nsongan (guitarra, percusiones), Salvio Vassallo (batería), una nómina de lujo con la que se ha presentado en más de 100 conciertos y en diferentes países. Gracias a la mágica alquimia de su espectáculo, ha conquistado escenarios importantes como el de NatGeo Music, durante la celebración del ‘Día de la Tierra’, evento en donde compartió escenario junto a Cesaria Evora. Asimismo se presentó en el escenario principal del Festival Italia Love Wave; El Auditorio Flog en Florencia para el Festival Música dei Popoli y El Festival Internacional de Hammamet, entre otros.
En 2009 Saba Anglana viaja a Addis Abeba junto a su productor y coautor, Fabio Barovero, para hacer trabajo de campo en la capital de Etiopía, donde abundan estilos musicales del Cuerno de África. Así conocieron a algunos músicos etíopes tradicionales y contemporáneos con los que alcanzaron a dejar un registro sonoro para la posteridad, los maestros Endale Abate, Belay Alemayehu, Binyam Berhanu, y otros artistas que tocan instrumentos tradicionales como krar, washinti y masinko, hicieron parte de su álbum Biyo, estrenado en 2010.
Biyo, el título del disco, es una palabra somalí que tiene similitudes fonéticas con el antiguo término griego Bios: “vida”, y su significado en somalí es “agua”. Una asonancia simbólica entre la vida y el agua, inspirada en las distintas canciones que componen esta obra musical.
Su voz también se ha destacado en la radio italiana, en donde ha tenido la oportunidad de presentar varios programas. Como artista integral, Saba Anglana también ha incursionado en las artes escénicas. Es activista e impulsa diversas causas sociales y humanitarias. En la voz de Anglana cohabitan el amor, la vida, sus raíces, el mundo y la preocupación por la preservación de los recursos naturales del planeta.
Anglana vive enamorada de esa particular reacción de la audiencia cuando recibe la descarga de su especial propuesta sonora, sobre todo cuando existe una marcada diferencia geográfica y/o cultural, lo que considera una experiencia desafiante. “Me encantaría que el público se convirtiera en mi ‘compañero de viaje’ en este doble camino de empatía y descubrimiento recíproco”, dice la artista somalí y explica que sería capaz de “tomar a la gente por las manos e invitarla a cruzar un mundo hecho por otros idiomas, ritmos, sonidos e historias de lugares lejanos”.
Para la undécima versión del Carnaval Internacional de las Artes espera transmitir un mensaje concreto, que expresó brevemente: “Las similitudes son más que las diferencias si se tienen en cuenta los sentimientos, sueños y deseos”.
Es su primera vez en La Arenosa, y Saba siente que “Barranquilla y su vibrante Carnaval de las Artes tienen el espíritu correcto y magnífico para llenar el aire de curiosidad y afecto”.
Barranquilla será testigo de un particular encuentro entre tambores ancestrales, sonidos electrónicos y contemporáneos, de una especial mixtura entre lo antiguo y lo moderno, en donde los sonidos somalíes recorrerán un largo camino para encontrarse con otras mezclas, con otros tambores y sonidos que también cuentan su propia historia de viajes y abandonos, de alegrías y desengaños, tambores con un especial sabor
a río y mar.
Valeria Fuenmayor: periodista barranquillera.