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Aníbal Velásquez, el genio tropical que derrotó la ‘payola’

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Domingo, Mayo 14, 2017 - 12:54
Aníbal Velásquez tiene la fama y el prestigio de un músico fértil, completo, dinámico, de gran carisma y de interminable vigencia. El extenso camino que ha recorrido durante décadas da fe de ello.
Su abundante repertorio de canciones pegajosas, amenizadas con las inconfundibles notas de su acordeón –su fiel instrumento de batalla– ha sido disfrutado y bailado con frenético entusiasmo por los melómanos de Colombia y el exterior en los últimos 60 años.
 
El turco perro, Guaracha en España, La brujita, Mambo loco, El rayador, Déjala que sufra, Mejor para ti, El perro de Juanita, Alicia la flaca, Un poquito de cariño, Cinco pa’ las 12 y El profesor zorro son apenas algunos títulos de las decenas de canciones, suyas y de otros compositores, que estacionaron en el tiempo su voz y las notas de su acordeón, y que desde su aparición no paran de sonar. Son piezas que no lo dejan pasar de moda, lo mantienen activo, con protagonismo único, en los sitios de preferencia del gusto popular donde la nostalgia tiene su imperio indestronable.
 
«Todo obedece a que mi música tiene un swing particular, un ‘sucundún’ que contagia. Mi música se vende sola. Yo no necesito pagar ‘payola’ para que mis canciones sean programadas en la radio. Sencillamente gustan por mi manera de cantar, de tocar el acordeón, por la armonía de mi conjunto y ya», me dijo Aníbal Velásquez cuando le dábamos los retoques a su biografía, El Mago del Acordeón, que fue publicada en 2012 por el sello editorial La Iguana Ciega.
 
Precisamente, por su extensa obra y por ese ‘sucundún’, vocablo que no está en el Diccionario de la Real Academia Española, pero que Aníbal emplea para autodefinir su propuesta artística, el bigotudo acordeonero será el gran homenajeado en el VI Encuentro Nacional de Investigadores de Música Vallenata, que se llevará a cabo del 25 al 27 de mayo en Valledupar.
 
«Es un reconocimiento que me enaltece y me emociona. Soy un convencido de que los homenajes deben hacerse en vida y estando uno lúcido y activo», sentencia Aníbal.
 
El evento, con tributo incluido, es organizado por la Universidad Popular del Cesar (UPC) y el Grupo de investigación La piedra en el zapato, bajo la coordinación del docente y escritor Jaime Maestre Aponte.
 
En el evento también será homenajeado el hermano menor de Aníbal, José ‘Cheíto’ Velásquez, cuyo aporte al folclor costeño ha sido determinante como cajero, guacharaquero, cantante y compositor.
 
«Mi hermano ‘Cheíto’ ha sido pieza fundamental en el éxito de mi carrera. No se puede hablar de Aníbal Velásquez sin hacer referencia a él», anota Aníbal, cuyo remoquete ‘El Mago del Acordeón’ se lo puso el legendario
Luis Enrique Martínez, tras quedar maravillado con la rapidez impresionante de sus dedos mientras lo observaba a través del amplio cristal de los estudios de grabación de Discos Curro, en Cartagena.
 
«Tú eres un mago tocando el acordeón. De ahora en adelante te diré ‘El Mago del Acordeón’. Así te quedarás», recuerda Aníbal que le dijo ‘El Pollo Vallenato’. Y así se quedó, en efecto.
 
Aníbal Velásquez Hurtado nació el 3 de junio de 1936 en Barranquilla, lo que indica que dentro de pocos días celebrará su cumpleaños número 81.
 
«Ya voy rumbo al noveno piso, pero me siento como un joven de 28. Para ello no tengo ningún secreto. Como pescado, consumo abundante agua y ando siempre sonriente, feliz», afirma Aníbal, quien vive con su esposa Julieta Peinado Mendoza, a la que él llama con cariño Julita, una mujer de baja estatura, taciturna y que aún conserva rasgos de la belleza de sus años de juventud.
 
Al escuchar los cantos de Aníbal Velásquez, al melómano no le queda más que dejarse seducir por su sabor y buscar pista para bailar o, en el peor de los casos, taconear en solitario al compás del ‘resongar’ de su acordeón.
 
Entre los principales aportes que Aníbal Velásquez le dio a la música popular del Caribe colombiano se cuenta la capacidad del artista de incorporar al pentagrama nacional toda suerte de ritmos locales, regionales, nacionales e internacionales, en un estilo propio que se inventó y denominó ‘guaracha’. Pero como él bien lo explica, la guaracha suya era 
diferente a la cubana, también alegre y 
bailable, que después evolucionaría y 
recibiría el nombre de ‘salsa’.
 
La propuesta de Aníbal era una genuina novedad y jamás había sido tocada en nuestro medio. Y fue ese su principal aporte: haber creado una expresión generadora de música que le daría una nueva visión rítmica y melódica al acordeón, ese instrumento menospreciado por la alta sociedad de la época debido a su naturaleza provinciana, agreste. El sonido de Aníbal fue más urbano, abriendo el acordeón al baile, por contraposición a la escuela vallenata, cuyas canciones en primera instancia fueron concebidas solo para ser escuchadas.
 
Con desparpajo, sin respetar etiquetas y teniendo en cuenta a los defensores de la diversidad en lo que respecta a la música de acordeón, Aníbal demostró que ese instrumento podía producir música diferente al paseo, al son, al merengue, a la puya y a la cumbia. «Lo que se toca con acordeón también es digno de ser aceptado en todas las clases sociales», fue la consigna cumplida por el gran Aníbal Velásquez y la que hoy le garantiza sitial de honor en la galería de los grandes exponentes de la música popular de este país. 
 
Fausto Pérez Villarreal
sumario: 
Semblanza mínima del vanguardista del acordeón.
No

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