
Si se desea explicar cómo empezó la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano –FNPI–, Gabriel García Márquez es el punto de partida. Su director general desde que se inició, Jaime Abello Banfi, contó que esta historia se remonta a la obsesión de Gabo por tener un periódico propio. «Desde que me inicié como reportero, con una terquedad enfermiza, he soñado con hacer un periódico. No quiero que se me recuerde por Cien años de soledad, ni por lo del Premio Nobel, sino por el periódico. Nací periodista y hoy me siento más reportero que nunca. Lo llevo en la sangre, me tira. Además, quiero que hagamos el mejor diario de América Latina, el mejor informado, el más veraz, el más exacto. Que nunca nos rectifiquen», escribió, justo en ese sentido, García Márquez.
Entre los años 82 y 83, Gabo se empeñó en lograr tener su propio periódico e intentó crear el diario El Otro, en Medellín, en una alianza con personas que trabajaban en El Mundo, medio dirigido en ese momento por Darío Arizmendi. El proyecto avanzó, había contratado consultores, formado un equipo de trabajo, pero al final no se hizo. Sin embargo, dentro de García Márquez seguía latente la necesidad de, si bien no hacer, ayudar a que se hiciera «el mejor periodismo del mundo».
Un cúmulo de circunstancias
En 1993, mientras Abello Banfi era gerente de Telecaribe, recibió una llamada de Gabo que terminó en una reunión de ambos en el Club ABC. Durante el encuentro, García Márquez le contó sobre esos talleres que venían dando vueltas en su cabeza hace tiempo. «Le pregunté en qué podía ayudar yo y me dijo que en pensar en eso. Y efectivamente le eché cabeza y nos volvimos a reunir un par de meses después y de ahí surgió un proceso de planeación que vinimos a hablar en el año 94, que culminó con la creación de la fundación», relató Abello Banfi.
Para ese tiempo dentro de la vida de García Márquez había varias situaciones que conjugaban y fueron propicias para el nacimiento de la FNPI. Una de ellas es que Gabo había quedado con «esa espinita de hacer el mejor periodismo del mundo» y se dio cuenta de que si bien no podría ser por medio de un proyecto propio, quería crear unos talleres que lo impulsaran. «Él también había empezado a escribir desde el año 86 su experiencia en talleres con la creación de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños», precisó el director general de la FNPI.
Por otro lado, hacía parte de la Comisión de Ciencia, Educación y Desarrollo, conocida como la Comisión de Sabios, creada por el presidente César Gaviria, en la que hizo dos ensayos que son ampliamente reconocidos: Manual para ser niño y Por un país al alcance de los niños, que resumen la posición que tenía frente a temas como las votaciones tempranas, el método de los talleres, etc. Al mismo tiempo, García Márquez estaba volviendo al periodismo y había empezado a realizar las entrevistas y la investigación para hacer lo que sería su gran obra periodística: Noticia de un secuestro.
Por último, él estaba construyendo una casa en Cartagena y quería mantener un proyecto desde el Caribe. «Todas esas cosas que pasaban incidieron, creo, en que decidiera comprometerse a fondo en la idea de los talleres, y se creó la fundación», concluyó Abello Banfi.
El autor de El amor en los tiempos del cólera alcanzó a asistir a varios de los talleres, incluyendo el primero, que se llevó a cabo en ‹Villa Heraldo›, inmueble ubicado en la carrera 54 con 66, en donde quedaba tiempo atrás la casa de los Mancini, posteriormente de Juan B. Fernández Renowitzky, director del periódico EL HERALDO. Este primer encuentro fue dirigido personalmente por Gabo.
«No basta ser bueno,
sino que se sepa»
A medida que pasaba el tiempo y los talleres iban creciendo y el proyecto de la fundación evolucionando, la posibilidad de establecer un premio se encontraba latente entre sus hacedores. La alianza con una importante firma mexicana –con presencia en Colombia– de la industria de la construcción fue la que materializó la creación de los galardones.
«La frase que Gabo dio como lema es ‹no basta ser bueno, sino que se sepa›. Y es que él sabía que los premios son claves para el periodismo, porque el oficio siempre se hace en contextos complicados, muchas veces está mal remunerado o es un trabajo precario o está dentro de ciertos riesgos, se hace contra el tiempo, con pocos recursos y la idea, digamos, es estimular el buen periodismo, reconocerlo y premiarlo. Además se termina convirtiendo en un espacio de intercambio para generar referentes y para crear comunidades de aprendizaje», precisó Jaime Abello.
En un principio el premio tenía el mismo nombre de la fundación: Nuevo Periodismo Iberoamericano. El convenio con la empresa lo firmaron en 2000 y en 2002 hicieron la primera entrega, que se realizó en Monterrey ininterrumpidamente hasta 2010. Recuerda Banfi que uno de los momentos más emocionantes que tenía el evento era una sesión en la que cada finalista exponía su trabajo y contaba cómo lo había realizado. «Eran maravillosas. Gabo estuvo en todas, a excepción de dos, y le encantaba preguntar, que le contaran los detalles y escarbar sobre las dudas éticas y técnicas que tenían los temas».
Al paso de unos años cayeron en cuenta que había un problema con la forma en la que hacían la premiación, puesto que era un evento privado en el que solo participaban los invitados y los finalistas. Entrado 2010, el premio se tuvo que suspender, dado que Monterrey atravesaba por una situación adversa de seguridad y la empresa que venía apoyando los galardones tuvo que hacer recortes en consecuencia a la crisis económica generalizada que se vivía en México.
Un evento de ciudad
Con la nueva situación emprendieron la búsqueda de nuevos aliados que terminó en una alianza con la ciudad de Medellín. Entrar a Colombia les hizo tomar nuevas determinaciones, una de ellas que el premio pasaría de llamarse Nuevo Periodismo a Gabriel García Márquez, autorizado por él mismo. Otro de los cambios que hicieron fue el de rediseñar por completo las categorías, en una decisión que tomó el Consejo Rector. Ya no se entregarían premios, como lo hacían, según el tipo de medio de difusión (radio, televisión, prensa o internet), sino que se crearon nuevas modalidades donde se reconocerían méritos como la innovación, sin importar en qué plataforma estuviese montado el trabajo.
En ese sentido, quizás el cambio más notable que realizaron fue cambiar el carácter privado del evento y convertirlo en un evento público de cara a la ciudad, determinación que se dio en gran medida a la tradición que existe en Medellín de realizar eventos públicos financiados a través de alianzas público-privadas.
«Desde el primer año esos premios fueron la presentación de los finalistas, discusiones sobre periodismo y temas relacionados con Gabo, y fue un éxito», manifestó Abello Banfi. Este evento se realizará este año entre el 28 y 30 de septiembre.
El evento es un circuito en el que se realizarán más de 45 actividades gratuitas en distintos espacios de Medellín, contando con el Jardín Botánico como escenario principal. Contará con más de 80 invitados, entre quienes se encuentran Joe Sacco, caricaturista que ha contado los conflictos de Medio Oriente a través de historietas periodísticas; Gilad Lotan, jefe del equipo científico de datos de BuzzFeed; Tatiana Huezo, documentalista ganadora del Premio Fénix de Cine Iberoamericano; María Hinojosa, reportera y directora de varios programas de NPR y PBS; Guadalupe Nettel, ganadora del Premio Herralde de Novela en 2014, y Federico Ríos, fotoperiodista colombiano especializado en asuntos sociales de América Latina.
Abello Banfi concluyó diciendo que, lo que se ha logrado con el proyecto es «un artefacto cultural muy singular, porque es un encuentro del periodismo con la ciudadanía en diálogo con la cultura y la tecnología, en donde se hacen conciertos, exposiciones, proyecciones de documentales, libros recomendados, bases, charlas y todo eso inspirado por Gabo, tomándolo como un punto de partida y no de llegada».