
Si algo hay para celebrar a nivel cultural en nuestra Región Caribe es el crecimiento de la escena musical independiente durante esta última década. Y es que podríamos decir que se está viviendo una era dorada de las propuestas de fusión tropical cultivadas a nivel local que luego son exportadas vía internet a oyentes de todas las latitudes. El caso insigne (e indiscutible) sigue siendo el de Bomba Estéreo, agrupación que a la fecha ha recorrido prácticamente el mundo entero y hasta tiene una canción con Will Smith. Podríamos entonces atrevernos a afirmar que el boom de la música indie costeña es comparable en cierta medida al fenómeno de la Tropicália que impuso y llevó tan lejos la influencia de la música brasilera durante los años 60, y que fue liderado por artistas como Caetano Veloso, Gal Costa y Os Mutantes que, inspirados en el fado, la samba y demás ritmos cariocas, lograron mezclarlos con el rock y la bossa nova logrando globalizar su sonido.
Pero más allá del ejemplo del éxito de Bomba Estéreo, y porque precisamente este texto busca resaltar otros grupos con enorme potencial de proyección internacional, pasaremos a destacar la trayectoria de Colectro, grupo que acaba de ser nominado al Grammy Latino por su álbum Coletera, lanzado el año pasado de la mano de Tambora Records. Resulta necesario reconocer que desde el momento mismo en que escogieron nombre para su banda, estos chicos decidieron reivindicar y resignificar terminología propia de la jerga barranquillera y el estilo de vida ameno propio de esta región. Partiendo de su particular alineación instrumental, que incluye dos bajos, se abocaron a construir nuevas cadencias para narrar historias de la cotidianidad de la juventud caribeña. En sus letras nunca falta el sentido del humor y el optimismo, e incluso la portada de su mencionado disco rememora tipografías propias de los picós y las verbenas. Acerca del proceso creativo detrás de Coletera, ellos mismos cuentan que un disparador importante fue la nostalgia de haber pasado tantos años en Bogotá, lejos de la tierra donde crecieron. Sin dudas, la expectativa generada por su nominación a los Grammy es motivo de orgullo para quienes hemos sido testigos de cómo labraron su carrera con pasión y tesón durante casi 15 años.
Otro de los grandes abanderados de este movimiento de música caribe independiente es Systema Solar, colectivo sonoro-visual formado en Santa Marta, cuya segunda producción Rumbo a Tierra fue destacada por medios como The New York Times a los pocos meses de su presentación. Con un discurso emancipador, en el que prepondera la lucha por la dignidad de la condición humana y su libertad por encima de cualquier asunto material, han conquistado miles de seguidores en diversos países. Y es que canciones suyas como Somos la tierra llevan un mensaje ambiental, al tiempo que incitan a bailar; asimismo, Tumbamurallas es un himno, una descarga de energía, cánticos africanos y coros envalentonados, y con Yo voy ganao –cuyo videoclip oficial cuenta con casi 7 millones de visitas en Youtube– el resonar de la flauta de millo es protagonista, mientras que se celebran pequeñas grandes cosas que son únicas, propias de nuestra idiosincrasia, como la gastronomía local. Systema Solar busca –y consigue– enaltecer a través de sus creaciones el disfrute de una vida natural y sencilla, alejada del afán por el consumo y los lujos. Cuenta con una ‹videología› memorable, filmada casi en su totalidad en paisajes locales como Taganga y poblaciones cercanas, cada pieza visual suya es una apoteosis popular donde no solo participan bailarines y actores profesionales, sino personas de todas las edades y procedencias.
Sin pretender demeritar el trabajo de otros artistas relacionados provenientes de la Costa Atlántica, podríamos sentenciar que los anteriormente mencionados vienen a ser los que tienen un mejor posicionamiento y una mayor popularidad, conseguida con mucho esfuerzo, fieles a sus raíces y estilo, sin dejarse manipular por las pretensiones comerciales de grandes empresas discográficas.
En cualquier caso, también se encuentra en ascenso una camada de talentosos músicos que ya empiezan a establecer su nombre en la escena, como es el caso de Tubará, grupo que mezcla sonidos propios del jazz y el reggae, aunque edulcorados con un ukelele y la agraciada voz de Paola Severino. Resulta encantador el entregado romanticismo de canciones suyas como Te encontré, a su vez que hay crítica a la violencia social y un clamor por la paz en otros temas como Dicen. Su trabajo comienza a traspasar fronteras, y una muestra de ello es su reciente gira por México.
Dentro de esa misma línea, Mulato Bantú, nacido como septeto, aunque también tocan en formato trío, es un proyecto folk afrolatino fichado por el sello Ultraloide, liderado por Randy Zimmerman y surgido en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, que ha dado de qué hablar en festivales como Barranquijazz. Su disco debut Caribe negroide está plagado de temas de amor que narran la conexión con nuestros antepasados, como Catalina, que recuerda la leyenda del Moán entrelazada con la historia de una joven campesina; de igual forma en Mar adentro y Tejedora se rinde culto a los ancestros. Asociados también con el mismo sello discográfico alternativo, encontramos a Tropickup con su disco La rumba me llama, lanzado el año pasado. Si bien su sonido es más espacial, casi en su totalidad electrónico, ostenta un talante rumbero, inspirado en la champeta y el calypso. De su álbum destacan cortes como Ojos rojos y El diablo, este último habla de un personaje disfrazado en carnaval. Además, con cierta frescura y desparpajo le dedican luego otra canción a los arroyos que se forman en algunas calles cuando hay fuertes lluvias en Barranquilla.
Para cerrar este breve catálogo de exponentes, nombramos a Bozá, banda que con lemas como el de «hacer una revolución gaitera», y con su formación que incluye precisamente dos gaitas, guitarra y batería, se ha ganado un lugar propio en la movida. Para conocerlos más a fondo, recomendamos escuchar su debut Rumor de gaita, publicado en 2016, y estar atentos al video de En la juega, filmado en las calles de la Arenosa con participación espontánea de los vecinos de algunos barrios.
Tras realizar este recorrido por las proezas de músicos que se atreven a pensar un Caribe distinto, sin dejar de destacar la belleza natural y la magia de nuestros paisajes y abogando por su conservación en sus canciones; sin perder de vista, asimismo, la alegría y nobleza de nuestra gente, no cuesta tanto creer que el legado cultural del mestizaje tiene un enorme valor y que el mundo está empezando a poner los ojos en él para nutrirse de su riqueza. Es por ello que lo mínimo que podemos hacer por estos artistas es admirar su independencia, abrir los oídos a sus creaciones y apoyarlos para que esta crecida de la ola de talentos locales no pare.