Quantcast
Viewing all articles
Browse latest Browse all 761

Librerías de viejo

Domingo, Noviembre 26, 2017 - 00:00

¿Dónde hay librerías de viejo en esta ciudad?» Me preguntó el profesor argentino. Habíamos estado oyendo las conferencias sobre la revolución rusa en la Universidad del Norte. Supongo que al verme bajo el brazo La tragedia de España de Indalecio Prieto, libro editado por la editorial Claridad en 1939, pensaría que lo había comprado en alguna de las librerías en la ciudad.

En el encuentro habíamos oído, entre otras, la magnífica conferencia del profesor alemán Walter Bernecker sobre el papel del partido comunista en la guerra civil española. Al terminar la exposición salí con el profesor de apellido Voynich a visitar librerías. Insistía en buscar curiosidades, libros extraños y algún tesoro bibliográfico. Le insistí que eso aquí era imposible pues esta era una ciudad que había estado interesada en su historia y en las letras de cambio, más que en las literarias. Bajamos no obstante a buscar libros de segunda, a encontrar algún tesoro. Ya para ese instante nos habíamos enfrascado en el caso Voynich, me dijo que no sabía si tenía algún parentesco con el que había hecho famoso su apellido. De todos modos el ‹manuscrito Voynich› encontrado en un monasterio italiano que resultó intraducible pues está escrito en un idioma desconocido, todavía sigue siendo un tema de discusión y reflexiones. Por lo pronto está en la biblioteca de la Universidad de Yale, en la sección de manuscritos y libros raros, y se le anota al pie del estante como manuscrito cifrado y texto científico o mágico en una lengua desconocida.

No quise del todo quedar en blanco y le conté que alguna vez había encontrado en una librería ‹de los agachates del paseo Bolívar› (tuve que explicarle la expresión) el libro la sociedad japonesa de Andrés Bellessort que había sido vendido en la Librería Selecta de Barranquilla, establecida en 1905 según el sello que tenía. Quiero decir que en Barranquilla también, en algún momento, tuvimos ese tipo de librerías de libros viejos. La historia de la compra de ese tesoro terminó en forma triste pues perdí el libro en un taxi.

Las librerías más famosas en la historia de la ciudad han sido la Librería Rendón, en donde se reunía el Grupo de Barranquilla, pero este sitio se caracterizaba por tener los últimos libros que se estaban publicando en Buenos Aires y no libros viejos. Así fue como Borges, en los cuarentas, llegó primero a Barranquilla que a Bogotá.

Infortunadamente otra librería, la de don Ramón, terminó con el suicidio de su dueño. Allí era posible  encontrar algunas ediciones viejas, pero no exactamente tesoros bibliográficos.

La Librería Nacional de Barranquilla fue la primera de todo el país, fundada por el señor Ordoñez, que había vivido mucho tiempo en Cuba antes de instalarse aquí. Durante décadas, esa librería situada en veinte de julio fue el epicentro de la vida cultural de la ciudad.

Después de haber visto todas las librerías posibles en la ciudad, ya cansados nos sentamos a tomar un aromático café cerca a la plaza de San Nicolás, y le pregunté cómo era posible que en Buenos Aires se hubiera encontrado un manuscrito del siglo IV como lo era la carta de Flora Emilia a Aurelio Agustín, o sea una carta de la mujer de San Agustín a éste, antes de que tomara los hábitos. Él me contestó en forma corta y contundente: «En Buenos Aires es posible encontrar cualquier cosa que se busque».

Nos despedimos; viajaba el día siguiente hacia el sur, y confieso que le envidié pues iba al paraíso de las librerías de viejo. 

Ramón Illán Bacca
sumario: 
Puntos de Bizca
No

Viewing all articles
Browse latest Browse all 761

Trending Articles