Luego de su debut con Una judía americana perdida en Israel, Sarah Glidden presenta Rolling Blackouts, un reportaje en cómic traducido al español como Oscuridades programadas, una serie de crónicas en Turquía, Siria e Iraq.
Estas crónicas son el resultado de la experiencia en compañía de los periodistas del colectivo Seattle Globalist, un equipo de reporteros independientes. En ellas fusiona la investigación sobre las vidas de los refugiados iraquíes con una profunda mirada sobre el periodismo, por lo que se podría decir que este libro de cómic se compone de reportaje, memoria, y reflexión sobre la ética periodística. Es un trabajo que intenta dar repuesta al por qué de un oficio desacreditado. Un libro sobre periodismo, esa fue la idea que Glidden tuvo clara desde el principio; hacer un cómic sobre cómo funciona el oficio y el trabajo de la profesión en tiempos conflictivos y desechables, un viaje que en el que se pregunta de principio a fin: ¿Qué es el periodismo? ¿Para qué se hace? ¿Cómo se propagan las historias? ¿Cuándo se confunden la memoria y la verdad? Estas preguntas se entrelazan, además, con las dificultades para ejercer el periodismo de forma independiente.
Glidden invirtió mucho tiempo para llegar a este resultado final; trascribió gran cantidad de información, buscó un enfoque, organizó un guion que no dejara de lado el significado y el contexto de la información captada. Si a esto sumamos que la autora dibujó y entintó cada página, advertimos un trabajo de largo aliento que vira entre el ensayo y el reportaje.
En 2011 se desarrolló el viaje que documentaría la obra de Glidden. En ese tiempo el equipo del Seattle Globalist iniciaba un proyecto por diferentes regiones de oriente próximo; en Van (Turquía), en el Kurdistán iraquí y Damasco. Cada una de estas regiones con problemas distintos, producto de las intervenciones militares de principios de 2000; historias de civiles iraquíes refugiados en Siria que intentaban buscar un futuro –aunque como se sabe, Siria pasaría a ser destruido unos años después– en ese momento la guerra civil en ese país no había comenzado y Damasco se apreciaba como un lugar seguro y acogedor para los miles de desplazados. Oscuridades programadas conecta además con los reportajes hechos por los periodistas del Globalist, ya que el lector puede transitar entre las costuras de la reportería que nos muestra el cómic y el resultado final.
Además de buscar historias, los periodistas del Seattle Globalist invitaron al joven soldado y bloguero Dan Obrien, veterano de la intervención a Iraq. Obrien es otra voz que aparece en las crónicas; un exmarine que vuelve al territorio, aportando otro matiz a las historias contadas desde la visión de un soldado, que si bien estaba en contra de la intervención, decidió enlistarse. La presencia de Obrien resulta conflictiva; es un veterano de guerra empotrado en un equipo de periodistas alternativos, donde además de ser entrevistado, va agregando una voz disonante a la conversación establecida por sus compañeros.
A pesar de que el panorama cambió de forma drástica desde los tiempos del viaje hasta la actualidad, el libro de Glidden deja ver la fractura de la región que en los últimos años se potenció; es el boceto de un programa oscuro que viven millones de personas. Este cómic es un libro denso, con incontables horas de entrevistas dibujadas que no ocultan detalles, construido tomando como base los testimonios, conversaciones y realidades de los refugiados.
En los últimos años, han aparecido diversos ejemplos de cómic como medio para el periodismo, desde los conocidos trabajos de Joe Sacco, Dan Archer y Guy Delisle, hasta los recientes aportes de Susie Clage. Entre las referencias, es importante resaltar lo hecho por Glidden, quien a pesar de no tener una educación formal en periodismo, derivó en el trabajo de cómic periodístico. Todo ello producto de la lectura de cómics de no ficción como lo son Maus de Art Spiegleman, Persépolis de Marjane Satrapi y mucho del trabajo de Joe Sacco; maestro e inspiración del periodismo gráfico.
Glidden entrega un estilo propio, haciendo uso de acuarelas suaves y una sobria expresión, sencilla y específica, donde va hilando las entrevistas y testimonios sobre los conflictos, las experiencias narradas y las costuras de un reportaje. Haciendo uso del tono fresco y accesible de un cómic, un medio efectivo para que el lector pueda sumergirse en los detalles, en la recreación de pinturas y lugares.
Con un trabajo más depurado respecto al primero, en esta nueva obra Glidden perfecciona sus narraciones, en las que además su voz pasa a ser una reflexión constante sobre el oficio del periodismo en la actualidad; la autogestión y el declive del periodismo de escritorio, la búsqueda del trabajo e información de forma independiente, que supone grandes dificultades hoy en día, debido a los profundos cambios que atraviesa el oficio y la inestabilidad para sacar adelante los proyectos. Todo ello sin mencionar los riesgos de trabajar en zonas de conflicto. El trabajo de Glidden, extenso y ambicioso, trata de dar luz a la forma de hacer periodismo hoy.