Él la miraba fijamente, sus ojos atestiguaban el martirio. No trató de contenerse, sencillamente no era capaz. Dejó caer unas palabras, muy pocas, tratando de reducir la magnitud de su suplicio:
—No seas así…
Ella, que hasta entonces se había mostrado indiferente, dejó de mirarlo a través del espejo. Se dio la vuelta y caminó hacia él, contoneando las caderas a la par de su mirada, sumando los pasos cuidadosamente, como si le coqueteara a cada centímetro del suelo. Su objetivo era claro: quería ampliar la tortura, demostrar que ella había ganado.
Se acercaron, se tomaron de las manos, desaparecieron sus respectivas defensas, se conquistaron de nuevo.
Se miraban tan fijamente, que por un momento olvidé que eran casi unos niños. Entonces se escucha un ruido, tras él aparece una chica. A primera vista parece de la misma edad que ellos, pero sus pasos tienen el peso de la autoridad. Parece que además de luchar contra ellos mismos, tendrán que oponerse a un tercero.
Necesito que articules mejor y hables más fuerte, que te entregues más. En esta escena tienen que reflejar pasión, expresar más el romance de los dos, y tú te estás quedando corto…
Todo hace parte del ensayo de una representación teatral titulada “Pelea con palabras bonitas”, preparada por un equipo de actores en el que ninguno suma la mayoría de edad. La dirección y la producción es de Paola Serrano y Liz Calvo, un par de chicas que corren hacia todos lados, y que si bien exudan experiencia y profesionalismo, no superan los 25 años. Esta presentación hizo parte de los eventos programados por la Fundación Cofradía teatral, organizadora de Enitbar, como preludio del festejo que por estos días tienen en Barranquilla, la décima edición del Encuentro Internacional de Teatro de Barranquilla.
Durante la presentación, las miradas se afincan en la figura de la protagonista. Logra apropiarse tanto del papel, que transmite una ilusión de experticia que no encaja con su físico de adolescente. Tiene 17 años, se llama Delay Upegui y acaba de terminar el colegio. Su primer acercamiento con el teatro fue a través de las jornadas artísticas de la fundación CofradíaTeatral tres años atrás. Delay es una de las jóvenes que ha sido beneficiada por el programa “Crea, Imagina, lee, escribe y convive por medio de la interdisciplinariedad de las artes escénicas”. Un proyecto que la fundación adelanta con los jóvenes del barrio Primero de Mayo desde hace cinco años, y que pretende explorar el talento artístico de los jóvenes con el fin de que puedan capitalizarlo y con ello desarrollar procesos de empoderamiento y emprendimiento. Ella es además una de las presentadoras de las funciones del Encuentro Internacional de Teatro de Barranquilla.
Para Paola Puello, codirectora del encuentro, este proceso es trascendental, ya que se constituye en un semillero, «una garantía de la continuidad del proceso».
En esta ocasión, Enitbar ha preparado un despliegue, una programación con 200 artistas, miembros de 23 compañías nacionales e internacionales para que presenten 84 funciones en 10 espacios de la ciudad. Adicional a ello, el festival brinda otras actividades como funciones itinerantes y nocturnas, talleres, jornadas de cuentería, encuentros con creadores, performances y las Verbenas teatrales, una nueva iniciativa que busca rescatar la tradición a través de la música y el teatro, una modalidad de encuentros abiertos al público, en los que se busca que la ciudadanía se reconcilie con la cultura del picó y las formas de festejo con las que la ciudad se congratulaba en el pasado. Se llevarán a cabo el 16 y el 23 de abril, en el barrio Chiquinquirá, cerrando la cuadra aledaña a la sede de la fundación Cofradía (carrera 32 entre calle Murillo y 46). Estas dos primeras fechas serán la base para la construcción de un museo sensitivo, una experiencia artística que espera multiplicarse por otros sectores de la ciudad a lo largo del año. De este modo, Enitbar propone una agenda diversa, que promete mantener la ciudad inmersa en una exhalación dramática durante todo un mes.
Enitbar hoy en día es uno de los eventos más importantes de la agenda cultural de Barranquilla. Ha sido exaltado por organismos nacionales e internacionales como la O.E.I. y el Ministerio de Cultura, al ser el único festival de teatro en Latinoamérica que se sostiene a través de la formación de público.
Cada año ha venido incrementando la afluencia a sus funciones, trazándose en el 2016 una meta de más de 25.000 espectadores. Para ello cuenta con el apoyo del Distrito, a través de la Secretaría de Cultura y de otros entes privados como Cotelco, Promigas, Cámara de Comercio, Alianza Francesa y el Teatro José Consuegra, que se ha constituido en el hogar del festival, entre otros patrocinadores y artistas aliados.
Sin embargo, y como es lógico, no es tarea fácil crear un evento cultural con una estructura sólida, menos en una ciudad como Barranquilla, que no salvaguardó la prolífica tradición teatral de otras épocas.
El reto es aún mayor si esa iniciativa surge de la estricta gestión ciudadana, como es el caso de Enitbar. El actor, director y gestor cultural Nibaldo Castro, alma y voz del festival, comenta cómo este es el resultado de un proceso que se inició en 1993. “La ciudad como aula de aprendizaje” ha sido el proyecto bandera de Cofradía Teatral y la síntesis de su propósito: la formación de espectadores.
Para ello, durante más de una década el proceso estuvo enfocado en la sensibilización y acercamiento a las artes escénicas, tanto para adeptos como para no conocedores. Fueron años de trabajo arduo y sacrificio, recorriendo los colegios de la ciudad con pequeños montajes y proyectos discretos de escaso presupuesto y sin remuneración alguna, creando alianzas con otros hacedores culturales para llegar a lo que Castro denomina la segunda fase, el verdadero objetivo: la instauración de un festival de teatro en Barranquilla que fuera capaz de sostenerse con recursos propios.
En el 2005 las expectativas se vieron satisfechas cuando acudieron más de 8.000 espectadores, la mayoría niños y adolescentes. Diez años después el festival ha logrado triplicar esa primera cuota, y la meta seguirá en ascenso, conceptúa Nibaldo Castro.
En opinión del profesor Eduardo Chavarro, docente del programa de Arte dramático de la Universidad del Atlántico y quien también se ha desempeñado en la Academia Superior de Arte de Bogotá y la Escuela Nacional de Arte Dramático, califica el proceso de Enitbar como «un fenómeno cultural» que ha hecho parte de la consolidación de las manifestaciones artísticas que estuvieron opacadas por el Carnaval durante mucho tiempo, y que ahora empiezan a reclamar su espacio en la creatividad de la sociedad caribeña. Para él, el empeño de la organización de Enitbar por crear ciudadanía y sostener una estructura demuestra la capacidad que tiene Barranquilla como escenario, y del mismo modo inspira la aparición de otros procesos.
Es difícil poner esto último en duda, cuando hablamos con algunos de los antiguos miembros de Enitbar que colaboraron en su aparición y que hoy lideran procesos independientes.
Heidy Mercado, quien ha trabajado durante años como asistente de dirección en el festival, considera que hacer parte de Enitbar durante tantos años ha permitido alimentar su proceso como actriz, al tener contacto con tantas compañías de distintas culturas y con diferentes formas de acercarse al arte dramático. Hoy Heidy es docente de teatro de las Casas Distritales de Cultura, donde comparte los saberes acumulados durante toda su experiencia profesional, que completa más de una década.
Estarliz Noriega, quien se acercó al teatro a través de la labor de divulgación que inició en la fase “La ciudad como aula de aprendizaje” en los años noventa, estuvo vinculado a la fundación y al festival desde sus orígenes. Desde entonces ha consagrado su labor profesional al teatro. Hoy dirige su propia fundación, desde donde creó el Festival Nacional de Teatro Intercolegial Festín, otro evento con sede en Barranquilla que en cinco años «ha reunido más de un centenar de colegios de todo el país, promoviendo la obra de hacedores y multiplicadores artísticos a nivel nacional».
Los colegios, tanto privados como oficiales, son los grandes objetivos en el proceso de formación de público de Enitbar, prueba de ello es que en el 2015 logró la participación de estudiantes de más de cuarenta colegios del área metropolitana. Muchos de estos ya son asistentes habituales al festival, llegando a incluir la salida al teatro dentro de sus respectivos proyectos educativos institucionales.
Para Aydé Mackenzie, docente de Lengua castellana del Colegio Americano, la programación de Enitbar y su orientación como espacio formativo ha sido útil en más de una ocasión para articular procesos curriculares, por lo que se ha convertido en una herramienta propicia para diversificar las didácticas en la enseñanza de la literatura: «además hemos encontrado en ello una oportunidad de enseñar a los estudiantes pautas de comportamiento en un acto cultural público, desde el hecho de saber mantener el celular apagado, ingresar a un recinto, hasta discutir la trascendencia de una exposición teatral de forma provechosa».
Como se puede observar desde distintos frentes y voces, Enitbar ha logrado instalarse como parte de una escenografía que busca asimilar desde nuestro contexto una de las manifestaciones artísticas más antiguas y sublimes, acercarla a una dimensión de la que todos podemos ser partícipes y con la que podemos sentirnos orgullosos. La invitación está abierta, para acercarnos a ver teatro, ese respiro colectivo que cada mes de abril oxigena la cultura barranquillera.
Delay Upegui
Del semillero de Cofradía Teatral
Fui beneficiada con el proyecto “Crea, imagina, lee, escribe y convive por medio de la interdisciplinariedad de las artes escénicas”.
Heidy mercado
Docente de teatro
«Tener contacto con compañías teatrales de distintas culturas alimenta mi proceso como actriz».