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Dos gigantes: Cervantes y Shakespeare

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Domingo, Abril 24, 2016 - 00:00
Ilustración: Patricio Otniel

Han pasado cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare este 23 de abril. Murieron el mismo día y es así como podemos hablar en este aniversario que los une. Del inglés se dice que es la más alta figura literaria de todos los tiempos, y el español escribió el Quijote, y con decir eso basta.

De este par de colosos se ha escrito todo lo posible. En estos días se ha publicado en periódicos españoles recetas con los libros indispensables para entender el pensamiento de Cervantes.

Un aporte colombo-americano sería la biografía novelada El callejón de Cervantes, de Jaime Manrique Ardila. Su intención fue destacar a Cervantes, pues, según él, es un autor opacado por su creación, don Quijote. El año pasado –en datos tomados de un artículo de Sandra Lafuente– culminó la búsqueda de los restos de Cervantes. Se reunieron arqueólogos, antropólogos, forenses, expertos en momias y en vestidos antiguos, restauradores, sacerdotes, abogados y un alpinista. Aleteaba el espíritu de todas las series policíacas gringas con sus aparatos sofisticados que descubren hasta las huellas de un fantasma.

En el convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, en Madrid, donde estaba su sepulcro, empezaron los trabajos. Excavaron, palearon, analizaron y salieron centenares de restos. La televisión estuvo presente, las expectativas se multiplicaban. Pero como dicen los antropólogos «Si tienes poco hueso, di poco». Apareció una mano con heridas de arcabuz. «Lo tenemos», se dijeron. El forense analizó la mano y era la mano derecha, y en Cervantes la mano herida fue la izquierda. Al final se encontró un cajón con huesos  revueltos de varios muertos, y eso es todo lo que queda del paso por la tierra de don Miguel de Cervantes Saavedra. La futilidad de todo en la vida ya lo había advertido cuando escribió: «El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y con todo esto llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir».

Sobre Shakespeare no podía faltar un nuevo libro sosteniendo que el verdadero autor de esas obras geniales era otra persona distinta a la que firmaba como Shakespeare. El alemán Kurt Kreiler publicó en el 2009 El hombre que inventó a Shakespeare, y sostiene que el verdadero genio es Edward de Vere, conde de Oxford. Da miles de coincidencias y razones de peso y pesos para su autor. Una tesis que está rondando hace años, y que Kreiler la ha puesto de nuevo sobre el tapete. El film Anonymous, estrenado en el 2011, se basa en una teoría parecida.

Santiago Posteguillo en “¿Escribió Shakespeare, las obras de Shakespeare?” sostiene la socorrida tesis de que todas esas obras maestras fueron escritas por el dramaturgo inglés Christopher Marlowe, muerto en 1593. El que obras de un Shakespeare vivo siguieran siendo estrenadas se explicaría porque Marlowe era un agente secreto de Isabel Primera. Llevaba misiones dedicadas a sabotear los proyectos de los católicos de Reims y de los opositores camuflados en la Universidad de Cambridge. Para desempeñar su labor se hizo pasar por muerto en una reyerta de cantina y colocó a un joven actor llamado Shakespeare para que se hiciera pasar como autor de sus obras.

Otros aspirantes a ser Shakespeare son Sir Francis Bacon, el dramaturgo Ben Jonson, y el preferido por los impugnadores, el conde de Oxford. El mismo Freud cuestionaba la figura convencional en las biografías oficiales del genio de Stratford-upon-Avon.

«El silencio es el mejor heraldo de la alegría. Fuera bien poca mi felicidad si pudiera decirte cuánta es» una frase que podría tomarse como una posible repuesta del cuestionado Shakespeare.
 

Ramón Illán Bacca
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