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Sonsonete = memoria sonora

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Domingo, Julio 31, 2016 - 00:00
Despertamos, unos con el sonido de algún ave que hizo nido cerca a nuestra ventana, algunos con las noticias de la mañana y otros con las bocinas de los buses escolares que se fusionan con los gritos de las madres a las que la cantaleta para despertar a sus hijos no fue suficiente para que estuvieran listos a tiempo.
 
El camino al lugar de trabajo es un túnel sonoro de vendedores ambulantes que con su voz e instrumentos de trabajo se encargan de hacerse notar. El mediodía, lleno de salpicaduras de aceite que no dejan en paz a la tapa del caldero y llega la noche con uno que otro concierto de ranas y grillos a nuestro paso.
 
Este podría ser el paisaje cotidiano de cualquier barranquillero, que precisamente por ser cotidiano, es imperceptible para muchos, pero ahí está.
 
Si tenemos claro el concepto de patrimonio, interpretándolo como la serie de valores, elementos o espacios que generan un sentimiento de cercanía e identidad, el sonido es también parte de ese imaginario que podríamos catalogar como patrimonio, porque precisamente nos acerca a las ciudades, nos ubica en un lugar conocido o nos recuerda un momento de nuestras vidas.
 
La ciudad se comunica de maneras maravillosas, sólo hay que quitarnos la venda de los oídos. Cada calle tiene sus sonidos particulares, cada barrio, edificios o lugares públicos, como una estación de metro, el mercado, un centro comercial, una iglesia. Los sonidos pueden llegar a ser firmas, un tipo de ADN sonoro que se nutre a diario con las voces de quienes llenan estos lugares, los oficios que se desarrollan y las fuentes de ruido que se conjugan, a veces de tal forma, que terminan siendo composiciones familiares que tranquilizan mientras están activas y que paralizan o generan incertidumbre si por algún motivo, dejan de existir un minuto.
 
Los pregones de los vendedores ambulantes también nos conectan con las ciudades, son maneras creativas de enriquecer el paisaje sonoro y lograr distinguirse entre la selva de cemento atestada de tráfico, luces y humo. Son como pequeñas cajitas musicales a las que te acostumbras a escuchar y sabes que al abrirlas, alejada de la delgada figura de bailarina de ballet, encontrarás gente real, con historias, con color, carne, ojeras, con ganas de vivir y cuentas por pagar.
 
‘Tumba techo’ de Joe lo eligió el  colectivo Locos por Juana.
 
En Barranquilla, desde #todomono, se viene gestando desde el 2013 un proyecto de recuperación de memoria sonora de la ciudad llamado ‘Sonsonete’, que tomó todas esas historias convertidas en sonido como insumo para crear música. Se pensó como un regalo de la ciudad para la misma ciudad: hubo un proceso investigativo que desencadenó en una biblioteca sonora con cientos de audios, un transitar casi diario por muchas esquinas de Barranquilla, explorado sus sonoridades y esa «bulla» que nos caracteriza. Guardando celosamente sonidos efímeros que entran a ser parte del directorio auditivo: pregones de palenqueras, el pito del carro de raspao, el freno de un bus de puerto, el jingle de Emisora Atlántico o una tradicional canción de la novia de Barranquilla, Esthercita Forero.
 
Posteriormente se entregaron los archivos a diferentes artistas de la movida músical independiente, no sólo local y nacional, sino global, que se dieron a la tarea de reinterpretarlos y entregar una composición musical en la que se viera reflejada Barranquilla. Los sonidos vuelven a casa para seguir transportando al ciudadano a otros tiempos a través del sentido auditivo.
 
El proceso con los artistas ha resultado en un maravilloso trabajo colaborativo; algunos nunca antes han estado en la ciudad, sin embargo por medio de los sonidos y con sus creaciones, nos transportan a la cotidianidad reinterpretada por diferentes puntos de vista y sesgos de contemporaneidad sonora que va de la mano de la movida que en Latinoamérica se gesta en materia de música. Barranquilla siempre ha sido una ciudad musical, desde la esquina de San Juan (en el centro) pasando por los músicos a las afueras del Hotel El Prado con sus tambores y gaitas, hasta el hoy olvidado Parque de los Músicos. La ciudad necesita conectarse con su tradición y sus legados, y la música es un muy buen instrumento para lograr esta meta. 
 
Hoy a tres años de estar grabando infinidad de sonidos provenientes de las calles y trabajando de la mano con más de 20 artistas y proyectos musicales, el resultado, no sólo es una radiografía de lo que pasa en la ciudad, el resultado es un producto nostálgico, emotivo y alegre que nos permite escuchar lo que fuimos y somos.
 
El grupo argentino Alto Perú interpreta el tema ‘Cunde, Cundé, Cunde’.
 
En dos volúmenes de ‘Sonsonete’ la voz de Jairo Paba, Ernesto McCausland, el afilador de cuchillos, el pregón de la galleta griega, las canciones del Joe, el jingle de Radio Libertad se preservan de nuevas maneras y se entregan al ciudadano para su deleite y disfrute, pero sobre todo para la apropiación del ser Barranquillero tomando su diario vivir como un acto infinito de creatividad Caribe.
 
Hacen parte de esta iniciativa artistas como Simón Mejía (Bomba Estéreo), Frente Cumbiero, Colectro, Locos por Juana, Dj Orión, Don Alirio, Monosóniko, Sicotrópico,  Femputadora, Dj Reyes, Noblezza el Colombiano, Svper, Cumbia Drive, Uproot Andy, Bozá, Alto Perú, Paraísos Artificiales, Sonora Selecta, León Murcia y Ejcopolamina. Talento local, nacional e internacional comprometido con la construcción de puentes sonoros para quien conoce Barranquilla y para quien desee conocerla.
 
El trabajo está disponible en la plataforma soundcloud. https://soundcloud.com/sonsonete-todomono
 
Equipo #todomono
sumario: 
Tomando como materia prima los sonidos de la ciudad, desde el pito del carro de raspao hasta el pito del afilador de cuchillos así como otros insumos de la categoría urbana, varios artistas desde el 2013, los están integrando a sus canciones.
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