Domingo, Septiembre 4, 2016 - 00:06
A lo largo de la historia de la humanidad, es bien sabido que en época de crisis acontecen grandes acciones y proezas, además de surgir importantes ideas, como si necesitáramos de estos momentos para sacar lo mejor de nosotros mismos y poder así vislumbrar un mejor futuro. Einstein decía que es allí cuando nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.
La Universidad del Atlántico vivió durante los inicios del presente siglo, una de sus peores crisis institucionales, a tal punto que estuvo al borde de su cierre definitivo. Esto generó todo tipo de reacciones y poco a poco se fueron gestando movimientos en la comunidad universitaria, para darle sentido a la Institución e imaginar mejores momentos, esperanzados en aportar a un mejor mañana.
En la Facultad de Bellas Artes, como en el resto de la Universidad, se vivían tiempos difíciles de gran incertidumbre, que hoy parecemos olvidar. El panorama era desconcertante, pero a pesar de ello surgieron una serie de iniciativas, producto de la necesidad –en nuestro caso– de llevar a cabo acciones para motivar a los estudiantes a la creación musical, dada la escasez de espacios académicos u otros destinados para tal fin. Es entonces cuando se extrapola una experiencia vivida durante varios años en el Conservatorio Regional de Pantin, Francia: la participación en el Festival de Música Contemporánea Musique à l’encre Fraîche, liderado por su director de aquel entonces, el compositor chileno Sergio Ortega. Allí año tras año nos dábamos cita compositores de todas partes del mundo, para exponer nuestras obras en una serie de conciertos realizados con todo el rigor profesional del caso.
Así, en el año 2002, nace en Bellas Artes, En tinta fresca..., espacio destinado a la creación musical, en todas sus formas. Se constituye como taller de creación musical, con la presentación de variadas propuestas, desde música clásica y contemporánea hasta numerosas obras de música popular.
Allí todo era possible, ya que se presentaba en un campo abierto a la experimentación y en donde –como escribimos en alguna oportunidad– «la tinta de las últimas pinceladas del compositor sobre su obra aún no secan…». Tras cuatro versiones, logramos acceder en varias oportunidades al más importante escenario de la ciudad, el Teatro Amira de la Rosa, con conciertos en los que los estudiantes tuvieron la oportunidad, muchos de ellos por primera vez, de vivir una experiencia única en su proceso de formación.
En efecto, esta iniciativa marcó positivamente a una generación de jóvenes cradores al poder escuchar, en vivo y en directo y en los mejores condiciones y escenarios posibles, la interpretación de sus propias obras recién creadas, enriqueciendo notoriamente su experiencia profesional.
Pero en estos conciertos también se interpretaban obras del repertorio universal, que servían de referencia tanto para los estudiantes como para el público en general. En alguna oportunidad, como referente instrumental, tuvimos la idea de montar obras para grandes formatos, aquellos recordados algunos años atrás en Boston, mostrando nuevas sonoridades –tal vez nunca antes oídas por muchos– aquí en Barranquilla.
Es entonces cuando nace la idea de crear la Atlántico Big Band.
No obstante, aparecieron dificultades para consolidar músicos del nivel exigido para un repertorio de obras de los más excelsos compositores de todas las épocas de las grandes orquestas de Jazz. También surgieron muchos inconvenientes en el tema de los espacios, el montaje y los ensayos, debido a las grandes y complejas dimensiones instrumentales de las obras, que además ameritaban muchas horas de estudio, en privado, en talleres y en conjunto, con todo el grupo.
Estas circunstancias nos condujeron, por una parte, a invitar poco a poco, a reconocidos músicos provenientes de las mejores orquestas de la ciudad, contando además con la participación esporádica de algunos estudiantes aventajados y el apoyo constante de ciertos profesores, en particular el profesor Fernando Reina. Por otra parte, el Teatro Amira de la Rosa surge como un refugio, ya que muy amablemente a través de la dirección de la época, prestó sus espacios para los ensayos, brindándonos gran apoyo. De ahí sucede que el primer producto discográfico de la Atlántico Big Band se titulara Amira, en homenaje de agradecimiento a este importante centro cultural de Barranquilla.
El début de la Atlántico Big Band durante la realización del taller de creación musical En tinta fresca en el año 2005 tuvo un impacto inmediato. A través de una de las formaciones instrumentales de mayor arraigo en los Estados Unidos, en las Big Band se exalta tanto la homogeneidad y consistencia tímbrica, como la versatilidad de sus diferentes instrumentos, desde cuando el Jazz irrumpe en el siglo pasado y durante varias décadas en los salones de baile. Saxos, trombones, trompetas, piano, contrabajo y percusión consolidan una agrupación de grandes proporciones, matices y colores, evocando emociones de antaño y explorando sonoridades inusitadas de nuestro contexto contemporáneo.
Además, la creación de esta orquesta toma en consideración la importancia y el arraigo que los instrumentos de viento han tenido en nuestra región.
En la historia del Caribe colombiano, esta sonoridad se ha conjugado con la creatividad y originalidad de la música tradicional, a partir de las orquestas de baile tales como Pacho Galán, Lucho Bermúdez, Hermanos Martelo, Joe Arroyo, Checo Acosta, Bananas, Juan Carlos Coronel, entre muchas otras, así como también lo hicieran en el pasado las memorables orquestas de Camacho y Cano y la Atlántico Jazz Band. En ésta última confluyeron dos de los aspectos más relevantes en lo que respecta las influencias externas en la música del Caribe colombiano: los grandes formatos instrumentales, en particular el de Big Band, y el uso del lenguaje del Jazz.
Más allá del impacto generado tanto en los propios músicos de la Atlántico Big Band, como en el público en general, por la sonoridad misma que este formato alcanzaba a develar, rápidamente se evidenció otra carencia en el medio. Este fue, finalmente, el motivo por el cual surge lo que, diez años más tarde, celebramos uno de los festivales de Jazz que muy pronto podrá estar dentro de los más importantes de Colombia: AtlantiJazz.
Efectivamente, así como En tinta fresca surge por la necesidad de propiciar espacios de creación musical, AtlantiJazz lo hace por aquella de generar espacios de proyección, de reflexión, de análisis y de creación en torno al Jazz: uno de los géneros más practicados y con un componente formativo muy importante, por lo cual se encuentra actualmente en buena parte los currículos de las academias de música alrededor del mundo. Todo proceso formativo en la creación artística, debe obligatoriamente pasar por la práctica misma, a través de su proyección a todo nivel y de todas las formas posibles.
Es decir, la música no se aprende en abstracto, hay que darle vida e interpretarla, en un medio que bien lo permita. Los espacios de proyección del músico son entonces tan necesarios como el instrumento mismo que ejecuta. Así como el sonido, la música requiere de un medio para su propagación, de lo contrario se desvanece en el camino y no queda ni siquiera el recuerdo, por cuanto carece de un elemento fundamentral en la comunicación: la difusión.
AtlantiJazz nace en medio de la ausencia de espacios de proyección en la ciudad y de una necesidad de llenar ese vacío. Hoy en día, tal vez, es más fácil entender esta realidad, en el sentido de que Barranquilla, el Atlántico y la región Caribe en general, requieren de un mayor número de espacios para difusión para todo tipo de propuestas artísticas. Nuestra región es tierra fértil de creación artística y pulula el talento donde se conjuga una multiculturalidad única en el mundo, que nos diferencia y nos distingue, culturalmente hablando.
Pero diez años atrás, en medio de la difícil situación institucional y de las necesidades aquí expuestas, se hizo necesario abrir camino, permitiendo a nuevos grupos u otros ya consolidados, proyectar y crecer con nuevas intenciones y propuestas musicales, generando un sin fin de posibilidades estilísticas en el marco de una concepción extendida del Jazz.
Cuando todas las miradas apuntaban entonces a otras iniciativas importantes en la ciudad para la divulgación de este género musical, con una concepción diferente a las necesidades reales de grupos emergentes, surge en Barranquilla este movimiento un tanto underground de AtlantiJazz. Porque finalmente, si en medio de la crisis necesitas algo, pero no existe, entonces ¡invéntalo!
Es así como la Atlántico Big Band, por ejemplo, encuentra allí un nicho donde crecer y forjarse, como también lo hizo una larga lista de otros grupos que debutaron en AtlantiJazz, algunos de los cuales se han presentado en varias oportunidades allí, dando a conocer su evolución y trayectoria, aspecto importante en la consolidación y madurez de cualquier grupo musical.
Con un tímido inicio en el 2007, con un concierto y tres agrupaciones presentes, se empieza un camino que no para de crecer. Poco a poco se fueron sumando más grupos y conciertos, hasta que en el 2016, en su décima edición, realizaremos cuatro conciertos en diferentes localidades de Barranquilla y del departamento, con la presencia de doce agrupaciones, la participación de cuatro instituciones universitarias y la presentación de grupos locales, nacionales e internacionales.
A lo largo de estos diez años, AtlantiJazz se afianza por si misma, con la presentación de más de veinticinco conciertos y la presencia de sesenta grupos locales, institucionales e invitados tanto nacionales como internacionales. La reflexión, el estudio y el análisis del Jazz se genera a través del gran número de talleres, conferencias, exposiciones y diversas otras manifestaciones en la franja académica que año tras año se despliega en cada una de sus versiones, con la participación de los artistas invitados.
Todo esto no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de la Universidad del Atlántico, de la Facultad de Bellas Artes y de un gran número de personas que en diferentes momentos y de muchas maneras, han aportado a que este evento, hoy por hoy, se haya ganado un espacio en la agenda cultural de nuestro departamento. Y todo gracias al gran público, cada vez más numeroso, creciente y ávido de este apéritif para degustar el deleitoso ambiente jazzístico septembrino que se perfila en todo el país, rindiéndole un homenaje a este género musical.
AtlantiJazz...más Jazz en el Atlántico. Así como con las ondas gravitacionales, Albert siempre tuvo la razón: En los momentos de crisis, la imaginación es más importante que el conocimiento. AtlantiJazz...más Jazz en el Atlántico.
Guillermo Carbó
sumario:
Hace diez años cuando las miradas apuntaban a otras importantes iniciativas para la divulgación de este género surgió en Barranquilla, AtlantiJazz
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