Domingo, Octubre 9, 2016 - 00:00
Voy a hablar, con estas imágenes y este texto, sobre nuestro Realismo Trágico, en donde todos somos víctimas y victimarios por igual, ya sea por acción o por omisión, en una guerra de todos los calibres. Estos más de cien años de sangre rodando por los pueblos, para avisarle a cualquier Úrsula Iguarán, que su hijo ha sido asesinado por tales o cuales actores armados del conflicto.
Por eso, y por los futuros asesinos y asesinados, le hago esta soberana Declaración de Paz a la Guerra, en que la palabra como idea libertaria, reemplace a la acción de una detonación. Para hacerle un pare a la violencia con tantos muertos, pobres o ricos, jóvenes o viejos, hombres o mujeres, soldados o guerrilleros, delincuentes comunes o campesinos.
Solicito que cada uno de nosotros nos declaremos desertores de la contienda, sea cual sea el lado que hayamos escogido. Que nos desarmemos en todos los sentidos. Desde el vocabulario incendiario hasta el acto agresivo, pasando por la ofensa bajo cuerda o la zancadilla desleal.
Que defendamos a la paz sin violencia, a la manera de Gandhi, a la de Mandela o la de Martín Luther, con una desobediencia civil activa a todos los partidarios de la barbarie. Estoy convencido de que no hay paz equivocada ni guerra justa, por eso esta Declaración de Paz a la Guerra.
Aprender que perdonar es un acto de valor civil y existencial. Mandela decía que “el que no perdona y guarda resentimientos, es como si se tomara una copa de veneno creyendo así matar al enemigo”.
Estamos a las puertas de una paz negociada, por ahora con uno de los actores armados, a la que hay que brindarle apoyo por todos sus flancos. Cada uno de nosotros debe aportar su granito de paz, para la construcción de un país que cambie el rumbo de sus injusticias, de sus odios y de sus resentimientos. Un país positivo que carguemos con paz en el corazón.
En el mar de Salgar, 2016.
Aníbal Tobón
sumario:
Ojo por ojo y diente por diente y todos quedaremos ciegos. Mahatma Gandhi
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