Domingo, Octubre 16, 2016 - 00:00
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Traducción del inglés y el francés, por Alberto M. Coronado
“Mis canciones son como historias de misterio, el tipo de historias que Shakespeare vio cuando estaba creciendo. Yo creo que se puede rastrear lo que hago de vuelta a esa época. Esas canciones estaban en el margen entonces y creo que se mantienen en el margen ahora. Y suenan como si hubieran estado en un áspero suelo”. Bob Dylan
- “Bob Dylan, uno de los mejores entre nosotros, una gloria del país y de la lengua, ha ganado el Premio Nobel de Literatura. ¡Que suenen las campanas! ¡Qué cosa maravillosa, sorprendente y sin ambigüedades! Hay novelistas que aún deberían ganarlo (sí, Sr. Roth, la lista comienza con usted), y hay muchos otros que debieron ganarlo (Tolstoi, Proust, Joyce, Woolf, Nabokov, Auden, Levi, Achebe, Borges, Baldwin... ¿dónde detenernos?), pero, de todos los puntos débiles del premio y su comité de selección, ¿podemos simplemente disfrutar este?
Y por favor, no nos torturemos con cualquier detalle sobre el género y la noción sagrada de la literatura para justificar la elección de Dylan; no hay necesidad de recordar a alguien que, oh, sí, también ha escrito libros (el salvaje y elusivo Tarántula; el excelente libro de memorias Chronicles: Volume One). Sus canciones –un inmenso trabajo, todavía en evolución– no son cualquier cosa, y el léxico de Dylan, su principal influencia, es la historia de la canción, desde los griegos hasta los salmistas, de los isabelinos a las diversas tradiciones de los Estados Unidos y más allá: el blues; la música campesina; el Cancionero Americano de Berlin, Gershwin, y Porter; las canciones folk; el rock and roll...
Con el tiempo, Dylan ha sido un buscador espiritual –y sus conocidas incursiones en varias tradiciones religiosas, desde el cristianismo evangélico al Jabad, se encuentran en su trabajo– pero su cimiento es la canción, líricas combinadas con música, y el comité del Nobel acertó al descontar las objeciones a esa tradición y considerarlas literatura. Safo y Homero lo hubieran aprobado”.
David Remnick, editor del semanario estadounidense ‘The New Yorker’
- “El Nobel otorgado a Bob Dylan es una noticia tan sorprendente como la erupción de Like a Rolling Stone en la radio, en un día de 1965. El jurado de la institución sueca tomó una decisión histórica, impresionante, lo que promete aumentar la cuota de controversias, ya que es la primera vez que un trovador recibe esta distinción.
Las razones para merecer este reconocimiento están, en primer lugar, porque incluso si Dylan no está etiquetado oficialmente como un “escritor”, no es su “trabajo profesional” –parafraseando a Godard. Lo consideramos como un escritor en pleno derecho ya que el estado del escritor se gana desde el momento en que crea con palabras, cuando se juega con el lenguaje, cuando se incita con imágenes, pensamientos, emociones, con el verbo. Dylan nos ha entregado un verbo más fuerte y más hermoso que cualquier cantante y que muchos mal denominados “escritores”.
Dondequiera que uno mira en su oceánica discografía (y más allá de su música y su voz singular, que no es el tema aquí), Dylan ha llevado el arte textual de la canción a su más alto grado de sentido, riqueza y sensibilidad literaria. Simplemente revolucionó la canción, abrió el amplio arco de su
habilidad, dándole cerebro y verbo al
cuerpo, y agallas al rock.
La otra razón por la que este premio nos deleita es porque se desempolva el Nobel y se da un gran sacudón a las categorías académicas establecidas. Para ser reconocido como trabajador de la literatura no hay necesidad de tener diez libros publicados, haber ganado premios literarios, ser reconocido por la crítica especializada o ser hijo de una gran editorial. A veces simplemente basta con ser un cantante, un vate, un rockero, y saber hacer malabares con las palabras. El Nobel de Dylan es como el vaso medio lleno y medio vacío: ¿es el rock el que se ‘Nobeliza’, o el Premio Nobel el que se marginaliza?
Algunos verán esto como el aburguesamiento terminal del rock y podemos
entender este punto de vista. Por nuestra parte, preferimos ver la apertura de la esfera literaria, el fuerte símbolo de
muchos significados producto de la mezcla de disciplinas que marcan nuestra época multimedial y rompe el capullo anquilosado de las jerarquías del viejo mundo. Desde este punto de vista, también, “los Tiempos están cambiando”* y es hermoso.
Serge Kaganski, periodista,
crítico de ‘rock’ y de cine francés. Escribe para la revista
francesa de rock ‘Les Inrockuptibles’.
*(Juego de palabras con ‘The Times They are-a Changin’, canción
de Bob Dylan).
LOS INICIOS DE UN RAPSODA LLAMADO BOB DYLAN
Bob Dylan nació el 24 de mayo de 1941, en el St Mary’s Hospital, de Duluth, Minnesota, y fue bautizado con el nombre de Robert Zimmerman. Sus padres eran Abram Zimmerman, un trabajador de la
Standard Oil Company que fue jugador de béisbol semi-profesional, y Beatrice Stone, ambos hacían parte de la pequeña
comunidad judía de la zona.
Con seis años de edad la familia se trasladó a la ciudad natal de su madre, Hibbing, donde Zimmerman pasó el resto de su infancia.
Robert Zimmerman pasó sus primeros años y adolescencia escuchando en la radio blues, country y rock and roll. Desde muy temprana edad escribió poemas, al tiempo que aprendió a tocar la guitarra y el piano, y formó varias bandas mientras asistía a la Hibbing High School. Su primer grupo, influenciado por Elvis Presley y Jerry Lee Lewis, se llamó Golden Chords,pero tuvo una corta duración. Luego integraría otra banda llamada Elston Gunn & his Rock Boppers. Por entonces su máxima aspiración era conocer a Little Richard.
A los dieciocho años entra a la Universidad de Minnesota, pero los estudios no parecían cautivar al joven Dylan, quien se pasaba el día escuchando a Hank Williams, Woody Guthrie y Robert Johnson. Encontró trabajo cantando en algunos antros de Minnesota, tocando sus propias canciones mezcladas con algunos temas de sus ídolos, solo con su guitarra y su armónica. Fueron las primeras
ocasiones en que el público pudo oír su característica voz nasal.
Entonces ya se daba a conocer como Bob Dylan, como homenaje al poeta irlandés Dylan Thomas. Su primer larga duración, titulado Bob Dylan, es lanzado el 19 de marzo de 1962, y en 1963 publica The Freewheelin’ Bob Dylan, que incluye el primer éxito de su carrera, Blowin’ in the Wind. En julio de 1963 se celebra el Festival Folk de Newport, y Dylan ya aparece como estrella. Allí conoce a quien
se va a convertir en su próximo romance,
Joan Báez. Dylan se convierte entonces
en el máximo exponente de la nueva generación de cantantes folk.
Redacción Revista Latitud
sumario:
Algunas opiniones acerca del reconocimiento del músico norteamericano con el Nobel de Literatura 2016.
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