Martes, Enero 10, 2017 - 13:08
Image may be NSFW.
Clik here to view.
Clik here to view.

Leer este libro es en realidad entrar al cuarto del escritor Juan Carlos Onetti. Verlo en sus últimos días, acostado, leyendo novelas policiacas, tomando whisky en medio de la humareda de sus cigarrillos rubios. Comprender desde la puerta que aquel hombre inventó en sus cuentos y novelas un mundo descarnado y visceral, lleno de rostros sin rumbo destinados al fracaso. Con Mario Vargas Llosa en las páginas de Viaje a la ficción, nos adentramos en el mundo de Santa María –aquella ciudad inventada por Onetti– y respiramos su aire distinto para sentir el frescor que la literatura del continente americano segrega. Este libro es resultado de un curso impartido en Georgetown University, donde el lector entrará por medio de un ensayo a una verdadera clase de literatura ofrecida por un creador hablando sobre otro creador, donde intentar comprender qué es aquello que hace a un escrito, una obra maestra. Es el motivo para trazar vías de acceso al imago onettiano. Si bien Vargas Llosa es un novelista nato, no le tiembla la mano para escribir un ensayo.
Hijo de esa generación de escritores que no solo llegaron a la literatura de forma empírica, sino que en ellos hubo algo de formación académica, demuestra que la educación también es otra vía de acceso a la creación. Este estilo deja entrever su pasado como estudiante de humanidades en la Universidad de San Marcos de Perú, donde se gradúo con un trabajo sobre Rubén Darío, y se doctoró en España, con lo que luego se conocería como García Márquez: historia de un deicidio. A lo largo del viaje imaginario, Vargas Llosa narra anécdotas, entra en excursos sobre la realidad americana, y referencia a otros autores como Proust, Joyce, Dos Passos, Mallea, Artl, y en especial a Faulkner, que ayudan a la comprensión del mundo inventado por Onetti. Además, el libro comienza desde el origen mismo de la fabulación con un capítulo introductorio sobre la vida de nuestros antepasados indígenas y sus ritos en torno a la imaginación. Este ensayo crítico y anecdótico estudia desde El pozo (1939), hasta Cuando ya no importe (1993,destacando dentro de las novelas La vida breve (1950), El astillero (1961) y Juntacadáveres (1964). Sin embargo, el libro presenta un inconveniente, y es el condicionante de tener que haber leído a Onetti.
Si aún no se ha disfrutado de su lectura, no vale la pena ir a este ensayo. El asunto radica en que se necesita de un lector que haya experimentado sus textos, pues no es una introducción a su obra. Es casi imposible entender lo que significa el mundo de Santa María sino se ha caminado por sus calles, si no se ha visto a lo lejos a esos personajes derrotados que saltan de la realidad a la ficción en un constante querer ser, si como mínimo no se ha estado en la confusión y el desespero que generan sus cuentos y novelas.
De todas formas el libro de Vargas Llosa señala tres cuentos imprescindibles, tres obras maestras que serán mencionadas aquí para que el lector que posiblemente no haya tenido la suerte de verse cara a cara con Juan Carlos Onetti, lo disfrute y pueda trasegar más adelante por estos pensamientos del escritor peruano sobre el uruguayo: el primero es Un sueño realizado (1941), donde una mujer representa en teatro algo que soñó; el segundo es Bienvenido, Bob (1944), cuento bastante corto y limpio sobre la adultez; y el tercero es El infierno tan temido (1957), una historia sobre el amor, la venganza y el mal. Si por el contrario el lector de esta reseña, ya ha navegado por sus aguas turbulentas y no ha tomado este libro entre sus manos, adelante, la lectura de Vargas Llosa a este hombre que dedicó su vida a la escritura, rinde homenaje a un escritor único en su estilo y abre nuevas puertas para la comprensión de su extensa obra narrativa.
Redacción
No