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V&V: la simbiosis de Virginia y Vanessa

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Domingo, Febrero 12, 2017 - 00:00

“Al mirarse una a la otra decían: “¡Soy yo!”, pero cada una se decía, “¡qué distinta!”. Separadas en dos mitades, pero hechas con el mismo molde, ¿sería, acaso, que cada una plasmaba lo que estaba latente en la otra?”
Virginia Woolf, ‘Flush’

Este párrafo, escrito por la misma Virginia en su obra Flush, ha sido retomado por distintos autores al referirse a la relación entre las hermanas Stephen. Jane Dunn, la escritora surafricana es, entre otras, considerada una de las mejores biógrafas de las hermanas Vanessa y Virginia.

Mi devoción y afecto por la autora de “La habitación propia” y la lectura del libro de Dunn, Vanessa Bell / Virginia Woolf. Historia de una conspiración, de ediciones Circe (1996), ha sido una gran motivación para indagar sobre sus historias y existencia.

En Las horas (basada en la novela homónima de Michael Cunnigham), la película dirigida por Stephen Daldry, con guion de David Hare, en el episodio dedicado a Virginia vemos, como un paso fugaz, algunas imágenes de la visita que Vanessa, junto con sus hijos, le hace a Virginia en su casa de Sussex.

Pero de hecho, mi interés no es otro que develar por qué me he atrevido a llamar simbiosis a este vínculo afectivo y profundo de estas hermanas y resaltar algunos aspectos de su relación, considerada mítica. 

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La vida de las niñas Stephen estuvo marcada por historias de muertes familiares, como la de su madre Julia Duckworth, quien fallece a los 49 años de fiebre reumática, momento que coincide con la primera crisis depresiva de Virginia, a los trece años. 

Los padres, Leslie y Julia, se casan después de haber enviudado. Cada uno tiene hijos de sus anteriores matrimonios. Vanessa es la hija mayor del nuevo compromiso (1879), le sigue Thobi (1880), posteriormente Virginia (1882) y Adrián, nacido en 1883. Los sucesivos embarazos de Julia harían crecer más esta familia hasta alcanzar los ocho hijos.

La infancia jugó un papel preponderante en la relación de las Stephen. Vanessa, en su rol de hermana mayor, siempre estuvo presta a responderles a sus hermanos, de manera natural, las preguntas que una madre tan ocupada no podía casi nunca atender. Desde que abrió sus ojos, Virginia vio a ‘Nessa’ como parte de su ser. Así la llamó desde entonces, queriéndola por siempre. «¿Dónde me habría encontrado de no haber sido por ti, cuando Hyde Park Gate estaba en su peor momento?»1 diría posteriormente en una de las cartas de su diario.

Vanessa aceptó las responsabilidades que asumen las hermanas mayores y admiró a su hermana, brillante desde pequeña. Es en «el cuarto de los niños», donde cada noche contarse cuentos a manera de ritual las salva de su vulnerabilidad e indefensión. Quizás desde su temprana edad, ambas adquieren de las adversidades la fuerza creadora que las llevará por el mundo de las artes, a Vanessa en la pintura y Virginia en la literatura. Vanessa, tres años mayor que Virginia, se identificaba mucho más con la madre. Se relata que tenía poca confianza en sí misma y dificultades para expresar sus sentimientos.

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A Vanessa se le considera sensata, reservada e instintiva. Virginia, por su parte, era expresiva, elocuente y analítica. Amaba a su padre, Leslie Stephen, descrito por Junn como un «montañero, además de filósofo y periodista, dotado de un intelecto vigoroso, sencillo e incorruptible»2. Es precisamente de los Stephen que Virginia hereda el hábito de la escritura y el amor por la literatura.

Es en el seno de esta familia que múltiples desigualdades, concebidas como naturales en su época, se asientan: por ejemplo, el concepto de ambos padres en la incompatibilidad entre intelectualidad y feminidad, es lo que llevará posteriormente a Virginia a enriquecer toda su obra y sus aportes al feminismo.

Ambas hermanas fueron víctimas de abuso sexual por sus hermanastros, Gerald y George Duckworth, pero es Virginia quien se refiere a ello en una carta que escribe a su amiga Ethel Smith, a sus cincuenta y nueve años, justo antes de su muerte, y que dice:

«Todavía me estremezco de vergüenza al recordar a mi hermanastro… explorando mis partes íntimas»3. Después de la muerte de la madre, las Stephen, durante su adolescencia y juventud, fueron abordadas por sus hermanastros en sus visitas nocturnas en el tiempo del luto que vivió la familia. Aunque Vanessa no contara estos episodios como Virginia, sí menciona la invasión de su intimidad por parte de George. Este ‘secreto’ del abuso sexual y de poder, sin duda se convierte en un eje determinante de la simbiosis de ambas mujeres el resto de sus vidas. Contaban la una con la otra en este tiempo en el que se sintieron intimidadas e indefensas. Desde entonces se encontraban unidas frente a un mundo que construían y deconstruían. Posteriormente, se han relacionado las sucesivas crisis depresivas  de Virginia con estas vivencias.

Como en toda relación de hermanos, a pesar de sus diferencias, no pueden evitar compararse, y cada una de ellas se ve en desventaja con la otra. Es así como en su diario, Woolf se refiere a Nessa: «me comparo siempre con Nessa y siempre la encuentro más amplia, la más humana de nosotras dos. Actualmente pienso en ella con una admiración desprovista de envidia; con un regusto de ese viejo sentimiento infantil que nos ligaba, que nos aliaba contra el mundo; y cómo me alegro de sus victorias en el curso de todas nuestras batallas y de verla caminar con tanto desenfado, con tanta modestia, casi anónima, más allá del objetivo, rodeada por sus hijos»4.

Vanessa y Virginia fueron consideradas la fuerza dinámica y el corazón del grupo de ‘Bloomsbury’, reconocido como centro de la vida intelectual y artística de

Inglaterra

Sus vidas siempre estuvieron entrelazadas, tanto que Clive Bell y Leonard Woolf cuando las conocen, se enamoran de las dos, antes de casarse. 

La correspondencia entre las dos nos deja una de las últimas manifestaciones de afecto que Vanessa, de manera epistolar, expresa a Virginia: «¿Qué habría sido de mí durante estos tres últimos años si no te hubiera tenido a ti para mantenerme viva y animosa?»5. Virginia, por su parte, escribe antes de su suicidio dos cartas. Una para Leonard y otra a Vanessa: «Si pudiera te diría qué has significado para mí, tú y los niños. Creo que tú lo sabes».

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Fueron artistas impecables y amantes del trabajo. Virginia con su fascinación por las ideas y Vanessa con su gozo por el mundo visual. Sus similitudes y diferencias, su determinación y acompañamiento, hacen que todavía se les recuerde con diversos tributos que nos demuestran que una vida construida con un vínculo afectivo fuerte y el cuidado mutuo pueden crear una  simbiosis que hace más dúctil la existencia.    

Nazly Mulford: directora de la revista ‘Mujeres a Toda Costa’, de la Fundación Cedesocial, de Barranquilla

Referencias

1.‘Virginia Woolf / Vanessa Bell. Historia de una conspiración’, Jane Dunn. Ediciones Circe, 1996.
2. Dunn, Op cit pag 41.
3. Dunn, op cit pág  31.
4. Virginia Woolf, ‘El vicio absurdo’, Viviane Forrester,
Ediciones Ultramar. Madrid, 1977.
5. Dunn op cit pág 362 carta de Vanessa a Virginia, 1941.
6. Dunn, op cit pág 362 carta de Virginia a Vanessa, 1941.
 

Nazly Mulford Romanos
sumario: 
Una mirada al pasado familiar de Virginia Woolf, una de las escritoras británicas de mayor renombre en la literatura universal, 135 años después de su natalicio.
No

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