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Conversando sobre la literatura del Caribe

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Domingo, Abril 2, 2017 - 18:30

Francia fue el país de honor en la Cátedra Europa de este año. Entre los doscientos conferencistas y más de cuarenta eventos no es fácil escoger. En la Universidad del Norte, que este año cumple veinte años en realizar estos encuentros, hay un público entusiasta y un lleno total en los salones. En una pausa y tomando café me reúno con las profesoras francesas Sabine Coudassot y Cecile Quintana. Hablamos de Jacques Gilard, el profesor e investigador francés que rescató la obra periodística de García Márquez, Cepeda Samudio, Ramón Vinyes, y tradujo al francés a Cepeda y Marvel Moreno. ¿Hubo algún desencuentro entre García Márquez y Gilard? No puedo contestar con propiedad, pero refiero la anécdota –contada por un miembro del Grupo de Barranquilla–, de cómo al referir una de sus anécdotas, García Márquez fue interrumpido por Gilard para corregirle la fecha de lo que contaba. Gabo estalló: “Carajo, déjame ser dueño de mis propios recuerdos”, fue su frase y, tal vez, el principio de su desavenencia.

El profesor Alexis Yannopoulos, colaborador de la publicación francesa Cinémas d’Amerique Latine, nos dice de cómo en un ejemplar de la revista de 1995, dedicado al cine latinoamericano, hay un texto de Gilard donde hablaba de un proyecto de García Márquez para crear un instituto de cine en Barranquilla.

El escrito estaba acompañado de fotocopias del proyecto que pertenecían al archivo personal de Gilard. ¿Era en Barranquilla y no en Cuba donde en un principio se iba a fundar la escuela de cine?

Más adelante y en otras reuniones el tema es Marvel Moreno. Comento cómo la revista Semana en abril de 1999 hizo un canon de la literatura colombiana del siglo veinte. Los cinco mejores cuentistas fueron, según la revista, los barranquilleros Álvaro Cepeda Samudio, José Félix Fuenmayor, Marvel Moreno y los antioqueños Tomás Carrasquilla y Manuel Mejía Vallejo (García Márquez estuvo fuera de concurso).

Yannopoulos toma nota de la información. ¿Pero dónde conseguir los libros de Marvel?, pregunta. Su libro de cuentos, le informo, no está en las librerías y solo es posible hallar En diciembre llegaban las brisas, su novela. Por lo pronto están los ejemplares Oriane, tía Oriane, editados en la colección Roble amarillo, con unos pocos pero maravillosos cuentos. Germán Vargas Cantillo contó en una charla cómo la revista Eco, de Bogotá, publicó los primeros cuentos  de Marvel. Después hubo la edición de su libro de cuentos Algo tan feo en la vida de una señora de bien, publicado por una editorial de unos exilados argentinos. Fue tan ignorado el libro que cuando le pregunté a Eduardo Pachón Padilla, autor de varias antologías del cuento colombiano, el porqué no había incluido a Marvel en su antología de 1985, me contestó que ignoraba su existencia. También fue la ocasión en que Pachón Padilla me confesó que era de las pocas personas en este país que podían decir que vivían del cuento.

En uno de los corredores se me acerca una joven. Es bogotana, pero estudia en París. Hace una investigación sobre escritoras colombianas y me pregunta sobre la autora samaria Josefina Sánchez Lafaurie, alias Marzia de Lusignan. Ha encontrado que en alguno de mis escritos la menciono. Le comento que la autora murió meses antes de que su única novela Viento de otoño, publicada en 1941, fuera llevada a la televisión con el nombre de Verdad amarga (1983). El tema era el de los quebrantos y desaires a una madre soltera. La joven me habla de las poesías de Marzia. En ese instante la memoria me hace una llamada y empiezo a recitar el poema “Conocí un caballero”, que ella le hizo al homicida de su hermano. Se conocieron en un barco de río, empezaron los coqueteos y en un momento ella reconoce quién es el galán. Pero la memoria es frágil y solo pude recordar la primera estrofa.

Ramón Illán Bacca
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