Canción de cuna americana
1
No hay tal cosa como barriles de petróleo. Ningún crudo pesado
Ahogando al mundo, ni sacarina tan ligera y tan dulce
Como para convertir a los hombres afables en salvajes.
Ve a la cama querida mía, no hay tales barriles de petróleo.
Sólo hay automóviles cromados, fogonazos y velocidad.
Uno para cada hombre, mujer y niño
Soñando con la gran carretera.
2
No hay tal cosa como calentamiento global.
O lo que es lo mismo, antiguos bosques
Cuyas copas podrían albergar a cien, a mil Estatuas de la Libertad.
No hay tal cosa como pérdida de hábitat o especies amenazadas.
El mundo es bueno e inmutable, hija mía.
En nuestros bosques y lagos y montañas y desiertos
La vida está por encima de la cuantificación y la razón.
3
No hay tal cosa como la guerra
Ni odios ancestrales ni sangre a punto de ebullición.
Somos un solo mundo, entero e indivisible.
Así que arrellánate en tu cama blanda.
Y cada mañana despierta en tu habitación de luz.
Siempre ha habido suficiente para todos
Y nunca se te pedirá que prescindas de nada.
Robert A.B. Sawyer (Estados Unidos)
Cimarrona mujer
Y no es que siempre se haya quedado atrás
sino por estarse emboscando ella en la retaguardia
sí, que esa preciosa beldad
erguida en su manjar de senos por la retaguardia
va salvaguardándonos el alba
y nos extrañaba a todos esa actitud de ella
hasta cuando las otras mujeres negras
empezaron a seguirla
a mí que me gusta
cuando ella suele virar cañones hacia el adentro Cartagena
al yo comprender
lo que ella intenta expresarme
y no dejo de amarle
su manipulación del amasar veneno de la mandioca
no siendo sino el estar convenciéndonos ella
de la mejor manera táctica por emboscar
asestando con cerbatanas la venenosa ira
hasta destrozar aniquilando
al diablo lengua de horquilla de la colonización
Que desde entonces se estuvo dando con ella
todo un regimiento de amazonas negras del cimarronaje
despedazándole desde garganta a los güevos
Yo mucho menos sabía de la sintaxis…
vine a conocer fue acerca de ella
y ella me enseñó a leer la música de una guerra nuestra
yo solo sé leer lo que me enseñó… ella.
Pedro Blas Julio Romero (Cartagena de Indias, 1949)
Corriendo desde la película
Sean Penn se enamora, pero en su puerta aparecen los acreedores.
Sean Penn corre por calles y bosques, pero ellos están decididos,
lo persiguen más allá de cines e iglesias de todos los credos.
Una niña fatalmente descalza observa la acción de la película.
Sean Penn está al lado y de espaldas a una gran limusina.
En sus caderas brillan dos pistolas; él las gira.
La joven muchacha de ojos descalzos siente una aguja perforando su estómago.
En un suéter gris sencillo, ella se para en la calle, a su alrededor
sólo cintas de vídeo, DVD y cine para ver en casa,
ilimitadas ofertas abrumadoras, arenas movedizas fatales.
Acuñado en el agua de su ojo, puedes ver aún un fragmento de toma.
En lo que se refiere al dolor, serán horas.
Barbara Pogacnik (Eslovenia, 1973)