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Kamel Zouaoui, el fuego místico de la narración

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Domingo, Julio 30, 2017 - 00:00

Antes de iniciar el místico ritual de la narración, el franco-argelino Kamel Zouaoui necesita encender el fuego, tal como lo hacían sus ancestros en las montañas de la antigua Argelia. Por eso este conteur –que mantiene un pie en el pasado y otro en la contemporaneidad– antes de empezar a soltar el ‹hilo dorado› de sus historias, enciende una vela, como en una especie de remplazo o sucedáneo de la gran fogata en torno a la cual se reunía la tribu después del duro jornal para escuchar al ‹que dice›, al que cuenta, al contador de historias revestido con la magia de las palabras.

Provisto de una capacidad histriónica innata, Zouaoui se transforma frente a los incrédulos ojos del público con solo un movimiento sutil del rostro, o con un cambio súbito de posición o de tono de voz, o con el más mínimo cambio de accesorio, que bien podría ser un sombrero o un turbante, todo depende de la caracterización del momento. Su dominio natural del espacio y de la sinergia de su cuerpo lo convierten en una especie de camaleón urbano habituado a mimetizarse a su antojo.

Este narrador de historias que estará presente en el Festival Internacional de Cuenteros El Caribe cuenta, que tiene lugar en Barranquilla del 27 de agosto al 2 de septiembre, nació en 1973 en una pequeña ciudad de obreros y mineros ubicada en el centro de Francia. En Saint- Etienne, Zouaoui se fascinó desde muy niño por las artes escénicas. Cuando tuvo la oportunidad de asistir al circo por primera vez quedó enganchado de tal forma que cada vez que la carpa caía, el pequeño Kamel se quedaba llorando a un lado de la carretera, esperando el turno para el viaje, porque en ese momento su sueño era escaparse con el circo y viajar por el mundo.

A los nueve años empezó a hacer teatro en la escuela y pronto empezó a desarrollar las capacidades que lo convertirían en ‹el que dice›, en el avezado conteur que logró descubrir la profunda sabiduría de la tradición oral de su pueblo.

A pesar de que su historia está plagada de viajes, despedidas y del desarraigo familiar propio de los inmigrantes que dejaron atrás Argelia en busca de otra tierra y otros sueños, Zouaoui se ganó en París un lugar en la escena del teatro, la comedia y la actuación, y fue así como obtuvo un papel en la película Rengaine, dirigida por Rachid Djaïdani (seleccionada en la Quincena del Festival de Cine de Cannes en 2012).

En 2010 conoció Argelia, la tierra de sus ancestros, después de la muerte de su abuela en 2008, acontecimiento que dio paso a la génesis de su etapa de conteur (narrador). «Cuando llegué me enamoré de Argelia. Empecé la narración oral porque necesitaba conectar de otra manera con mi abuela», dijo en alguna ocasión.

Su abuela ocupa un lugar importante en la escogencia de su vocación definitiva. Kamel la recuerda cantando en las bodas mientras él la escuchaba embelesado. «Las mujeres de mi país cantan al exilio, no al miedo o a la tristeza, pero cambian la memoria oral de donde vienen», afirma.

Ese niño que algún día fue, que vio y escuchó hasta los diez años ese magnífico coro de cuarenta mujeres reunidas cantando en un espacio sagrado, que es vedado para los hombres, porque tenía el tantán que utilizaban para marcar el ritmo de las canciones, recuerda como «cuando ellas cantaban, sus caras cambiaban. Cuando estuve en Argelia todos esos sonidos, esas miradas que ellas tenían se abrieron, y todo lo que estaba a mi alrededor se reconectó con sus voces».
Kamel nos adelantó apartes de su espectáculo ‹Los paseos de un loco sabio›, una especie de trilogía de las grandes aventuras de Nasredine Hodja o Nasrudín, personaje mítico de la tradición popular sufí. Recientemente compuso un puñado de historias que denominó Mira bien el mar, cuentos que nos hablan acerca de los exilios universales.

Para Kamel, la narración es un acto que te acerca al otro de una manera directa. «La narración pide tu energía personal y te permite acercarte de verdad. Lo que hace nuestro arte es la sinceridad con la cual intentamos acercarnos a los otros», expresa.

La vela se consumió una vez más, por lo tanto el conteur vuelve a ser él mismo para dejar el escenario, no vacío, sino colmado con ese secreto que solo conocen los palabreros, los griots, los djéli, en últimas, los eternos contadores de historias que abren el alma para poder llenar los corazones de los que los escuchan.  

Néstor De León
sumario: 
El narrador argelino visita Barranquilla invitado al festival de cuenteros ‘El Caribe cuenta’.
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