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Cuando el ‹metal› emergió en las calles del sur de Barranquilla (Parte II)

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Domingo, Octubre 29, 2017 - 00:00

La perseverancia es la virtud
por la cual todas las otras
virtudes dan su fruto».
Arturo Graf

Perseverancia, sudor, y toda la carga pesada sobre los hombros de quienes organizan eventos musicales son las palabras que pueden resumir al colectivo Metal del Sur, a los seguidores del metal y a los músicos locales que han optado por apoyar, gestionar y fortalecer la escena local del arte musical más extremo que existe.

Ácaros, ícono del ‹Power Metal› que se diluyó muy pronto

El excelente y siempre melancólico baterista de una de las bandas que tal vez movió más gente e impactó a la escena local a finales de los noventa, muy a pesar de su corta existencia e insigne del power metal, Ácaros (1996- 1999), fue toda una explosión de juventud y de una madurez musical perceptible, que sorprendía a quien los escuchaba por primera vez. «Para mucha gente, escuchar a Ácaros era como sentir a Pantera, A.N.I.M.A.L., hasta Sepultura, marcamos diferencia a pesar de interpretar lo que en ese momento era un metal moderno, nuevo», relata Alberto ‹Beto› de la Cruz, ex baterista de la banda conformada con el guitarrista Hernán Barbudo, y el desaparecido vocalista y bajista Álex Palma.

En 1994 se inicia el proyecto Ácaros, con Álvaro Fayad en la guitarra, Eduardo Julio en la batería y Álex Palma en la voz y bajo, influenciados por La Pestilencia, y con un estilo rap core empiezan su periplo musical por la ciudad hasta que con la salida del país de Fayad, y de Julio un año después, se conforma la nueva nómina de ese virus que sorprendería a todos: Beto de la Cruz en la batería y Álex Palma empiezan a guiar su propuesta musical hacia un estilo más parecido a Pantera y A.N.I.M.A.L., e incluyendo sonidos latinos en la batería, como lo hacían los brasileños de Sepultura.

«Empezamos a buscar guitarrista y en la audición número 22 llega un muchacho gordito, sencillo, sin pinta de metalero, Hernán, con su guitarra y su planta, solo nos pidió que lo escucháramos. Así fue, quedamos en shock con el talento impresionante de él, con sus solos melódicos y veloces y sus reef rápidos y fuertes», cuenta Beto. Ácaros alternó en diferentes tarimas con bandas de metal extremo como la misma Abaddon o aquel concierto memorable en 1998 en el ya desaparecido Coliseo Humberto Perea junto con Ill Fated, de Medellín, la banda estelar, y los locales Poyox Podridoz y Skumell.

Por falta de organización, problemas internos, abuso de sustancias prohibidas y una popularidad mal manejada que crecía como un tsunami, sus miembros no pudieron controlar ese espiral que ellos mismos se habían ganado por su constancia, dedicación y talento, y la banda que tocaba en toda la Costa de manera casi ininterrumpida, apagó sus plantas y guardaron sus platillos en 1999.

«Ácaros es como mi hijo, vivimos día a día su transición, su crecimiento desde niño, en el que vivimos una etapa de punk, hasta el power metal con sonidos latinos que construimos. De la banda aún guardo todo, volantes de los eventos, hasta cartas de fans que nos enviaban. Fue triste el final de Ácaros, la muerte de Álex, nuestro cantante, nos quebró. Pero aún conservo la amistad con su familia, y próximamente con Hernán haremos un homenaje a la banda, a Álex, ojalá lo concretemos», agrega Beto.

Gestores invencibles

Para Pedro Gutiérrez o Pedro No Importa, como lo llaman por el nombre de su banda, influenciada por Ácaros y cuyo espiral musical deambula entre el llamado new metal y hard core, hoy convertido en un importante gestor cultural de la escena roquera y metalera con su Danger Fest, le ha dado la oportunidad a jóvenes de la escena para mostrar su talento.

«No importa el género, pero además de escuchar a tu banda amiga, antes todos escuchábamos a las otras, para aprender, para disfrutar. Ahora eso no se ve, y de manera crítica y respetuosa les digo a las nuevas generaciones que les falta un poco más de corazón. Por eso aún perduran legados como el de Ácaros, nosotros con No Importa y por supuesto Abaddon, que es toda una institución en el metal extremo de la región», explica Pedro, líder y vocalista de No Importa, la primera banda costeña en presentarse en Rock al Parque, en 2008.

Luis Fernando Rodríguez es uno de esos miles adoptados por la ciudad, cucuteño de nacimiento, es reconocido en la escena por presentarse a cuanto evento de metal o rock lo inviten. Además hizo parte de ‹Sintonía nocturna›, junto con Álvaro Torres Aguilera, programa radial que difundía metal y rock local, nacional e internacional, además de organizar conciertos desde 1996 hasta 2001.

«Heavy Night› fue el primer programa, con Andrés Vernate y Eddie Naar, quien presentaba ‹La zona oscura›, un programa brutal. Fueron unos 5 años de 11 a 12 de la noche, organizamos conciertos, difundíamos todo lo relacionado con la cultura del metal y por supuesto del rock. El tema es seguir educando a la gente para que apoyen todos los eventos pagando las boletas para que puedan seguir trayendo a músicos importantes y los locales crezcan. Se necesita más espacios para que esto perdure y no sea tan duro organizar estos eventos», puntualiza Luis Fernando.

Gestores y músicos coinciden en que a la escena de la ciudad le falta un medio que los reúna, que ayude a que su unidad sea un faro de información para el público ávido de metal. Aunque sus propios esfuerzos y la solidaridad del público han sido relativamente suficientes para sostener la escena, demostrando que desde la periferia se puede liderar procesos y mantenerlos en el tiempo, faltan aportes institucionales serios con recursos, o por lo menos abriendo más espacios de expresión para este público que ha demostrado autogestión y ganas de permanecer contra viento y marea.

Sería, por lo menos, un deber cumplido por un Estado históricamente excluyente y que en estos tiempos en los que se respira y se anhela paz es en la cultura donde la sociedad y el establecimiento deben recurrir para que esa transición al postconflicto tenga ese aroma pacificador que las diferentes manifestaciones culturales pueden brindar. 

Grandes del
‹under› que han visitado la ciudad

Master, agrupación de vieja escuela del subgénero ‹death metal› estadounidense, se presentó el 7 de febrero de 2014 junto con Abbadon, de Barranquilla.
Mystifier, de Brasil, agrupación de culto en el ‹black metal› se presentó el 15 de mayo de 2015. Y visitará Barranquilla el próximo 11 de noviembre, acompañada por Abbadon y Mouldered, experimentadas bandas locales.
Power From Hell, también brasileros, con su compilatorio de ‹black›, ‹trash› y ‹death metal›, tocaron el 6 de abril de 2014.
Terrorizer, de Estados Unidos, con el mítico baterista, ex Morbid Angel, el salvadoreño de nacimiento Pete ‹Comando› Sandoval, estremecieron la ciudad el 14 de noviembre de 2014.
Inquisition, el dúo colombo-estadounidense que ya pasó por el coloso ‹Rock al Parque› que se realiza en Bogotá, se presentó el 30 de octubre de 2015, y repitió el pasado 6 de octubre.
Goat Semen, de Perú, con su propuesta entre ‹black› y el ‹death metal›, estuvieron el
6 de agosto de 2012.
Anal Vomit, los también peruanos, han visitado la ciudad dos veces, primero el 28 de abril de 2010, siendo la primera agrupación internacional en tocar suelo barranquillero, y luego el 15 de noviembre de 2015.

Óscar López Lobo
sumario: 
La historia de Metal del Sur, el sueño de unos amigos que posicionaron la Costa en la escena musical ‹extrema› del país, y trajeron bandas como Inquisition y Mystifier.
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