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Morir de la risa

Domingo, Mayo 15, 2016 - 00:00
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Cuánta fascinación ejercen los actores y actrices allá, subidos en las estrellas, idealizados, adorados, envidiados por el resto de los mortales. Nos seduce el halo de semidioses invencibles haciendo la venia en el teatro o caminando por rojas pasarelas de ensueño y, es, precisamente, por un dios, por Dionisio, que hoy existe el arte de la actuación, porque en la Grecia antigua los seres humanos, para rendirle culto, asistían disfrazados a sus fiestas ceremoniales. 

Sin embargo, la actuación viene desde un principio del Uno, cuando al ser primitivo al observar el movimiento de los animales poderosos se le ocurrió que, si él se movía de la misma forma, podría apropiarse de esos poderes que lo asustaban. En ese relámpago de tiempo surgió el poderoso encanto de la imitación acompañado de maquillaje, máscaras y pieles y, he ahí, el magnetismo de los actores: traen, desde la memoria evolutiva más profunda, los ojos cristalinos de los leones, el andar suave de un gato, la violencia mortal de un oso. El teatro viene de la naturaleza y de la suspicaz inteligencia del ser humano.

Más adelante, en la Grecia antigua, un integrante se aparta del estado natural del colectivo al colocarse de frente al grupo convirtiéndose en el Otro. Diferenciado de los demás rompe la uniformidad y emprende el diálogo, algunos otros se retiran, de esta manera quedarán constituidas las partes del teatro: coro, actor, público, que con el transcurrir de los tiempos pasaría a ser arte, «la expresión de la alienación», según Ernst Fischer. Es el paso cultural de salirse de la Naturaleza lo que dará inicio al teatro, a la danza, al canto, que hoy en día llenan escenarios pequeños hasta grandes estadios.

Se le atribuye a Tespis la creación de los primeros diálogos, inventando así la tragedia, que debe su nombre a la palabra “tragos”, que significa “chivo”; y “oda”, “canto”, el himno religioso cuando se degollaba al chivo para Dionisio, dios del vino. La tragedia es, pues, dolor, sufrimiento, compasión y purificación, lo que era del animal pasó al hombre.

La comedia, como la tragedia, nace del deseo de imitar, pero hacia el otro extremo, hacia la burla. Si la tragedia enaltece, la comedia demerita. Su surgimiento es la capacidad cultural de la oposición, de la dualidad, de la alternancia, la reafirmación de los contrarios. Alcanza su máximo esplendor con la comedia del arte de la improvisación, commedia dell’arte, bellísimo movimiento de teatro popular italiano del Siglo XVI, itinerante, rico en personajes y situaciones, fuente inagotable de los payasos del mundo, de las comedias de televisión, de cómicos de la talla de Cantinflas, Chespirito, Mister Bean y del mismísimo Charles Chaplin.

Del teatro griego nos viene la hipocresía, la máscara, porque es preciso demostrar, fingir, ocultar, expresar ideas y afectos con la maestría de un zanni italiano para sobrevivir en medio de la diversidad de congéneres tan diferentes a uno mismo. El teatro nace con cada criatura porque a todos los niños del mundo les encanta ser el centro de atracción y adoran los aplausos de sus padres. La actuación aparece con el hombre por la insoslayable necesidad de comunicarse con los demás. El teatro es tragedia y comedia y ellos, los semidioses, los actores, nos recuerdan que todos los seres humanos podemos morir de risa o en medio de la alegría, reinventarnos con el llanto.

* Directora de la Fundación y Academia de Teatro Pierrot. Psicóloga graduada en la Universidad Metropolitana de Barranquilla, con especialización en Filosofía contemporánea, de la Universidad del Norte.
luceromartinezkasab@hotmail.com 

Lucero Martínez Kasab
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Carlos Gaviria, un obstinado utópico

Domingo, Mayo 15, 2016 - 00:02
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Cortesía Polo Democrático Alternativo

Sería una impostura no decir abiertamente que hoy es un día triste. Que el último año ha estado velado por una tristeza que, por supuesto, tiene una causa y es la que nos convoca: nuestro país no cuenta más con la lucidez y la integridad de Carlos Gaviria.

Un demócrata a ultranza, defensor del respeto y la tolerancia por las ideas ajenas, un pedagogo tan eficaz que, estoy segura, habría contribuido sin duda a hacer entender en qué consiste la justicia transicional que se está perfeccionando en La Habana; que no es impunidad abrir puertas distintas para la reconciliación, y que más vale dialogar con los contradictores que excluirlos de la sociedad.

Su originaria forma de hacer política desde el ejercicio de la jurisprudencia, aplicando sus convicciones de hombre liberal y laico dejó una impronta que aún no hemos reconocido cabalmente como una extraordinaria conquista para nuestro país. Gaviria creía en las instituciones y a través de ellas defendió sus principios y supo aplicarlos en beneficio del Estado colombiano, del cual reconocía tanto su imperfección como sus posibilidades: el infortunio de nuestros esfuerzos como nación y el enorme futuro que por ende tenemos por delante.

Sus certezas sobre el valor de la palabra, unidas a su férrea coherencia, le condujeron por un camino en el que, si les digo con sinceridad, nunca se sintió cómodo: a Gaviria no le gustaba la praxis política. Esas interminables reuniones en donde los interlocutores aporreaban el lenguaje y la gramática y en las que dejaban translucir o bien sus intereses personales, o un torpe clientelismo, o el afán de poder, no eran lo suyo. Sin embargo, se movía en la plaza pública con soltura y elocuencia y en ocasiones hipnotizaba con sus argumentos: desde allí ejerció una política puesta al servicio de la democracia y de la convivencia pacífica, las cuales consideraba imperativo conquistar, tanto como formar ciudadanos libres y autónomos con el único fin de construir una sociedad más justa y decente.

De Carlos Gaviria Díaz se han dicho muchas cosas. Antonio Caballero señaló en un momento que los líderes de una colectividad estaban adheridos gracias a sus babas, capaces, incluso, hasta de sostener lo insostenible. Fernando Garavito, por su parte, indicó que en él se revelaba «un luminoso e intuitivo proceso de selección natural de las ideas». Algunos han dicho que destilaba un sentido del humor despiadado e impío, y él afirmó sobre sí mismo que era un pésimo estratega.

Para nosotros fue un hombre cercano, jovial y entrañable; un ser humano con quien era posible elevarse a las cimas más encumbradas de la filosofía, de la literatura y el arte con un espíritu constantemente gozoso y una avidez intelectual insaciable. Decía lo que pensaba y hacía lo que decía. Y qué delicia de conversador. No era nada fácil tratar de ser un interlocutor a la altura de su lucidez como lector. Algo que dejó su impronta, como una especie de gimnasia mental que debía ejercitarse día tras día fue su incorregible sentido del humor. No lo perdió jamás, incluso cuando fue objeto de infames calumnias, de amenazas y violentos ataques. Para los necios tenía siempre un verso de Borges, una sentencia de Sócrates, la línea de un tango, una anécdota de Bertrand Russell…

Fue un privilegio haber recorrido un trecho del camino junto a él, haber sido testigos de su rigor intelectual, de su valentía y reciedumbre, de su ejercicio continuado de una ética humanística expresada en un hermoso lenguaje. Y como humanista fue un obstinado utópico. Recuerdo un artículo suyo en donde hace una sugestiva descripción del espíritu del Quijote y que se aplica perfectamente a él mismo: «Juzgar loco al hidalgo manchego es denostar la postulación de un mundo impecable, aunque metafórico, el único donde la utopía que no tiene lugar puede tenerlo. La ineptitud de los medios elegidos para llevar a cabo la hazaña (un rocín extenuado, una lanza endeble y mohosa y un escudo abollado), hacen más explícita aún la moraleja: el sueño de un mundo justo y amable excluye las armas eficaces».

Sus armas fueron su vida de hombre íntegro, su insistencia en la educación como un derecho irrenunciable, la persecución de la paz y la igualdad a través del respeto a la pluralidad, su pedagogía basada en la autonomía y en lo que consideraba el fin más inapreciable: la dignidad humana.

Hoy, el legado de Carlos es más pertinente que nunca: nos debe acompañar en el ejercicio que estamos emprendiendo de construir una ética social por los caminos del diálogo y el consenso; en esta nueva empresa de formar ciudadanos para la convivencia pacífica basada en el respeto y la tolerancia por las ideas ajenas. Por fortuna nos quedan sus libros, sus entrevistas, sus declaraciones públicas, que hoy circulan impresas y en videos; por suerte nos queda el recuerdo privilegiado a quienes lo conocimos y anticipamos la maravillada sorpresa que asaltará a quienes aún están por descubrirlo.

*Directora de la Biblioteca Nacional de Colombia. Graduada en Filosofía y Literatura de la Universidad de los Andes. Fundó la Librería Biblos, editó la colección de libros Cara y Cruz, de editorial Norma; también fue la realizadora y presentadora del programa de radio “Libros y Música”, con Bernardo Hoyos, para la emisora H.J.U.T., durante 7 años.
 

Consuelo Gaitán
sumario: 
El legado del ex candidato a la Presidencia de la República de Colombia Carlos Gaviria Díaz como maestro, magistrado de la Corte Constitucional, amigo y defensor incansable de la democracia y la educación fue celebrado el 13 de mayo de 2016 por Mincultura
No

Julio Cortázar, una conciencia educadora

Domingo, Mayo 15, 2016 - 00:00
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Julio Cortázar, después de muerto en 1984, en París, no ha dejado de publicar. Y una mirada cuidadosa de esos textos editados permiten observar a un Cortázar inesperado. Uno de ellos es el de profesor y conferenciante declarado, como lo registra el texto editado en el 2013 Clases de literatura. Berkeley, 1980 y Cartas 1937 – 1954. Con ello daba cuenta, una vez más, de su carácter de docente (o más que todo de su naturaleza de enseñante). Decíamos que Cortázar, después de su fallecimiento, continuaba publicando, y ello gracias a la labor de su primera esposa, editora, traductora y albacea Aurora Bernárdez, fallecida a finales del 2014. Poco antes de morir, Cortázar había delegado en sus amigos Saúl Yurkievich y su mujer, Gladis Anchieri, su obra sin publicar, para que decidieran sobre su edición. Yurkievich nunca estuvo de acuerdo con el nombramiento de “el albacea de Cortázar”, y se encargó de aclarar de no serlo sino la exesposa de Cortázar, Aurora Bernárdez  (vivieron juntos entre 1953 y 1967), quien cuidó dichas publicaciones.

De su labor salieron varios libros y recopilaciones: en 1985, Adiós Robinson y otras piezas breves; en 1994, Obra crítica. En 1996 se edita Imagen de John Keats, escrito entre 1951 y 1952. En el 2009, Papeles inesperados (1940-1984), edición de Aurora junto con Carlos Álvarez Garriga, y en el mismo año, Correspondencia Cortázar-Dunlop-Monrós, Cartas a los Jonquières, (2010) y cinco tomos de Cartas, en más de 3.000 páginas, que van de 1937 a 1994.

Pero también se encuentran Silvalandia (1996), una obra en colaboración de Julio Silva, dibujante e ilustrador de sus obras La vuelta al día en ochenta mundos, Último round y Divertimento (esta última escrita en 1949), junto con El examen. Otra novedad la constituye La puñalada/El tango de la vuelta, otro libro póstumo de Cortázar y el artista Pat Andrea, que había sido publicado en febrero de 1984, un día después de que fuera enterrado el autor de Rayuela, considerado un tesoro editorial perdido durante años y que ahora se recupera.

EL PROFESOR DE BACHILLERATO Y EL UNIVERSITARIO

Cuando se piensa en tan inesperada cantidad de textos recopilados, una mirada cuidadosa a las Cartas 1937 – 1954 y Clases de literatura. Berkeley, 1980 dejan ver en Cortázar una conciencia educadora. Como sus pares escritores Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier, José Donoso o Jorge Luis Borges, Cortázar tenía el don de la palabra fácil.

Los orígenes en la docencia de Cortázar provenían de sus estudios normalistas, en Buenos Aires, de los que egresa en 1928, a los 14 años, en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta. Se gradúa, más tarde, en 1932 como Maestro, y tres años después se titularía como Profesor Normal en Letras en 1935,  en la misma escuela normalista Mariano Acosta. «Pésima, una de las peores escuelas imaginables», indicaría. Esa experiencia la trasladaría después a su cuento “La escuela de noche”, publicado en el libro Deshoras. Así, el narrador expresa críticamente: «En algún momento empecé a aflojar con elegancia, porque también a mí la escuela no me parecía tan manyada aunque llevaríamos allí seis años y medio de yugo, cuatro para recibirnos de maestros y casi tres para el profesorado en letra, aguantándonos materias tan increíbles como Sistema Nervioso, Dietética y Literatura Española…»

A los 19 años había leído Opio: diario de una desintoxicación, de Jean Cocteau, libro que los transformaría y daría pie para decidirse más rápidamente para ser escritor y adscribirse al surrealismo. En la Escuela Mariano Acosta llegó a dirigir la revista Addenda, y en 1935, a los 21 años, participa como actor del grupo de estudiantes. La Buenos Aires de entonces se encontraba en plena transformación. El Cortázar de entonces era un muchacho alegre y hablador. Lampiño, y se mantuvo así, hasta que su barba fue operada en la París de los años 60 porque quería posar como intelectual y diferente. Pero tuvo que esperar al menos 30 años más para darle otra forma y otra estampa a su cara. 

Había ingresado a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1935 y allí aprueba el primer año, pero, como declararía más tarde, en su casa «había muy poco dinero y yo quería ayudar a mi madre», y abandona los estudios para iniciarse como profesor. De esta manera es designado como docente en la escuela San Carlos, en Bolívar, una provincia en las afueras de Buenos Aires, de 1937 a 1939, donde se distinguió por su pedagogía viva y clara. En 1938 publica su primera colección de poemas, Presencia, con el seudónimo de Julio Denis. De ellos dirá que eran unos sonetos «muy mallarmeanos», y que para él son «felizmente olvidados».

En ese trasegar por las provincias de Buenos Aires, y ya con 25 años de edad, es trasladado a la Escuela Normal de Chivilcoy, como titular de historia, geografía e instrucción cívica hasta julio de 1944, cuando es llamado como profesor en la Universidad de Cuyo, donde le ofrecieron las cátedras de Literatura Meridional y Septentrional, dictadas entre 1944 y 1945. «Año y medio estuve en Cuyo, hasta que llegó el primer gobierno de Perón, y me marché», declaró después. Cuyo es una ciudad ubicada en el centro oeste de Argentina, en la provincia de Mendoza.

De esa dimensión de los maestros tercermundistas y de escuela pública parten sus interesantes reflexiones en la Escuela Normal de Chivilcoy: «Tengo mucho trabajo en mis nuevas horas, y aunque muy satisfecho de la Escuela y del alumnado, me veo obligado a consagrarme hasta el cansancio a la preparación de las clases». Más adelante, indica que trabaja «con un cuerpo de profesores que —salvo honrosísimas excepciones— desarrollan sus actividades dentro de un marco de mediocridad tan desoladora como exasperante». Las informaciones y quejas a sus corresponsales son constantes. Cortázar escribe desde una piel que no le disgusta pero que enfrenta de manera dolorosa algunas veces. Todo depende de la época: «Ahora que he terminado el torbellino de exámenes, regreso a la relativa paz de Buenos Aires, y entro en la semana de Navidad».

En esa época el autor argentino muestra la dimensión que todavía afrontan los maestros latinoamericanos y de países ‘en vía de desarrollo’ (realmente, todavía ¿‘tercermundistas’?): las cuitas, enredalapitas y problemas de un profesor al que se persigue, se cuestiona porque es diferente, porque no se deja mangonear, porque es objetivo y claro en sus búsquedas y propuestas. Las cartas demuestran, además, un pensamiento libre y un lector insaciable y con gran capacidad de reflexión y profundidad crítica. Acerca de una muestra de música hindú escuchada en esos años, escribe con gran humor y sarcasmo: «las voces de los cantantes son una cosa desgarrada, angustiosa; el repetirse del mismo acompañamiento termina por envolverlo a uno en un ambiente de ‘horror sagrado’; se sale de esos discos como de un pantano palúdico; pero se vuelve a ellos como el criminal al lugar del crimen —y perdón por el conato de imagen—».

LA PERSECUCIÓN POLÍTICA
Pocos después, hacia 1944, en tiempos en que los militares comienzan a tener fuerza en el gobierno, Cortázar es cuestionado en el colegio, acusándosele de «escaso fervor gubernista», comunista y ateo, pues dictaba las clases de la «revolución» peronista de manera fría, «llenas de reticencias y reservas», lo cual conllevaba no apoyar al gobierno y ser socialista. Pero afortunadamente el panorama se le abre, pues es llamado a dictar unas cátedras en la Universidad de Cuyo como interino en el programa de Filosofía y Letras, en Mendoza: Literatura Francesa y de Europa Septentrional, basado en el estudio de la poesía.

Un año después, el panorama crítico por el que se saliera de la escuela secundaria se repite en la Universidad de Cuyo, pues, comenta: «he tenido en honor de que en Mendoza me califiquen de fascista, nazi, sepichista, rosista y falangista […] con tanto fundamento como podría ser la de llamarme sauce llorón». La Argentina de entonces, 1945, especialmente en los planos de la educación y la política, se llena de vituperios, persecuciones políticas, insultos en la radio, en los periódicos. Son tiempos difíciles. Y Cortázar comienza en una refriega hasta hacerse público. Por ello, llega a declarar que en la universidad «vivimos cinco días completamente sitiados, recibiendo las consabidas bombas de gases, amenazas, etc.». Es el año en que Juan Domingo Perón gana las elecciones y la persecución a los profesores y renuncias son el pan de cada día. Así, en junio de 1946, eleva carta de renuncia, en virtud de las presiones, triquiñuelas y rifirrafes: «Preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a ‘sacarme el saco’ como les pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos», declarará más tarde.

De esa experiencia nace el primero de sus cuentos, “Casa tomada”, presentado a Jorge Luis Borges para su publicación, y quien lo aprueba inmediatamente para su revista Los anales. El cuento narra en clave neofantástica la vida de dos hermanos aburguesados que viven de la renta de sus fincas y tierras, en una provincia argentina, en una casona de sus antepasados, y que se sienten invadidos por fuerzas desconocidas, que nunca logran aparecer de manera concreta. Primero esas fuerzas se toman una parte de la casa, después, el resto, y los hermanos salen obligados por esa fuerza invasora. Desde una interpretación política, como en la política de ciertos dictadores latinoamericanos que pronuncian el «expropiésele» de manera categórica, el cuento apuntaba a ser una metáfora del despojo simulado, de una política en que el terror político se convertía en una versión de lo desconocido y neofantástico, una visión donde el terror se constituía en un misterio cotidiano.

SU MÉTODO DE ENSEÑANZA
Acerca de sus métodos de enseñanza, en el blog de Juan Botía, en un artículo titulado “Julio Cortázar: profesor” aparecido en El Espectador, se reseñan las palabras de una exestudiante del colegio de Chivilcoy, María René Miné Cura. Para ella, la importancia de Cortázar como docente «fue transmitirnos la historia y la geografía de una manera que no nos había sido revelada. Era una mirada distante de la oficial. No hacía una cronología rigurosa. Nos contó la historia cotidiana, que era la historia de la civilización. Y nos enseñó la geografía humana, que traza la relación entre la gente y la tierra. Detestaba tomar exámenes y criticaba la rigidez del sistema educativo. Tenía una cosmovisión de las cosas».

Justamente, tiene que ver con la filosofía pedagógica que expresa Cortázar en un hermoso texto titulado “Esencia y visión del maestro” (y reimpreso en Papeles inesperados), editado por los alumnos de la Escuela Normal de Chivilcoy, en la revista Argentina, en el número 31 del 20 de diciembre de 1939:

“Ser maestro significa estar en posesión de los medios conducentes a la transmisión de una civilización y una cultura; significa construir, en el espíritu y la inteligencia del niño, el panorama cultural necesario para capacitar su ser en el nivel social contemporáneo y, a la vez, estimular todo lo que en el alma infantil haya de bello, de bueno, de aspiración a la total realización”.

Acerca de esas clases de Literatura en la U. del Cuyo, Cortázar expresa: «Enseño mi literatura con gusto —aunque el nivel intelectual de aquí no sea brillante— y salgo por fin de esa odiosa cátedra secundaria que había dejado de tener todo sentido para mí […] yo vengo a quitarles cruelmente la inocencia, esa que Rimbaud defendía con tan atroces blasfemias  que hacen sonrojarse a veces a mis alumnos». Pero en realidad ese otro tiempo, ya personal, ya para la escritura que se manifestaba en algunos cuentos publicados o próximos a publicarse, pues «me divierto enormemente poniendo en orden —¡ya era tiempo!— mis ideas y sentires».

Entre ese año, 1946 y 1951, presenta libros que son rechazados: el poema dramático “Los reyes”, la novela Divertimento y la novela El examen, hasta que le publican Bestiario, su primer libro de cuentos, y desde el cual comienzan a figurar sus primeras obras maestras en el género. Tras ganar una beca en París, se marcha en 1951.

CLASES DE LITERATURA. BERKELEY, 1980
Desde 1969 Cortázar se había negado sistemáticamente a dictar conferencias o charlas en Estados Unidos por encontrarse en contra de la ‘fuga de cerebros’ y por su postura combativa del momento en contra de la «política imperialista» de ese país, posición que cambió a mediados de los setenta para cumplir con homenajes y simposios.

En Clases de literatura. Berkeley, 1980, Cortázar logra exponer su poética de la literatura de manera didáctica y popular, cómo y bajo qué parámetros escribió sus obras y cuáles eran las perspectivas experienciales y políticas tras las cuales plasmó tales trabajos. Al igual que Ítalo Calvino, quien es invitado en 1985 por la Universidad norteamericana de Harvard, para impartir la prestigiosa cátedra.

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Imagen de la portada del libro ‘Julio Cortázar. Clases de literatura, Berkeley, 1980’. Foto de Carol Dunlop. Co. CGAI, Penguin Random House Grupo Editorial.

Las lecturas o conferencias hacen una revisión lúcida e inteligente de su obra: 1) de los tiempos de cuentos fantásticos y de “entretenimiento”. Sobre estos declara: «En los cuentos de Buenos Aires los personajes estaban al servicio de lo fantástico como figuras para que lo fantástico pudiera irrumpir […] [aunque] lo que verdaderamente me importaba era el mecanismo del cuento, sus elementos finalmente estéticos, su combinatoria literaria con lo que puede tener de hermoso, de maravilloso y de positivo». Y que son realmente los más recordados, los de la primera época, como “Casa tomada”, “Circe”, “Continuidad de los parques”, “La noche boca arriba” y “Carta a una señorita en París”, entre otros. 2) También hace referencia Cortázar a una época metafísica (el cuento “El perseguidor” y Rayuela), que describen tiempos del individualismo y el egoísmo de Johnny y Horacio Oliveira, para pasar, posteriormente, a la última 3), en la que busca mirar al hombre desde sus dimensiones políticas, económicas e históricas, a partir de la revolución cubana.

Acerca de sus charlas en Harvard, Cortázar se preguntaba: «¿Enseñar?» Dejo, dice en su carta a Guillermo Shavelzon, irónicamente, una imagen de «rojo», «y les demolí la metodología, las jerarquías profesor/alumno, las escalas de valores, etc. En suma, que valía la pena y me divertí». Tanto así, que en su primera charla, aclaró Cortázar: «Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones».

Cortázar sabía narrar cuentos. En 1970 había hablado en La Habana y después originalmente publicado en la revista Casa de las Américas, en 1970, el texto “Algunos aspectos del cuento”, donde introdujo su inolvidable boutade de que «la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out». Y ello, explicaba, porque «El cuentista sabe que no puede proceder acumulativamente, que no tiene por aliado al tiempo; su único recurso es trabajar en profundidad, verticalmente, sea hacia arriba o hacia abajo del espacio literario».

En este recorrido, la mirada que Julio Cortázar  manifiesta desde la literatura y desde la educación, casi cincuenta años atrás, es contigua, interpenetrante. En primer lugar, esta época concuerda con una declaración acerca del sentido humanístico de la literatura que da Cortázar en sus Clases de literatura:

“Creo que nosotros los escritores, si algo nos está dado —dentro de lo poco que nos está dado— es colaborar en lo que podemos llamar la revolución de dentro hacia afuera; es decir, dándoles al lector el máximo de posibilidades de multiplicar su información, no solo de información intelectual sino también la psíquica […] Si algo puede hacer un escritor a través de su compromiso ideológico o político es llevar a sus lectores una literatura que valga como literatura y al mismo tiempo que contenga, cuando es el momento o cuando el escritor así lo decide, un mensaje que no sea exclusivamente literario”.

Frente a la literatura, frente a la educación, surge un Cortázar integral: nociones de bondad, nociones de belleza, nociones de una política, que confluyen en una apertura inteligente hacia el mundo; se trata de enseñar a pensar desde diferentes dimensiones: desde la educación y lo literario. Ellas convergen, y el maestro traslada hacia sus estudiantes ese diálogo fructífero: educar para ayudar a pensar, a interpretar, hacer el mundo propio y mejorarlo. 

Sobre el autor
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Profesor de Literatura, Universidad del Atlántico. Investigador, editor. Coordinador de Publicaciones Científicas Universidad Autónoma del Caribe. Autor del libro ‘Jorge Luis Borges. Del infinito a la posmodernidad. Una mirada desde la filosofía contemporánea a su narrativa’. Editorial Uniautónoma.
 
Adalberto Bolaño Sandoval
sumario: 
El autor de Rayuela no solo dictó cátedra en la famosa universidad estadounidense de Berkeley. En Argentina fue profesor de bachillerato, titular de historia, geografía e instrucción cívica. Dictó clases en la escuela pública y en la universidad.
No

Buenas y malas noticias para el arte moderno

Domingo, Mayo 15, 2016 - 00:00
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El Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMOMA) reabrió sus puertas ayer tras una renovación de tres años y 305 millones de dólares (267 millones de euros) con la que busca convertirse en una galería de talla internacional y estrechar los lazos con Latinoamérica y Asia.

«Queremos expandir nuestra colección geográficamente, internacionalmente y también en lo que se refiere a representación de artistas de color. Es muy importante para nosotros el lograr eso», explicó a Efe el director del museo, Neal Benezra, durante la presentación a la prensa de las nuevas instalaciones esta semana.

El MOMA de San Francisco se fundó en 1935 y durante años fue el único museo al oeste de Chicago interesado en arte moderno.

Eso ayudó a la galería, que cuenta ahora con 16.000 metros cuadrados para exhibiciones, distribuidos en siete plantas y terrazas exteriores, a estimular el interés del público de San Francisco en el arte moderno y contemporáneo.

Tras la millonaria renovación, con la que se ha triplicado el espacio disponible para exposiciones y que lideró la firma de arquitectos noruega Snohetta, el museo busca ir un paso más allá y afianzar un estilo propio.

«Somos conscientes de que en unos años California será un estado en el que la mayoría de la población hablará español, y eso hace que una parte muy importante de nuestra misión sea el pensar en México, en Suramérica, en Centroamérica, y hacer que sean una parte muy importante en nuestras exhibiciones», explicó Benezra.

La relativa proximidad con Asia también ofrece, en su opinión, «una oportunidad» de estrechar lazos con esa región. «Así que tenemos una interesante oportunidad geográfica con la que probablemente no cuenta un museo en Nueva York, así como la posibilidad de no ser tan eurocéntricos», insiste el director del SFMOMA.

En su reapertura la galería exhibirá 1.900 piezas de arte, entre ellas 1.100 obras de la colección privada Doris y Donald Fisher, que incluye muestras de arte abstracto estadounidense y trabajos de los maestros alemanes de la posguerra como Gerhard Richter, Anselm Kiefer y Joseph Beuys.

El SFMOMA tiene además una sala entera dedicada a figuras móviles de Alexander Calder y un área iluminada por dos enormes ventanales en la que se exhiben más de 40 esculturas de artistas británicos como Anish Kapoor, Antony Gormley y Richard Long, entre otros.

Los visitantes podrán disfrutar también de la exposición fotográfica California y el Oeste, ordenada cronológicamente desde 1856 hasta el año 2014 y que captura paisajes del estado y muestra cómo se ha usado la tierra a lo largo de los años.

La muestra fotográfica, que estará en el museo hasta septiembre de este año, incluye imágenes de Ansel Adams, Manuel Álvarez Bravo, Lewis Baltz y Edward Weston, entre otros.

Entre las obras maestras del museo figuran también piezas de Frida Kahlo, Salvador Dalí, Georges Braque, Constantin Brancusi, Edward Hopper, Paul Klee, René Magritte y Andy Warhol.

El museo cuenta también con un nuevo restaurante, In Situ, que tendrá al frente de los fogones al galardonado chef Corey Lee, quien ha contado con la colaboración de 80 destacados cocineros de todo el mundo para la elaboración de un menú culinario global que irá rotando periódicamente.

Las instalaciones incluyen un ‘muro viviente’, en el que se han plantado 19.442 especies distintas, muchas de ellas originarias de California.

El nuevo SF MOMA tiene una fachada blanca y ondulante con la que Craig Dykers, el arquitecto que lideró el proyecto, quiso evocar el agua que rodea la bahía de San Francisco y la niebla que con frecuencia cubre la ciudad. Efe

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En primer plano, la escultura ‘Secuencia’, del arquitecto Richard Serra, en las instalaciones del Museo de Arte Moderno de San Francisco, cuya fachada se aprecia en detalle en otra foto cedida por la institución. Efe

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Vestíbulo principal del Museo Metropolitano de Arte (MET), en Nueva York.

Teresa Bouza
sumario: 
Una fachada blanca y ondulante que evoca el agua que rodea la bahía de San Francisco y la niebla que con frecuencia cubre esta ciudad estadounidense enmarca la sede del Museo de Arte Moderno que funciona desde 1935, reinaugurado con siete pisos.
No

Cela, sin censura, en su centenario

Domingo, Mayo 15, 2016 - 00:00
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Escritor, pintor, poeta, vagabundo, viajero, torero, periodista, animador cultural, editor, cineasta, cartero, judoka, académico senador. Son muchas facetas, pero primordialmente la de escritor, es la que quiere rescatar Camilo José Cela Conde, el hijo de Camilo José Cela, nobel de Literatura 1989, quien está al frente de los actos que conmemoran el centenario del autor, fallecido en 2002.

«Se pretende, sobre todo, rescatar al Camilo José Cela esencial, que en el fondo es el escritor. Mi padre venía acompañado de una multitud de personajes, pero todos ellos forman parte de lo que luego incorporó a su obra, y ese es el universo Cela. El universo está lleno de estrellas y la carrera de mi padre también», dice Conde.

El 11 de mayo Camilo José Cela hubiera cumplido cien años, y en especial España está recordando al autor a través de actividades literarias y culturales.

Además, Ahora Camilo José Cela Conde, el único hijo del escritor, está feliz reivindicando el legado del autor de obras cumbre de la literatura española del siglo XX, como La colmena, La familia de Pascual Duarte o Mazurca para dos muertos. Atrás han quedado los años de desencuentro involuntario de Cela Conde con su padre y el litigio con su viuda Marina Castaño, segunda esposa del escritor.

«A mi padre, a partir de un determinado momento, el interés por el lenguaje en sí mismo le devoró», explica Cela Conde, hijo del escritor y de Rosario Conde, que este año ha recuperado sus derechos como heredero.

Una catarata de actividades se realizarán en Padrón, localidad de Galicia en la que nació el autor. Empezaron con una conferencia en la que participó el  hermano del escritor, Jorge Cela, a la que siguió una mesa redonda en la que participaron tres generaciones de Cela: «Mi tío, mi hija Camila y yo mismo», precisa Cela Conde.

Muchos más actos se llevarán a cabo este año, que incluso llegarán a principios de 2017, y que han comenzado por las reediciones de sus obras fundamentales. La primera de ellas ya está en la calle, La familia de Pascual Duarte, editada por Destino, que pretende captar a la gente joven.

Destino, que tiene todo el fondo del autor, edita también un libro muy importante Cela, piel adentro, escrito por el hijo del Nobel y en el que Cela Conde recoge las cartas cruzadas entre Cela y su esposa Charo.

Una mirada personal, literaria, nueva y profunda sobre Cela, que incluye documentos inéditos como algunas de las cartas de las mil que estaban en la caja que descubrió Cela Conde tras la muerte de su madre, y entre las que se intercala algún poema.

También la Asociación de Academias de la Lengua Española reeditará La colmena, con los párrafos eliminados por la censura. Y se reeditarán los libros de viaje de Cela, que se incluirán en los periódicos más importantes de toda España, según el hijo del autor.

Otra de las novedades que traerá este centenario es el descubrimiento de una comedia de cine inédita de Cela. «Es teatro filmado. Se abre el telón, se cierra el telón, pero la estructura es la de un guion de cine, que en manos de Buñuel hubiera sido una maravilla porque es surrealismo. A nadie se le hubiera ocurrido hacer un corto con ese guion, pero a modo de curiosidad sí quiero que se conozca», argumenta Cela Conde.

«Espero que se recupere también al Cela vagabundo –subraya– porque, al fin y al cabo, es el verdadero Cela.  A partir de un determinado momento, ese interés por el lenguaje le devoró –insisto– y sus novelas se convirtieron en otra cosa; pero el primer Cela, el vagabundo, es sin duda el más interesante de todos, el de los apuntes carpetovetónicos, el de la España negra es una maravilla», matiza. «Mi padre estuvo en la vanguardia hasta el último momento”. 

 

Carmen Sigüenza
No

El cine, su otra vocación

Domingo, Mayo 15, 2016 - 00:00
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Además de la faceta de escritor que le valió el Premio Nobel, Camilo José Cela tuvo una vocación cinematográfica que desarrolló principalmente en las décadas de los 40 y 50, cuando participó en varios filmes como guionista y actor.

Asiduo de las tertulias del Café Gijón, el interés de Cela por el séptimo arte despertó en las charlas que compartió en el mítico local del paseo de Recoletos de Madrid con cineastas comoJaime Mayora o Pío Ballesteros, con los que después colaboraría.

Así lo explicó a Efe Fernando Lara, coordinador de un ciclo de proyecciones sobre el Nobel gallego y su «muy especial» vinculación con el cine que acogió hasta el pasado miércoles la madrileña Casa del Lector.

Esta muestra, que se podrá ver en Palma de Mallorca y que «probablemente» estará también en La Coruña –ambas ciudades estrechamente vinculadas a la vida del literato–, ha incluido el estreno del documental “El recuerdo más cercano”, promovido por la Fundación Charo y Camilo José Cela.

«Fue en la transición entre las décadas de los 40 y 50 cuando más cultivó su pasión por el cine», cuenta Lara antes de referirse a algunos de los títulos que, explica, marcaron la diferencia en este aspecto entre el autor de La colmena y otros de sus contemporáneos como Carmen Martín Gaite, Miguel Delibes o Torrente Ballester.

En esa época, concretamente en 1949, la cara más cinematográfica de Cela se dejó ver cuando participó activamente en el «casi secreto» largometraje El sótano, dirigido por Jaime de Mayora, en el que el escritor no solo colaboró como guionista sino que encarnó a uno de los personajes principales.

También en ese periodo, en el que se llegó a hablar de que el propio autor dirigiría la adaptación de La familia de Pascual Duarte, se inscribe su guion inédito para el filme Prometeo, que se hallaba entre los papeles de la familia Cela y cuya existencia se hizo pública recientemente.

«El texto de Prometeo es un tanto surrealista, muy propio de las tendencias de la época, y presenta una especie de pesadilla colectiva que sería inviable de realizar con las técnicas del cine español del momento», argumenta Lara.

El autor de Iria Flavia (La Coruña) también colaboró en los guiones de Consultaré a Mr. Brown, de Pío Ballesteros, y la cinta El cerco del diablo, ambas perdidas en el incendio de los laboratorios Madrid Films en 1950.

Como actor, Cela trabajó con Ballesteros con un pequeño papel en la película Facultad de Letras (1952), al que se suma una brevísima aparición de apenas 30 segundos en el Manicomio (1954), de Luis María Delgado y Fernando Fernán-Gómez.

Mención aparte merecen las versiones cinematográficas de las novelas del gallego, como el Pascual Duarte (1975), de Ricardo Franco, y La colmena, dirigida por Mario Camus en 1982 con José Sacristán y Victoria Abril a la cabeza del reparto.

Ambos filmes cosecharon reconocimientos: el premio a mejor actor para José Luis Gómez en el Festival de Cannes 1976, en el primer caso, y el Oso de Oro de la Berlinale en 1983, en el segundo.

Cela cuenta también con un pequeño papel en la cinta de Camus, en la que da vida al inventor de palabras Matías Martí, una aparición que repitió en La insólita y gloriosa hazaña del cipote de Archidona, largometraje de Ramón Fernández –versión del texto homónimo del Nobel– en el que se interpretaba a sí mismo.

En televisión, Antonio Giménez-Rico adaptó en 1975 para el programa  “Los libros”, de TVE, el Viaje a la Alcarria, de Cela, que ha renovado recientemente Tomás Cimadevilla en su
corto documental  “Regreso a la Alcarria” (2015).

Ya en 1992, el Nobel gallego se encargó del texto de la serie  El Quijote de Miguel de Cervantes, dirigida por  Manuel Gutiérrez Aragón  para Televisión Española,  en lo que supuso la recuperación de su vieja vocación  de guionista. 

Ana Martínez Sanjurjo
No

El Carnaval llega a Anapoima

Imágenes del Carnaval de Barranquilla realizadas por fotógrafos-artistas de esta ciudad se exhiben en la Casa de Cultura de Anapoima, municipio de Cundinamarca, dentro de las actividades del Festival Nacional de Danzas Folclóricas. La muestra ‘Quien lo vive es quien lo goza’ fue curada por  Eduardo Márceles Daconte.

Domingo, Mayo 15, 2016 - 00:00
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Latitud 22 de mayo de 2016

Domingo, Mayo 22, 2016 - 00:00
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Robert De Niro regresa al cuadrilátero, pero sin guantes

Domingo, Mayo 22, 2016 - 00:00
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Sentado en una azotea en Cannes, poco después de que Manos de piedra (Hands of Stone) debutara en la Riviera Francesa, Robert De Niro se dijo contento de dejar a Ramírez, de 39 años, los rigores de interpretar a un boxeador.

El legendario actor De Niro interpreta al entrenador Ray Arcel, mientras que el venezolano Édgar Ramírez, astro de Carlos y Point Break, encarna al boxeador panameño Durán.

«Lo vi trabajar tan duro y con tanta disciplina, que me dio gusto que no fuera yo», dijo De Niro, soltando una carcajada y dándole a Ramírez una palmada en la espalda. «¡Muy buen trabajo!».

Ramírez, quien entrenó ampliamente para el papel, sacudió su cabeza. «Él iba a los mejores restaurantes en Panamá cuando teníamos un día libre. Yo me quedaba en mi apartamento».

Manos de piedra, que Weinstein Co. planea estrenar más adelante en el año, llega más de 35 años después de que De Niro interpretó célebremente al boxeador Jake LaMotta en Toro salvaje (Raging Bull), una película que De Niro luchó para que dirigiera un entonces trastabillante Martin Scorsese. La película sigue siendo una campeona entre las películas sobre boxeo, elogiada por su cinematografía en blanco y negro así como sus oscuros misterios.

De Niro conoció a Arcel, entrenador de 18 campeones mundiales, mientras filmaba Toro salvaje. «Me dio la sensación de que tenía la elegancia real y un aura que no es típica de los entrenadores que he conocido», dijo De Niro.

Manos de piedra –una historia sobre un hombre pobre que consigue el éxito, cruzada por la rivalidad entre Durán y Sugar Ray Leonard (interpretado por el ágil Usher)– es un drama de boxeo más musculoso y pesado, con el beneficio de la atmósfera panameña local. También actúa el salsero Rubén Blades, en el papel de Carlos Eleta, mánager de Durán. Variety dijo que «golpea de una manera convencional, agresiva, sin redondeos».

«No tenía que hacerla, simplemente quería hacerla», dijo De Niro. «Quería asegurarme de que fueran en la dirección correcta».

De Niro, de 72 años, podría haber dejado el boxeo hace mucho tiempo, pero regresó a él en el comedia de 2013 Grudge Match. Él y Sylvester Stallone interpretaron a viejos rivales que son obligados a volver a pelear.

Pocos actores son más apropiados para el papel de un sabio mentor. De Niro no sermonea sobre la actuación, pero sí aboga por el minimalismo en la interpretación. «Los actores tienden a pensar que no están haciendo suficiente, pero el hecho es que no tienen que hacer nada en algunos casos. Hacer nada es todo lo que necesitas», dijo De Niro. «Eso es difícil, no hacer nada».

En el estreno de Manos de piedra el festival realizó un rápido homenaje a De Niro, lo que le llenó de lágrimas. El festival ha recibido en varias ocasiones al actor, quien presidió el jurado en 2011. Hace 40 años Taxi Driver ganó la Palma de Oro, y antes de eso Calles peligrosas se presentó en la sección Quincena de Realizadores, algo que medio recuerda De Niro. «Se me olvidó cómo llegamos ahí», dijo, «pero sé que estuvimos ahí».

De Niro, considerado uno de los más grandes actores de todos los tiempos, confesó en el Festival de Cannes que raramente vuelve a ver sus películas y que, cuando lo hace, «a veces es doloroso» porque se da cuenta de sus errores.

«A veces son solo cosas de vanidad, pero sobre todo errores por no haber sacado la escena como debería, o por haberme equivocado en una frase. Hay formas para cortarlo, pero es mejor hacerlo todo de una vez», explicó.

Para el intérprete de Taxi Driver, «cualquier cosa en la vida que te propones y no consigues es decepcionante. Por eso, el boxeo es muy claro: si ganas, ganas, y si pierdes, pierdes». Sin embargo, en la vida una derrota aparente puede convertirse en una victoria, como sucedió con el propio rodaje de Hands of Stone, producida por Harvey Weinstein.

«Íbamos a rodar la película en Puerto Rico con un inversor, pero finalmente la cosa no salió adelante y gracias a eso fuimos a Panamá, donde deberíamos haberla hecho desde el principio. Conseguimos el apoyo del Gobierno, y el propio Durán estaba ahí», dijo.

El actor no se considera cualificado para juzgar si el cine estadounidense es ahora mejor o peor que cuando rodó su personaje de Jack La Motta en Raging Bull, hace 36 años, pero sí opinó que hoy «se hacen más películas independientes, que son realmente interesantes».

«Esto sucede incluso en la televisión, que a veces es más interesante que las películas. Desde un punto de vista práctico, para los actores y para la gente que hace películas, hay más trabajo para mucha gente», dijo.

El hecho de haber tenido un referente real para preparar su papel como Arcel, pese a que este murió en 1994, le parece algo positivo a De Niro, que utilizó fotos y entrevistas que se le hicieron al entrenador en vida.

«También hablé con su mujer. Me resultó muy útil, porque partes de algo» para construir el personaje, explicó.

El joven director venezolano Jonathan Jakubowicz, de 38 años, maneja con pulso la historia y rueda con maestría las escenas de los combates, al tiempo que tampoco cae en la hagiografía, al dibujar a un Durán carismático pero con numerosas zonas de sombra.

De Niro comenzó a gestar el filme hace siete años, tras instalarse en Los Ángeles, donde no dejaba de recibir propuestas que no lo convencían.

La película, estrenada fuera de competición en el Festival de Cannes, narra de manera algo convencional, pero con tanta potencia como un uppercut, las victorias de Durán y sus sonoros fracasos. Porque la biografía de Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán es una crónica de éxitos, que lo convirtieron en uno de los mejores pesos ligeros de la historia, pero está marcada por una derrota que quedó grabada en los anales.

El 25 de noviembre de 1980, en Nueva Orleans (Estados Unidos), Durán abandonó en pleno combate la revancha por el título mundial que había concedido a otro mito del boxeo, Sugar Ray Leonard, solo unos meses después de haberlo batido en Montreal (Canadá). Esa pelea quedó para la posteridad como la del «no más», las supuestas palabras que dijo el panameño cuando se retiró por la humillación que estaba sufriendo. Para encarnar a la esposa de Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán, Jakubowicz se decantó por la cubana Ana de Armas, «que es quien realmente manda».

La cinta tiene el trasfondo político de la presencia estadounidense en el Canal de Panamá, pero Jakubowicz no teme que eso pueda afectar el recorrido de la película en Estados Unidos.

«Las películas de latinos y con latinos en EEUU muestran siempre a un latino espantoso, narco o criminal, y yo decía: ‘coño, ¡¿por qué todas las películas nos muestran a los latinos como nos muestra (Donald) Trump?!», reflexionó.

Por eso, encontró en Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán a alguien que rompía el estereotipo y que además, como tenía un entrenador estadounidense, representaba muy bien la dicotomía entre Latinoamérica y Estados Unidos.

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El director venezolano Jonathan Jakubowicz, Robert De Niro, su esposa Grace Hightower y Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán. 
 
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En actitud pugilística, Robert De Niro con el boxeador Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán y los miembros del elenco actoral: Édgar Ramírez, Ana de Armas y Usher.  

*Periodistas de Associated Press y Efe, respectivamente.

 

Jake Coyle y Enrique Rubio*
sumario: 
El peso pesado del cine ocupa ahora el lugar de entrenador en la cinta ‘Manos de piedra’, del director venezolano Jonathan Jakubowicz. El salsero Rubén Blades hace parte del elenco.
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Frankenstein nació bajo un cielo ceniciento

Domingo, Mayo 22, 2016 - 00:00
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La erupción de un volcán en Java impide a un grupo de ingleses disfrutar del verano en el lago Leman, en Ginebra. Recluidos, aceptan el reto de escribir la más espantosa obra de terror, y una jovencísima Mary Shelley crea Frankenstein.

El próximo mes de junio se cumplirán doscientos años desde que una joven burguesa británica de 18 años, Mary Godwin, gestó en el barrio ginebrino de Cologny la que se convertiría en una de las más famosas obras de terror de la Historia, Frankenstein o el Prometeo moderno.

La Fundación Martin Bodmer es un museo dedicado a la conservación del pensamiento universal inscrito en libros, y está situada en Cologny. Por ambas razones ha organizado la exhibición “Frankenstein, creación de tinieblas”, que abrió sus puertas el 13 de mayo, hasta el 9 de octubre de 2016.

La autora de Frankenstein era una joven inquieta –hija de un filósofo y de una escritora feminista, libertaria y bohemia– que a su corta edad era amante del casado y reconocido poeta romántico Percy Shelley. Tras dos décadas de guerras napoleónicas en las que los británicos no habían podido abandonar la isla, por fin, en 1816 se les permite viajar al continente y centenares de ingleses adinerados emprenden viaje hacia Italia.

No obstante, por razones que se desconocen, el poeta Lord Byron decide recalar en Ginebra, alquilar Villa Diodati e invitar a sus amigos John Polidori, Percy Shelley y Mary Godwin a disfrutar del verano.

Lo que no sabían es que las cenizas esparcidas por un volcán en erupción en 1815 en la isla indonesia de Java nublaría el cielo de Europa y provocaría temperaturas otoñales y lluvia casi persistente.

«El parte meteorológico de la época está expuesto. El objetivo de la exposición es mostrar lo más fielmente el contexto de gestación de la obra», explicaa Nicolas Ducimetière, uno de los comisarios de la exposición.

Ante la imposibilidad de salir al exterior, Lord Byron propone un concurso: que los cuatro escriban una historia de fantasmas. «Byron escribe un relato corto sin mucha importancia; Polidori escribe “El vampiro”; Shelley el poema “Darkness”, y Mary gesta y comienza a escribir Frankenstein», explica David Spurr, el segundo comisario.

Todas estas obras se exhiben en la muestra, incluyendo el diario íntimo de la autora y varios manuscritos de Mary editados por Percy en los que se puede percibir la evolución del texto.

Además, se expone el original del libro editado dedicado por Mary a su huésped: «A Lord Byron, del escritor». «La primera edición no estaba firmada. Hay que tener en cuenta que en la época no se hubiera visto con buenos ojos que la autora fuera una mujer. Se especuló con que fuera de Percy, y no fue hasta la versión francesa en 1821 –la primera edición data de 1818– y cuando la obra ya había cosechado una gran fama, que el nombre de Mary, ya con el apellido Shelley, se incluyó», explica el segundo comisario de la exposición.

Percy y Mary se casaron en diciembre de 1816 tras el suicido de la primera esposa del poeta.

«Para cuando se casaron ya tenían dos hijos juntos, eran realmente modernos y bohemios para su época. Al grupo le llamaban la liga del incesto», subraya Spurr.

Nadie ha resuelto en 200 años la elección del apellido de Victor Frankenstein, creador de la horrenda criatura. «Hay dos versiones: la que dice que lo copió de un libro de François-Félix Nogaret de 1790 que pudo leer a su paso por París, donde hay un inventor llamado Frankestein, sin ‘n’; o que se refiere a una derivación de un nombre de una zona de Alemania que habrían cruzado en su trayecto hacia Ginebra», indicó Spurr. En la exhibición se exponen retratos de los cuatro personajes, pinturas, litografías y dibujos tanto de los lugares que visitaron los ilustres escritores como de escenas de Frankenstein. La autora no solo se inspiró en los lugares sino también del espíritu del lugar, eespecialmente del filósofo Jean Jacques Rousseau, ilustre ginebrino. El personaje de la novela nació bueno pero fue el rechazo de la sociedad lo que lo convirtió en malo, uno de los planteamientos de Rosseau. 

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‘Retrato de Mary Wollstonecraft Shelley’, de Richard Rothwell, 1840. Cortesía National Portrait Gallery de Londres/Efe

Marta Hurtado
sumario: 
Cuando erupcionaba un volcán, la burguesa británica Mary Shelley, de 18 años de edad, empezó a escribir ‘Frankenstein o el Prometeo moderno’. Se cumplen, en el mes de junio, 200 años de esta creación, una de las más famosas novelas de terror.
No

El efecto parque Tayrona

El parque Tayrona es un lugar perfecto para ver las estrellas y escuchar a la madre Tierra. Se oyen los gemidos que hace cuando se mueve. La noche es poblada por el brillo a un millón de años luz. El canto de los pájaros decreta su muerte. Con los pies hundidos en el agua que rodea el planeta entero, se olvida todo y emerge una vieja verdad. Debe servir de algo recordar lo pequeños que somos. Somos un grano de arena en una playa, que se renueva con cada ola.

**Por Iván Bernal Marín

Domingo, Mayo 22, 2016 - 00:00
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Con los pies hundidos en el agua que rodea el planeta entero, se olvida todo y emerge una vieja verdad.
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Una amenaza para el temperamento caribe

Domingo, Mayo 22, 2016 - 00:00
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La señora R., una dama de muy buenas costumbres y con buen sentido del humor, vio un día cómo su afable personalidad se desmoronaba en la congestión de tráfico. Había regresado tarde del trabajo, compró un regalo a última hora y a las 8 de la noche se cambió rápidamente para ir al cumpleaños de una de sus mejores amigas. Media hora después, metida en los trancones, empezó a desesperarse. Había sido un día duro. Ella se preciaba de ser puntual y odiaba llegar tarde. Decidió entonces llamar a excusarse, usando el ‘manos libres’ para evitar una infracción. Al otro lado de la línea, su hija puso el teléfono en altavoz para que los quince asistentes reunidos en la sala escucharan su mensaje. El semáforo cambió a verde y cuando ella avanzó al frente, del lado derecho y de la nada una motocicleta se le atravesó súbitamente. Con el corazón en la boca metió el frenazo del siglo. Casi automáticamente abrió la ventanilla y empezó a gritar una retahíla de vulgaridades que causaron gran impacto en la sala de la cumplimentada. La muchacha del servicio dijo: «yo no creía que las señoras como ella se sabían esas palabras». Las risas estallaron de nuevo e hicieron que acá en el carro la señora R. pasara rápidamente de la furia a la vergüenza. Cuando por fin llegó de nada sirvieron las explicaciones, y su diatriba fue el tema de la noche. A partir de ese día nunca más volvió a enfadarse en la calle, siempre recordando la burla de los amigos. Este caso es un ejemplo de lo que está pasando en la Costa y en muchas otras ciudades de Colombia. La congestión de tráfico les está poniendo los pelos de punta a la gente y les está sacando partes no muy agradables de su naturaleza.

En la historia descrita el temperamento caribeño sirvió de regulador de las emociones. Pero no siempre es así, y existen razones para preocuparse. Por ejemplo, en la ciudad de Barranquilla en los primeros tres meses del 2016 diez facilitadores de movilidad fueron atropellados por conductores desesperados.  Estas noticias causan desconcierto. ¿Será que la congestión de tránsito está acabando con el buen humor de los costeños?

Tradicionalmente se ha considerado al caribeño como un ser pacífico que le sabe sonreír a la vida, manteniendo un buen espíritu y mucha alegría de vivir. Los caribeños son unos seres relacionales que sacan tiempo para compartir armoniosamente con los demás. Es común escuchar que le dicen a alguien que luce molesto: «Ajá, ¿y te vas a cabrear? Cógela suave». Pero últimamente esos atributos parecen perderse estando al volante de un bus, un carro o una moto. Entonces muchos adoptan una conducta de autómatas, parecen guiados por la filosofía de ‘bobo el último’, y se comportan agresivamente.

Fracasos del progreso
Desde hace varios años la Costa Caribe experimenta un impresionante boom comercial. Por ejemplo, en el 2014 la ciudad de Barranquilla experimentó un aumento del 52 % en la construcción de bienes inmuebles, y el área aprobada para viviendas subió 67 %. Además ha habido un aumento de los empleos disponibles. Pero se vive también el fenómeno llamado ‘el fracaso del éxito’, que Max Weber identificó como ‘la paradoja de las consecuencias’. Estos son algunos de los precios que pagamos: congestión de tráfico, hacinamiento, ruido, polución, estrés y agresividad. Con más dinero circulante, los consumidores tienen fácil acceso a muchos productos, entre ellos más posibilidades de comprar vehículos. En el mes de febrero del 2016 el parque automotor registrado en Barranquilla fue de 168.679 vehículos, un incremento de 25.470 desde febrero del 2015. Estos incluyen 78 mil automóviles y 33 mil motocicletas. Sin embargo, la malla vial sigue prácticamente igual, causando entonces el congestionamiento en las calles.

La ciudad se torna vertical con ‘árboles de cemento’ creciendo a diestra y siniestra. Especialmente en las ‘horas pico’, dicha verticalidad se horizontaliza y las llantas de los carros y las suelas de los transeúntes inundan un espacio geográfico que es ahora insuficiente. Los conductores viven una especie de carrera contra obstáculos, moviéndose desesperados pero a paso de tortuga en la manigua urbana. Con el pie derecho en el freno y la mano en la barra de cambio, el cerebro de los choferes debe decidir cuándo, cómo y cuánto marchar hacia adelante mientras se tienen al frente las motocicletas, el hombre que hace piruetas, el limpia-vidrios, los vendedores de frutas y pan de yuca, y sabiendo que en cualquier momento por la derecha o la izquierda se atravesará un taxi, una bicicleta o un peatón. Indudablemente estas circunstancias requieren de un desempeño cerebral superior. Se necesita un estado mental excelente para ejecutar todas las demandas que la calle impone.

Desafortunadamente, esa misma congestión es causa de estrés en individuos sanos y también puede exacerbar los problemas emocionales ya existentes. O sea que muchos individuos quizá no estén capacitados para ejercer tranquilamente todas las funciones demandadas por el ambiente.

Congestión de tráfico y salud mental
La correlación entre el llamado Urban Sprawl (expansión urbana) y salud mental ha sido previamente estudiada. En esta sección discutiremos especialmente los problemas emocionales relacionados con la congestión de tráfico.

La furia del camino (Road Rage). En los Estados Unidos y en otros países se habla del llamado Road Rage (ira del camino o furia del conductor). Aunque no está clasificada como una enfermedad mental de por sí, esta se ha considerado un trastorno emocional (comportamiento agresivo) que se desencadena al manejar. En las calles se puede observar cómo ciertos conductores se vuelven territoriales, iracundos y crueles. Los comportamientos incluyen manejar a alta velocidad, pasarse de una línea a otra, maniobrar peligrosamente entre varios carriles, acelerar para bloquear el paso e impedir ser pasados, pitar frecuentemente, hacerte sentir que van a golpear el carro por detrás, hacer gestos obscenos o insultar por la ventana. Cuando los síntomas son más severos los conductores se pueden bajar a buscar pelea o atacar con un arma. Este fenómeno que ha sido mostrado en programas y videojuegos de los Simpson y ha hecho reír a muchos, en la realidad es un problema muy serio que puede llevar a confrontaciones físicas y causar lesiones corporales o muerte. También puede acabar con la reputación y la vida productiva de ciudadanos que terminan en la cárcel por conducta violenta.

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Aunque no está clasificada como enfermedad mental, la ‘furia del conductor’ o ‘ira del camino’ se considera un trastorno emocional que se desencadena al manejar.

Esta situación llevó a los líderes del estado de Nueva Jersey a imponer sanciones más fuertes a los causantes de accidentes debido a la furia del conductor. La ley fue inspirada en el caso de la joven Jessica Rogers, quien a los 15 años fue víctima de un accidente que la dejó paralizada del cuello hacia abajo. Daniel Robbins, el conductor del carro, se enfureció cuando alguien se le atravesó impulsivamente y él aceleró para perseguirlo. Cegado por la ira hizo unas maniobras locas y terminó chocándose contra un poste, lesionando gravemente a Jessica. Robbins fue sentenciado a solo seis meses en prisión. En comparación, Jessica dijo: «Yo quedé sentenciada a cadena perpetua». La nueva ley elevó estas ofensas a una categoría de crimen de tercer grado y estableció penas de 3 a 5 años en prisión cuando la conducta agresiva causa daños corporales severos.

Este fenómeno se ha apreciado en muchas ciudades colombianas. Por ejemplo, según la Encuesta de Felicidad y Satisfacción de los Ciudadanos de Bogotá del 2014, el 72,8 % de los encuestados se sentía poco o nada satisfecho al transitar con seguridad por la ciudad. El 85,5 % de los participantes se sentía preocupado por la manera como las personas solucionaban las diferencias con los demás por la tendencia hacia la agresividad. Igualmente, en la ciudad capitalina ha habido muchos reportes de agresividad de los taxistas. Según la encuesta de Barranquilla Cómo Vamos, los barranquilleros califican mal a los conciudadanos en materia de convivencia. El 79 % se siente insatisfecho por la violencia e inseguridad, y solo el 41 % de los encuestados piensa que hay respeto y solidaridad por los demás. En otras ciudades del país como Cartagena, Bucaramanga y Florencia se han descrito eventos violentos por parte de los conductores. O sea que la agresividad en las calles es un problema generalizado que merece atención tanto nacional como local.

Los peatones. En otro estudio del Fondo de Prevención Vial encuestaron a 1.050 peatones en varias ciudades del país. El 68 % consideró que no cometía ninguna transgresión. Sin embargo, se encontró que una gran mayoría cometía muchos errores, incluyendo pasar semáforos en rojo o caminar por zonas prohibidas. Este es el fenómeno que en los Estados Unidos se apoda ‘Jay walking’. Este nombre (Jay) se le dio desde comienzos de siglo a los turistas que venían de otros lugares a visitar y que cometían muchas imprudencias en las calles. Actualmente muchos estados tienen leyes que castigan este comportamiento. Definen como ‘Jay walking’ conductas tales como caminar en la calle y no en los andenes, atravesar en sitios diferentes a las esquinas, volarse las barricadas, no respetar las señales y otras. Estas violaciones son consideradas ofensas menores y son castigados con multas.

Salud mental en las calles
Muchas personas en las calles presentan síntomas temporales o permanentes de salud mental que pueden impactar su conducta al transitar.

TDAH. La prevalencia del trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) ha sido calculada en 4,4 % en la población adulta. Eso quiere decir que una proporción de los choferes sufre de esta condición. Los síntomas de TDAH en adultos incluyen déficit en la atención y concentración, impulsividad e hiperactividad física. Esto impide mantener la concentración para ejecutar tareas que requieren atención sostenida. O sea que un conductor con TDAH expuesto a un trancón por mucho tiempo puede tener limitaciones para reaccionar normalmente.

Las fobias. Esta es otra patología común. Por ejemplo, la agorafobia es una condición que se caracteriza por el miedo y la ansiedad intensa al estar en lugares donde es difícil escapar o donde no se puede disponer de ayuda. Generalmente se combina con el llamado trastorno de pánico y causa molestia o dolor torácico, asfixia, mareo o desmayo, corazón acelerado, dificultad para respirar, sudoración y temblores. Los que padecen estos síntomas tienden a evitar lugares congestionados. En los trancones pueden sentir la necesidad de escapar rápidamente, desesperarse y conducir mal.

Trastorno Explosivo Intermitente. Esta es una condición psiquiátrica muy seria. Se caracteriza por episodios repetidos de comportamiento impulsivo, agresivo y violento, reaccionando de manera desproporcionada a la situación. Muchos de los que presentan la furia del conductor realmente sufren esta enfermedad. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5ª versión) los criterios diagnósticos requieren que la persona haya tenido episodios de violencia verbal dos veces por semana por tres meses sin agredir a nadie ni romper cosas, o haber tenido tres episodios de agresión a otros o destrucción de cosas materiales en los últimos doce meses.

Estrés y valores humanos
El estrés crónico puede afectar la calidad de nuestros sentimientos. El desespero por salir de los trancones puede desencadenar sentimientos egoístas de ‘sálvese quien pueda’ o una necesidad de llegar primero. Eso se traduce en una pérdida de la empatía, la cual se define como la capacidad de ponerse en el lugar de los otros seres humanos. Cuando la empatía falla, las personas se tornan individualistas, se desconectan de los demás y solo buscan su propio beneficio. Es difícil mantener un sentido de comunidad o crear la llamada cultura ciudadana si no existe el altruismo, o la capacidad de pensar en el bien común.

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La solución es de dos vías
La solución a estas dificultades requiere del concurso simultáneo de los gobernantes y los ciudadanos. Las autoridades necesitan desarrollar e implementar planes para organizar y regular mejor el tráfico, y los individuos deben controlar sus comportamientos. La necesidad de fomentar la cultura ciudadana es indiscutible. Sin embargo, dicha cultura no puede darse en el vacío y requiere de una matriz estructurada de movilidad. Y luego hay que educar a la gente para que funcione dentro de dicho templete. Las ciudades pueden adoptar las disposiciones que han probado ser útiles en otros países. Entre otras, estas medidas incluyen:
• La expansión vial.
• El aumento de opciones de transporte público.
• Promover el compartir de automóviles.
• Mejorar las condiciones de las vías.
• Poner mejores marcas, avisos y señalizaciones para vehículos y peatones.
• Buscarle una solución a los que venden o solicitan dinero entre los vehículos.
• Hacer campañas masivas de educación.
• Profesionalizar a la policía de tránsito.

Muchas de estas soluciones han sido estudiadas y confirmadas con investigaciones. El libro Congestión de tránsito, el problema y cómo enfrentarlo, de Alberto Bull, contiene mucha información sobre las soluciones.

Otras acciones recomendables son:
• Declarar y tratar la agresividad callejera como un asunto de salud pública.
• Obligar a los conductores violentos a recibir tratamiento adecuado.

Es importante prestar atención a la salud mental. Es necesario trabajar con nosotros mismos para preservar nuestra calidad humana y nuestro buen humor en las calles. Los siguientes comportamientos pueden ayudar a vivir mejor:
• Pensar en las otras personas.
• Ser un buen ciudadano y respetar las normas.
• Ajustar los horarios y manejar bien el tiempo.
• Mantener una calidad humana alta, mostrando buenos modales y cortesía.
• Mantener la calma, relajarse y preservar el temperamento caribe a toda costa.
• Dar siempre lo mejor de sí.

Y es aconsejable regirse por la regla dorada: Nunca dejar que las malas situaciones saquen lo peor de uno mismo. No podemos permitir que una congestión de tránsito altere los valores y las características tan lindas de la gente del Caribe. Después de todo, siempre hemos pensado que esta región le puede dar lecciones de comportamientos pacíficos al resto del mundo. Esos son atributos importantes que no debemos perder jamás.

Sobre el autor
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Médico, psiquiatra, con magíster en salud pública y magíster en terapia de familia. ‘Coach’ profesional certificado, ex director de Salud y Servicios Humanos del condado Wake, en Raleigh, Carolina del Norte, EEUU.

ramonrojano@aol.com

Ramón Rojano de la Hoz
sumario: 
El crecimiento de Barranquilla y el caos desatado por el aumento del flujo vehicular se asimila a “La paradoja de las consecuencias”, fenómeno identificado por el filósofo y sociólogo alemán Max Weber, y está dejando al descubierto problemas emocionales.
No

Un personaje para recordar

Domingo, Mayo 22, 2016 - 00:00
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En un encuentro sobre “Poder político y literatura en Barranquilla” se habló de cómo la historia, la novela y la biografía se disputaban el arte  de narrar la vida. Si quisiéramos citar todas las fuentes empleadas incluiríamos: las crónicas, las baladas populares y las conversaciones de sobremesa ya casi desaparecidas. En algún momento y por tocar el tema salió a relucir el nombre de Julio H. Palacio, un periodista de principios del siglo pasado y autor de tres libros en los que se recopilaron sus notas periodísticas publicadas en la década de los cuarenta con el nombre de Historia de mi vida (en realidad de otras vidas). El estilo coloquial, casi de confidencia, era lo que lo distinguía.

Gozaba de privilegios por ser de una familia de la élite gobernante. Era hijo del general Francisco Palacio, un liberal partidario de Rafael Núñez, que después se integró al Partido Conservador, un hombre del régimen que ocupó altos cargos administrativos y parlamentarios.  Julio H., su hijo, bachiller en Francia, abogado de la Universidad de Bolívar, en Cartagena, fue secretario privado de Rafael Núñez en su retiro de El Cabrero, y más adelante  director de un periódico que apoyó la ‘dictablanda’ de Rafael Reyes. Fue director en esta ciudad de los periódicos El Día, La Nación y El Rigoletto. Era «De frase galana y pluma robusta», como lo calificó un comentarista de la época. Fue amigo y contertulio frecuente de los presidentes   Enrique Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo y Eduardo Santos. Para esa época era considerado como liberal (de talante siempre  lo fue).

Las anécdotas sobre él menudeaban. Cuando estuvo en 1906 como miembro de la delegación colombiana en la III Conferencia Panamericana en Río de Janeiro y después de una noche de juerga fue despertado muy temprano por el general Rafael Uribe Uribe, jefe de la delegación y embajador de Colombia en Brasil. El caudillo liberal le pedía estudiaran la posición de nuestro país en el debate frente a la doctrina Drago.

Palacio, en medio de una resaca feroz, le contestó: «General, yo no fui nombrado aquí para prestar servicios sino por servicios prestados».

En realidad estaba equivocado porque una frase atribuida al presidente Reyes era: «En política no se deben tener en cuenta los servicios prestados sino los que se  puedan prestar».

Cuarenta años más adelante, al reprocharle a Julio H. que fuera de hecho un liberal dando la espalda a sus orígenes conservadores alguien le gritó:

¡Defínase, su señoría!

A lo que él respondió: ¡Áulico del poder!

«Estuvo siempre al lado de los grandes», nos dice Nicolás del Castillo Mathieu, y añade «No es fácil desempeñar el papel de cortesano, y Palacio lo fue en el mejor sentido de la palabra».

Julio H. vivió sus últimos años en una pieza del hotel Regina, pero almorzaba todos los días en el Hotel Granada, invitado por funcionarios y parlamentarios que querían oír el último cotilleo palaciego. Falleció en 1951.

Una figura que confirmaba la media verdad que sostenía el periodista y poeta Juan Lozano y Lozano:

«Sucede que en nuestro país la sola actividad intelectual es la política. La política es un mínimo intelectual como la Ley es un mínimo ético y a ella vamos todos los que hubiéramos preferido una carrera humanística. Ni vencedores ni vencidos los intelectuales colombianos podemos vivir fuera de la política (revista Sábado, 1944).

Palabras ya no tan ciertas, los humanistas, ahora con otros nombres más precisos, ejercen una profesión liberal, se refugian en las universidades, en las empresas o asesorías de publicidad y siempre hay la posibilidad de tener un taxi o poner una tienda o un bar. Con la lectura atenta de las obras de Julio H. Palacio se puede hacer otra mirada a muchos de los personajes e hitos históricos consagrados y darse cuenta de las miradas bizcas y los adjetivos socarrones que dulcemente y como quien no quiere la cosa les daba este historiador informal. 

Ramón Illán Bacca
sumario: 
Columna de Ramón Illán Bacca
No

Mitología de un animal real

Domingo, Mayo 22, 2016 - 00:01
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Juan Villoro sostiene que la crónica es el ornitorrinco de la prosa, porque toma elementos de varios géneros como el cuento, la dramaturgia, el ensayo y, por supuesto, el periodismo. Ahora que leo El proletariado de los dioses pienso en la afirmación de Villoro, en su descripción de ese artefacto narrativo de la realidad, en esa criatura cuyo equilibrio biológico depende de parecerse a muchas cosas pero no ser ninguna de ellas. Pienso en el ornitorrinco, sí, pero también en que Brito propone y crea un animal incluso más extraño, que no solo tiene en su ADN los trazos de los géneros ya mencionados, sino que también abreva en la filosofía.

En las 14 historias que componen el libro, la voz del cronista se convierte en la del filósofo. Paul convierte el detalle en el argumento, edifica catedrales en lo mínimo y nos plantea una mirada que no solo resulta distinta, sino que también está dotada de una enorme belleza: unos levantadores de pesas que, como Sísifo, cada día pelean contra la gravedad; unos relojeros que corrigen los engranajes del tiempo y se vuelven los obreros cósmicos de la eternidad; un orfebre que, al darle forma al metal, hace de lo microscópico la inmensidad; unos músicos que raspando la guacharaca se conectan con la tierra; el mundo privado de sus padres, de su barrio, de las manías, del tiempo.

Ese animal narrativo que Paul dota de vida es una criatura que mira hacia afuera pero también mira hacia adentro, como si nos propusiera un juego de pestañeos, de abrir y cerrar los ojos para capturar realidades a veces inasibles, otras veces mínimas, pero que siempre se descubren y crecen con una prosa reflexiva y poderosa.

Una prosa en la que además de la mirada, también se vale –y mucho– del oído, un sentido que el mismo Paul confiesa que es el que tiene más disminuido y que, quizá por eso mismo, aparece con insistencia. En la que además de los espacios en los que suceden sus relatos, se ocupa con obstinación del tiempo, que siempre parece transcurrir de una manera diferente. Dice Brito en “Ensayo sobre la sordera” que «mientras la vista está apoyada en el espacio y por lo tanto se mueve en extensión, el oído, al ser un sentido que descansa prioritariamente en el tiempo, actúa en intensidad y profundidad».

Oído y tiempo vinculados en una escritura cincelada, en una criatura extraordinaria que si bien está anclada en la realidad, hace honor al mitológico origen de su nombre: El proletariado de los dioses.

P ¿Por qué tus personajes parecen experimentar el tiempo de una manera distinta y tu misma escritura recrea una atmósfera en la que el tiempo transcurre de otra forma?
R  Para mí el tiempo lo es todo. Me obsesionan las fechas, las edades. No puedo ver ninguna película sin saber el año de su producción ni hablar con alguien sin sentir la necesidad de adivinar su edad. Ese interés por el tiempo se intensifica en mis propias creaciones y con más razón en las crónicas, pues estas tienen la marca de Cronos en su misma raíz y tratan precisamente de atraparlo. Ahora bien, no tiene gracia narrar solo el aspecto superficial del tiempo, su carácter secuencial y mecánico. No tiene mérito ceñir la narración a la lógica de los relojes, sino al ritmo propio e interno de los temas y de sus protagonistas. Desde mi punto de vista, la meta de una crónica es hallar ese momento continuo en que una persona se lo apropia y lo conecta con lo intemporal o lo eterno.

P  Normalmente los escritores construyen sus textos con detalles, pero tú los edificas sobre el detalle mismo. ¿Cuál es la importancia de lo mínimo en tu obra?
R  Creo que todas las cosas que me interesan como escritor fueron las mismas que me interesaban cuando niño: las que en esa época me sorprendían y me siguen sorprendiendo hoy. Una de esas cosas fue descubrir, en una clase de matemáticas, que al infinito no solo se podía llegar por medio de lo inmenso sino también de lo ínfimo, de lo infinitesimal. Por supuesto, tanto un niño como un ser humano sensato son conscientes de su pequeñez en el universo y se identifican más con lo minúsculo que con lo enorme, porque sus ojos están a la altura de eso. De ahí que me haya quedado ligado para siempre al mundo de los pequeños detalles. De hecho, el mundo de un niño y de un escritor está hecho de cosas pequeñitas como las hormigas y las letras.

P  En tus crónicas está muy presente la mirada filosófica. ¿Hace parte de tu formación o es una forma particular de narrar?
R  Hace parte de mi formación autodidacta y he tratado de volverlo una forma particular de narrar, de acuerdo a mi propia visión de la realidad, y no solo un conocimiento o un recurso más. Las grandes preguntas de la vida son filosóficas: ¿qué es un ser humano?, ¿para qué estamos aquí?, ¿por qué vivimos, por qué morimos? Y creo que no hay ningún tema periodístico y literario, por más banal que sea, que no esté atravesado por una de esas grandes preguntas universales. La tarea de un escritor y de todo periodista literario no es responder solamente a las preguntas específicas de un tema en particular, sino enmarcar su investigación en una búsqueda mayor y definitiva: ¿Qué hay más allá de cada acción y del tiempo en que se desarrolla?

P  En tu libro saltan a la vista las historias íntimas, donde se revelan aspectos muy personales de tu vida. ¿Cómo manejas el pudor y cómo universalizas esos temas privados?
R  Así como un conferencista debe erradicar la timidez, un escritor debe eliminar su pudor, solo así podrá meter en sus creaciones algo más que su intelecto: podrá inyectarles su sangre, enhebrarles las fibras de sus emociones, imprimirle el temblor de su cotidianidad. La manera de universalizar esas historias personales, ya sea describiéndolas directamente o, en el caso de la ficción, fabulándolas, es conectarlas con el pudor ajeno, o sea, con esas cosas que el lector también tiene escondidas y no se ha atrevido a mostrar siquiera a sí mismo.

P  ¿Cuál fue la primera crónica que escribiste y de qué forma está presente en todas las demás?
R  La primera crónica del libro es la primera que escribí en mi vida: una que versa sobre el viento. Cuando el editor (ahora director) de El Malpensante, Ángel Unfried, me la propuso un día de 2009, yo solo había escrito hasta entonces cuentos, poemas, intentos de novela y, por el lado periodístico, artículos, columnas y entrevistas. Al principio pensaba que era una especie de broma de iniciación, pues se trataba de un tema literalmente inasible. Por más que lo intentaba, no encontraba forma de capturarlo en una crónica. Hasta se lo reproché a Ángel: «Ahora sí, en serio, proponme un tema que se pueda retratar en una crónica». Cuando al fin conseguí seguirle la pista al viento, mi esfuerzo se volvió una pauta para las demás crónicas: encontrar lo intangible detrás de cada tema y de cada personaje, buscar lo que hay más allá de lo visible, de lo evidente.

**Paul Brito
Ha publicado los libros de narrativa: ‘Los intrusos’, Premio Nacional de Libro de Cuentos (UIS, 2007); ‘El ideal de Aquiles’, ‘101 minicuentos para alcanzar a la tortuga’ (2010) y la novela ‘La muerte del obrero’ (2014). Ha colaborado en EL HERALDO, ‘El Tiempo’, ‘Semana’, ‘Arcadia’, ‘El Espectador’ y en publicaciones españolas como ‘Clarín’, ‘El Ciervo’ y ‘Lateral’, entre otras. Es editor de la revista ‘Actual’.

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José María Suárez es uno de los pesistas aficionados más extravagantes que conozco. Durante los entrenamientos usa una capa al estilo de los superhéroes, unos zapatos de suela gruesa (es de baja estatura), una camisilla de malla y una pañoleta en la cabeza. Cuando está fuera del gimnasio es un tipo tranquilo, formal y de hablar pausado. En el gimnasio se acelera, se torna infantil y eufórico. «¡Soy un monstruo!», grita a cada momento alzando los hombros y abriendo los brazos como si no le cupieran los dorsales.
Me le acerco y le digo que quiero hacerle unas preguntas para una crónica sobre fisicoculturismo que estoy escribiendo. Me dice que tiene mucha hambre, que ya se han completado tres horas desde su última comida, que mejor lo acompañe a su casa a almorzar. Lo conozco desde que abrieron este gimnasio hace cinco años, pero no conversamos mucho. Nuestra amistad se limita a las paredes del gimnasio, a alguna que otra broma y a una mano amiga cuando necesitamos ayuda con las pesas. 

* Escritor y periodista, autor de los libros ‘Ondas expansivas’ (cuentos) y ‘Alucinación o barbarie’ (crónicas). En el 2009 ganó el premio Rey de España en la categoría Don Quijote por la crónica “Atlas es chocoano”. 

Julián Isaza
sumario: 
‘El proletario de los dioses’ es el nuevo libro de Paul Brito, quien le responde al prologuista de su obra sobre la manera como construyó esta obra, compuesta por 14 historias.
No

Latitud 29 de mayo de 2016

Domingo, Mayo 29, 2016 - 00:00
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Sección: 

África: una historia distorsionada

Domingo, Mayo 29, 2016 - 00:00
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David Lara Ramos

Ali Moussa Iye habla con la serenidad del viejo sabio de la tribu. Nació en Yibuti, un pequeño país, hecho nación en 1997, ubicado en el nacimiento del cuerno de África. Pertenece a la cultura somalí, un pueblo nómada que encontró en los cantos, las cuerdas, las flautas y la poesía el regocijo que renueva al ser humano.

De niño vivió en Etiopía, lugar donde aprendió a leer y escribir en los tiempos del emperador Haile Selassie. Escritor de cuentos cortos y relatos que recoge de la voz de su gente. Habla inglés, francés, somalí y otras lenguas de su natal África, que le han ayudado a comprender el poder de nombrar y las virtudes de usar un lenguaje sin violencias. Está convencido de que la única manera de llegar a la verdad es escudriñar en todas las perspectivas posibles y llegar a consensos que procuren la armonía sin olvidar el pasado.

Estuvo en Cartagena para establecer el primer sitio de memoria de la esclavización en el país. Es director del proyecto Ruta del Esclavo, liderado por Unesco, que busca romper el silencio sobre la trata de esclavizados en diversos lugares del mundo.

Ali Moussa Iye ha publicado el libro de ensayo El veredicto del árbol, dos colecciones de cuentos, El rosario del destino y Somalidad, entre otros trabajos creativos. Con él conversamos sobre los sitios de memoria, la nueva historia de África y la descolonización.

P ¿Por qué es importante para Cartagena, y para las ciudades donde hubo esclavitud, reconocerlas como lugares de memoria?
R Esta ciudad fue construida sobre la base de la esclavización, y hasta ahora ese pasado, esa herencia no se ha reconocido. No es solamente el silencio de esa historia sino que hemos hecho invisibles los lugares que recuerdan la tragedia. En muchas ciudades esos lugares han sido destruidos, se han construido edificios, como si la ciudad quisiera esconderlos o borrarlos de su tradición. Es una forma de recuperar la dignidad de aquellos que sufrieron en ese pasado, una forma de reconciliarnos con el otro. Las autoridades no son las únicas responsables de ese reconocimiento, los ciudadanos tienen derechos también a saber esa historia. La historia de muchos ciudadanos ha sido subvalorada o ignorada, es la oportunidad de construir nuevas narrativas que integren también a todos los ciudadanos desde perspectivas diferentes. Enriquece a la sociedad y muestra la fortaleza de una nación que reconoce su historia.

P Este proyecto comenzó con la reescritura de la historia de África, ¿cómo ha sido ese recorrido hasta esta fase de sitios de memoria?
R Es el proyecto Historia general de África, el cual tengo el honor de continuar. Esta reconstrucción comenzó en los años sesenta, momento en que un grupo de países africanos logró su independencia. La historia de África ha sido la más distorsionada, es la más falsificada del mundo, y sabemos la razón, se hace para justificar la esclavización, y la colonización. La cultura europea, por diversos medios, ha intentado negar nuestra cultura. Uno no imagina cómo un presidente como Sarkozy haya ido a Dakar, Senegal, a decirnos que el problema de África es que no ha entrado en la historia de la humanidad y que necesita hacerse un destino. ¿Qué clase de discurso es ese? Las naciones africanas están escribiendo su historia desde su perspectiva, la cual busca deconstruir todos esos prejuicios, esas generalizaciones sobre lo que África es. No como una respuesta política o ideológica sino usando recursos científicos y académicos.

P ¿En términos prácticos cómo fue esa elaboración y cuáles los principales hallazgos?
R Unesco se ha tomado en serio esa tarea. Conformó un equipo de 350 investigadores, 80% son africanos, y 20% de otras regiones del mundo. Han hecho un trabajo fantástico. Se han publicado ocho volúmenes, cada uno de unas mil páginas. Eso tomó 35 años. Hubo debate, controversias, y se estableció que África tiene la historia más larga de la humanidad. Las primeras civilizaciones nacieron en África y migraron para colonizar otras regiones del mundo. Eso muestra que Egipto antiguo es una civilización africana, no mediterránea como se nos quiso imponer. Muestra que África tuvo relaciones con Asía miles de años antes que Europa. Revela que el Sahara nunca fue una frontera, que esa división de Noráfrica y África Subsahariana no existe. Ese fue un espacio de vida, de comercio, de relaciones culturales, de contacto, de diálogo. Muestra que en África han existido múltiples formas de gobierno, estructuras y organizaciones sociales. Una riqueza inmensa.

P ¿Cree que es posible armonizar las visiones eurocéntricas y las visiones sobre África?
R Para acercarnos a una verdad, lo más sano es tener múltiples perspectivas. En el grupo de científicos hay europeos y norteamericanos. Sobre lo que se ha publicado hay múltiples visiones, pero se ve también el consenso y los puntos en que han logrado ponerse de acuerdo. Algo que es importante destacar es el uso de nuevas fuentes. Siempre las fuentes han sido europeas, ahora no, tenemos fuentes asiáticas, árabes y persas; en la riqueza de las fuentes las visiones se amplían.  

P ¿Todos estos hallazgos están hermanados con las ideas de la decolonización?, ¿podría concentrarse en ese punto?
R Para mí hay tres niveles de decolonización, la política, la económica y la decolonización mental. Alcanzamos la decolonización política, estamos luchando contra la decolonización económica y, para mí, quizá la más importante es la decolonización de las mentes, de los pensamientos. Ese quizá sea el camino más largo. ¿Qué es la decolonización? Es la necesidad de cambiar los paradigmas y losw  conceptos que se usan para nombrarnos. Cuando hablamos de esclavos, ¿de qué estamos hablando? Nadie nace esclavo, todos nacemos libres, luego es esclavizado por procesos injustos, de barbarie, de poder. Al referirnos a los cimarrones estamos hablando de resistencia a ser esclavizado, no a un salvaje o desobediente como se puede encontrar en los libros de historia. Eso necesita ser revisado.

Usamos América Latina, ¿eso qué significa? Que solo es importante la herencia latina, ¿y dónde están los otros aportes, el indígena, el africano? América Latina excluye dos aspectos importantes de la herencia de este continente. Los académicos están de acuerdo que lo apropiado es decir Sur América. Esos conceptos son todavía usados por los medios de comunicación y los periodistas no van más allá de ese vocabulario, el periodismo tiene un papel fundamental en estos procesos de decolonización.

P Es usted hoy un ciudadano de Yibuti, parte de la cultura somalí, vivió en Etiopía durante el periodo de Haile Selassie, me pregunto cómo ha usado todas esas experiencias en el trabajo que realiza.
R Cuando estaba siguiendo mis estudios de doctorado escogí, pensaba, un gran tema: la globalización y la interdependencia humana, y cuando regresé a mi país para desarrollar la investigación me encontré con una riqueza oral, con formas de gobiernos democráticos, sistemas jurídicos de mi gente, y decidí cambiar de tema. No tenía fuentes escritas, pero tenía esa riqueza que estaba en los más viejos de la comunidad somalí. Gente sabia, que tenía historias para contar. Estuve cinco años recolectando historias, narraciones, leyendas de mi gente que luego publiqué en un libro que se llama El veredicto del árbol. Me sorprendía la articulación entre el sentimiento y la razón. Eso me hizo pensar que debíamos deconstruir la forma como estábamos siendo educados. Nos enseñaron que eso que saben los viejos es tradición y lo que aprendemos en el colegio es modernidad, es conocimiento. Resulta que tenemos un conocimiento que es mucho más pertinente.

P Volviendo al tema de las narrativas, ¿recuerda a algún viejo que entrevistó que le haya impactado, alguna experiencia que pueda compartir con nosotros?
R  Claro, el que ahora tengo en mente fue el que gobernó por 64 años la comunidad Issa, en Yibuti. Su nombre era Hassan Hersie. Me impresionó su sabiduría, su trato. No quiero llamarlo ni rey, ni jefe, porque esa es una construcción colonial, occidental, para nosotros es un ogaas. Todo fue sin ningún protocolo. Un ser sencillo, pero ves la dignidad en su rostro. Siempre estuvo acompañado de sus consejeros, y cuando yo hacía una pregunta, decía: «¿quién desea responder a este joven?» El ogaas solo me hablaba cuando el consejo le decía: «Ogaas, tú tienes la experiencia y el conocimiento para responder».

P Si bien estas historias resultan acogedoras, las noticias que escuchamos sobre África están relacionadas con disputas y guerras internas, y esas guerras generan nuevas formas de esclavitud.
R Creo que hay que hacer una diferencia entre la esclavitud histórica, que fue legal, respaldada, fundada y autorizada por Estados, y estas nuevas formas que son ilegales y en la que la gente es explotada, en contra de las leyes, y en contra de los instrumentos internacionales. En cuanto a la violencia en África, es muy cierto, pero es preciso establecer que la mayoría de la violencia en África está relacionada con el saqueo de nuestras riquezas. La mayoría de la violencia en África no es entre tribus o clanes, como algunos medios de comunicación a veces muestran con una ligereza vergonzosa. Si se analiza, se concluirá que detrás del conflicto hay un interés económico, pugnas por tener el control y el monopolio de los recursos naturales de África: oro, platino, diamantes, petróleo, y ahora el nuevo recurso natural en la pugna es la tierra, tierra fértil para la agricultura. El combustible de la violencia en África en proveído por intervención extranjera. Las víctimas tratan de buscar la forma de ir a Europa, y eso ha generado formas de esclavización en los grupos más vulnerables, como por ejemplo las mujeres y los niños.

P ¿Y el papel de la mujer en ese mismo escenario de violencia?
R Sufren mucho. Mediante diversos procedimientos, todos reprochables, son sometidas a prácticas indignas, explotadas y abusadas sexualmente. Las mujeres en África siempre han tenido un rol protagónico. Tenemos una agricultura liderada por las mujeres. Juegan un papel trascendental en la transmisión de saberes. La sociedad africana ancestral estuvo más a favor de la mujer que la sociedad africana postcolonial. Cada vez más mujeres están en puestos de mando. En Ruanda, por ejemplo, el 50% del parlamento está constituido por mujeres. No hay ningún otro país en el mundo que pueda equiparse con Ruanda. Hay que resaltar que la colonización contribuyó a la marginalización de la mujer, y después de la colonización seguimos marginalizando a la mujer. Hoy más y más Estados reconocen esa situación y han puesto el tema de las mujeres en sus agendas.

P  Usted es un hombre que escribe cuentos, ¿cuáles son las propuestas temáticas de sus historias y cómo involucra las investigaciones en sus relatos? 
R Hay un universo inmenso en las voces que recogí cuando estaba haciendo la investigación para el libro Democracia nativa africana. Al escribir cuentos, lo que busco es un acercamiento, es un medio para llegar de manera más fácil a los jóvenes, los niños. Tenemos una extensa historia y el sueño es tener un gran país donde todos los somalíes puedan vivir. Los somalíes están divididos, están en Somalia, Yibuti, Eritrea, Etiopía, Kenia, dispersos, la idea de unir todos los somalíes es un destino posible.

P En términos de lenguaje, ¿qué herramienta usa para comunicar toda esa sabiduría?
R La poesía somalí es la gran herramienta. Somos pueblos que cantamos, que contamos las historias de forma épica. Aparece un personaje que encarna la gente y los deseos de la gente. Llamo a este relato ‘Somalidad’, mezcla de Somalia y Soledad. Escribo con la ayuda de la poesía. Trato de usar la visión poética que los somalíes tienen del mundo y sus formas de narrar. Para los somalíes la poesía no es de las élites, es del pueblo. Es una forma de contar los acontecimientos de cada día. Hay un poeta que es héroe nacional, luchó contra los franceses, los italianos, con los británicos en las guerras para obtener nuestra libertad. Su nombre es Sayyid Abdullah Hassan, y los mensajes políticos que enviaba eran poesías, hoy la gente recita esos poemas, es una poesía cargada de fuerza. La vida en la nación somalí es un gran poema.

P Para usted, ¿qué significa la poesía?
R  Es la transmisión  anticipada de un presagio, algo fuerte que está más allá de la razón. Es describir el destino de la sociedad. Los poemas y los poetas me muestran la complejidad y ambivalencia de la vida. La poesía es también una profecía, los poetas también son profetas, son seres que tienen la capacidad de ver aquello que está por venir y entender por qué puede venir, los poetas nos revelan los misterios de la existencia.

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“Al referirnos a los cimarrones estamos hablando de resistencia a ser esclavizados, no a un salvaje o desobediente como se puede encontrar en los libros de historia”.

*Escritor y periodista, docente de la Universidad de Cartagena. david28lara@gmail.com

David Lara Ramos
sumario: 
Entrevista con el africano Ali Moussa Iye, director del proyecto ‘Ruta del Esclavo’, liderado por la Unesco. Busca establecer en Cartagena el primer sitio de memoria de la esclavización en el país.
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Domingo, Mayo 29, 2016 - 00:00
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“Escribir sobre el futuro no solo es una aventura de la imaginación sino también un salto al vacío. Nadie sabe. Pero lo que sí sabemos es cómo pueden seguir desarrollándose las circunstancias que hacen posible lo que hoy tenemos. No deja de ser un acto de prestidigitación, pero con los pies mucho mejor puestos en la tierra. El encanto de los escritores de anticipación (mas no de ciencia ficción, eso es otra cosa) como Arthur C. Clarke, Isaac Asimov, Phlip Dick o Ray Bradbury es ese precisamente: poder imaginar el futuro en plazos cortos de espacio tiempo, con un máximo de 40 años vista –menos de medio siglo. Es su manera de obedecer a la realidad presente con sentido común.

Por ejemplo, en el plano tecnológico: para nadie es un secreto la enorme importancia y los cambios drásticos que ha provocado en la cotidianidad de la gente el avance de la tecnología. Vale la pena, de entrada, auscultar su desarrollo previsible.

Las máquinas ya están desplazando al ser humano en su cotidianidad. En las líneas de montaje de vehículos y de ensamblaje de otras máquinas y de electrodomésticos, etc. Solo por nombrar algunos, ya están tomando decisiones, haciendo diagnósticos y lanzando alertas para la solución de problemas.

Hoy, los seres humanos en sus viviendas o en su lugar de trabajo o en ambos tienen un ordenador, un PC, que te comunica con el planeta entero a la velocidad de la luz, pero que al mismo tiempo te deshumaniza, el contacto de comunicación es menos directo, las relaciones entre las personas se volvieron distantes, frías, impersonales. Las personas virtualizan su espacio y no aprovechan su entorno real. El contacto humano es extraño. El nivel de abstracción en la comunicación se convirtió en algo tan distante que estamos siendo socialmente resocializados sin ser delincuentes.

La tecnología se ha vuelto intuitiva y muy fácil de utilizar. Todo se está miniaturizando. El nivel tecnológico está creciendo exponencialmente. La robótica japonesa –la más avanzada hoy en el planeta– ya está ocupando el espacio estrictamente humano en el hogar. Dentro de poco se volverá tan recurrente como el refrigerador, el teléfono o el horno microondas. Habrá uno o varios robots en casa con áreas de trabajos predeterminadas, programadas.

La gran limitante es la capacidad de almacenamiento y procesamiento de la información. Toda la ciencia humana está trabajando hoy en eso. A partir de que esto se logre, la brecha entre humanos y máquinas se irá haciendo más estrecha.

La mujer y el hombre biónicos ya son una realidad. El próximo paso: neuronas reemplazadas por chips de silicio y nanomedicamentos diseñados para ser transportados por el torrente sanguíneo.

Para el 2050 la revolución en la revolución tecnológica se ve venir presurosa. El computador cuántico, una tecnología de máximo nivel, que va a tener una capacidad de almacenamiento de la información y de procesamientos de datos millones de veces más grande y más rápida que los computadores actuales, tanto que cambiarán la forma de comunicarnos. El computador que llevó al hombre a la Luna en 1969 será otro juguete para niños de Fisher-Price. No habrá retrasos ni en tiempo ni en espacio. Revaluará nuestro concepto conocido de espacio tiempo.

 

SERES BIOSINTÉTICOS
La biotecnología está trabajando en neuronas chip. Una pieza sintética que no solo reemplaza algo dañado en tu cerebro sino que también puede afectar el funcionamiento de este, a voluntad de un ente externo (seres bióticos) sus cerebros han sido modificados. Son seres que vivirán y actuarán controlados por un procesador externo basado en tecnología cuántica. Súper seres biosintéticos producto de la hibridación hombre-máquina, pero al mismo tiempo seres vivos –esclavos programados.

Hoy conocemos el genoma humano y tenemos control genético en varios frentes. Hemos llevado la tecnología de la vida a límites insospechados y seguimos presionando para llevarla a niveles aún mayores. Hoy ya hay tecnología para hacer ver y oír a los que nunca han visto u oído, pero también hay un PC capaz de traducir y expresar el pensamiento de un ser vivo y pensante. El ordenador y el cerebro humano se están fusionando. Ya se puede tener control externo sobre la vida de las personas. Esta tecnología ya está presta a anular las cárceles, por ejemplo. Los presos del 2050 tendrán la vida misma por cárcel y no podrán hacer absolutamente nada para evitarlo. Se podrá, con esta misma tecnología, alterar el comportamiento de las personas. Se podrá por ejemplo cambiar la conducta de un psicópata o de un pedófilo por otras conductas que podrán ser desactivadas a voluntad de un tercero, creando así máquinas biológicas de matar temporales, por ejemplo. Si lo puedes imaginar, lo puedes crear. Hoy todo es perfectamente posible. Solo hay que averiguar cómo hacerlo realidad. Nada más.

La NASA acaba de descubrir en Andrómeda una galaxia circunvecina a unos 15 o 20 años luz , una estrella alfa brillante, viva, un sol con sistema solar parecido al nuestro, con planetas muy cercanos a él a distancias intermedias como los de la zona ‘risitos de oro’ (Goldilocks), donde las circunstancias existentes harían posible –como en el nuestro– tener atmósfera, estaciones, continentes y agua en estado líquido, lo cual equivale a la vida. Lo único seguro es que no estamos solos en el universo. Es más, el universo es el escenario natural para la vida. Lo raro sería que no hubiera vida en el cosmos. Toda nuestra existencia está cifrada en la molécula del carbono.

Otra de nuestras limitantes naturales es nuestra concepción de la vida, un estereotipo que contempla cuerpo físico–mortal, oxígeno, alimentos y agua en estado líquido. Pero, otras formas de vida son imaginables. Formas que pueden estar asociadas a otras condiciones, a otras reglas. Puede ser que el espacio esté lleno de seres de luz, o de energía o de plasma. Seres sin cuerpo físico, pero con una inteligencia capaz de controlar y rediseñar la materia física y lumínica a voluntad. Seres por encima de los límites del espacio y del tiempo y más allá de nuestra físico-química conocida.

La humanidad contemporánea ha progresado más en los últimos 100 años que en los precedentes cinco mil. Si una civilización intergaláctica fuera descubierta hoy y se precisara que tiene quinientos mil años de avance tecnológico sobre nuestra cultura actual, las diferencias con nosotros de todo tipo serían simplemente inimaginables. Lo que llamamos nuestros hermanos mayores del universo. El gran salto genético de la especie humana en la banda del tiempo. ¿Cómo pasó el hombre de Neanderthal a convertirse en el homo-sapiens en tan corto tiempo? Nadie lo sabe. Parece ser ese el ‘eslabón perdido’. La ciencia no lo puede explicar. Pero ocurrió. ¿Cómo? No sabemos. Nadie lo sabe.

 

UNA CONCEPCIÓN PRECARIA
Para saber más tenemos que salir de aquí, viajar por el cosmos. Y eso con la tecnología que tenemos hoy es físicamente imposible. Tiene que ocurrir un gran cambio a nivel científico. El descubrimiento de como producir un doblez en el espacio-tiempo para minimizar las distancias en el cosmos (‘los agujeros de gusano’). En el micromundo de la física cuántica se dan los agujeros de gusano de forma natural, a una escala pequeñísima, y la teletransportación de Star Trek (y la nave de combate Enterprise) es una realidad cotidiana entre los electrones. Nuestra concepción del espacio-tiempo es muy precaria hoy. Si eso no cambia, tampoco lo hará nuestra percepción del universo, que hoy sabemos que no solo está en permanente expansión sino que existen pluriuniversos, universos paralelos como en un edificio de varios pisos, cada apartamento con sus circunstancias propias de espacio-tiempo a diferentes niveles interdimensionales.

La velocidad de la luz en las distancias gigantes del espacio es una velocidad relativamente lenta, lo cual significa que un año luz ya dejó de ser una distancia enorme. No conocemos sino este plano del espacio-tiempo. La vía láctea –nuestra constelación– mide cien mil años luz de un extremo al otro. Las sociedades son como seres, son organismos. Todo tiene que ver con todo. El inconsciente colectivo de nuestra sociedad actual es todavía muy básico, poco desarrollado.

EL PLANETA NO CRECE, LA POBLACIÓN SÍ
La verdadera gran revolución del genoma humano es eliminar la muerte, eliminar las enfermedades, tratar el envejecimiento como una enfermedad. ¿Qué sigue de aquí en adelante? Todo está cambiando profundamente, y muy rápido. Los sueños se están convirtiendo en realidad. Las mentes también tendrán que cambiar a la misma velocidad del entorno. Oponerse al control natal es contribuir al deterioro de la calidad de vida del ser humano sobre el planeta. Es un tema de humanidad, de dignidad y de respeto por la misma vida.

El esfuerzo humano conjunto tiende hacia la búsqueda del equilibrio para el inmediato futuro, el control natal será prioridad uno A en el 2040. Somos muchos. Los recursos y los alimentos escasean, el planeta no crece, la población sí. Nos volvimos una plaga para el planeta, está claro que calidad de vida está íntimamente relacionada con densidad poblacional. Más gente, menos calidad de vida. A partir de 12 mil millones de seres humanos viviendo aquí, el deterioro de toda la vida del planeta se hará irreversible. Lo único claro es que la naturaleza puede vivir sin nosotros. Nosotros no podemos sobrevivir sin la naturaleza.

El ecosistema estará siempre listo para recuperarse. ¡Nosotros no! Lo único seguro es que la naturaleza prevalecerá y con ella la esperanza de la reposición de la vida sobre este hermoso planeta azul, con clima, estaciones, flores, vegetación, lagos, ríos, océanos, animales, montañas y atardeceres.

La vida humana es la única esperanza de permanencia en nuestro mundo, ¿seremos capaces de preservarla? Para el 2040, en síntesis, experimentaremos una gran evolución en lo social, en lo tecnológico y en lo humano. Y solo dos salidas:

1. El colapso
2. Conciencia sobre el futuro y su significado de vida sobre el planeta.

Espero que seamos capaces de preservar la vida, al fin y al cabo sigo siendo un optimista preparado para lo peor. 

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Obra de la nueva serie digital ‘Espacios ingrávidos’, de Juancarlosbuggy. Obra #1, ‘Rostización 
en frío’.
 
Sobre el autor
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*Juancarlosbuggy, nombre artístico del arquitecto, urbanista, artista plástico y profesor universitario Odín Arregocés Serrano. Es también un muy conocido hombre de la radio musical de vanguardia en nuestro país. Cofundador y maestro de ceremonia de los festivales internacionales Barranquijazz, desde sus inicios hace 20 años. Reconocido ‘Baby Boomer’ de su generación en Colombia, periodista por afición, especializado en la temática esotérica y oculta.
 

 

Juancarlosbuggy*
sumario: 
Una visión –en tiempo real– del futuro en el que viviremos dentro de poco. Este artículo se escribió a raíz del anuncio que la Nasa hizo el 9 de mayo de 2016 sobre el hallazgo de 1.284 nuevos planetas.
No

Narrativa a nivel de ciencia ficción

Domingo, Mayo 29, 2016 - 00:00
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“La luz irrumpe donde ningún sol brilla, donde no se alza mar alguno, las aguas del corazón impulsan sus mareas.”
Dylan Thomas

Siempre he sentido una doble admiración por Antonio Mora Vélez. Por una parte, por su prodigiosa obra, a la cual hay que acometerla con una mezcla de disciplina sibarítica, espuma marina y roca golpeada, afines con una reflexión profunda que debe ir acompañada de cultura, arte y ciencia, en fin, conocimiento y deleite. Por otra, porque lo evoco siempre en dos textos: en el epígrafe de “El perseguidor”, de Julio Cortázar, que reza: «Sé fiel hasta la muerte…» (Apocalipsis 2:10), pero que termina «…que yo te daré la corona de la vida», en la versión bíblica de Scofield en lengua inglesa y en español en la Reina Valera de 1909. Y en la punzante reflexión de García Márquez: «Porque las obsesiones permanentes prevalecen contra la muerte».

En Antonio Mora Vélez lo anterior se cumple desde el amanecer y no cesa, porque sé que su obra es la sustancia primigenia tanto de su vigilia como de sus sueños. Disciplina, vocación, sacrificio, obsesión, pasión, tenacidad. En fin, amor. Jamás claudicación.

Ha producido una obra simbiótica en poesía, desde los planos de lectura de la ciencia y con un asombroso estilo de depuración, alcanzando, además, alturas más que filosóficas, de misticismo, de espiritualidad. Cuando hay aproximación a ese Dios, a ese Nus, se siente en la obra y el pensamiento de Mora Vélez que no hay intento de definición de Dios sino un sentimiento profundo que es como un temblor ante la posibilidad de lo desconocido. Es casi seguro que en este instante no hay ya análisis de orden intelectual, sino que el conocimiento deviene intuición de una verdad inexplicable, de un sentimiento. Sentimiento, porque no puede llamarse de otra manera. Es temblor, luz al final del abismo; es indescifrable, indelineable, inasible.

 

EL AMOR EN “GLITZA”
En el cuento “Glitza”, su más famosa obra literaria, hay una búsqueda antropológica del amor y es en ese cuento donde se hacen las revelaciones que después marcarán toda la obra posterior de  Mora Vélez. En “Glitza” el hombre busca en la clonación, en el futuro, la perpetuación del ser amado, y aunque un ser repetido idénticamente por manipulación genética no es el mismo a la larga, esa búsqueda de lo perdido hace que el sufrimiento por eso perdido, sublime el dolor de la ausencia en un estremecimiento frente a lo desconocido y lo recordado.

Es curioso, pero en esta obra no hay claras alusiones del amor. Hay casi una firme convicción de silencio, y el discurso se desborda hacia los seres que han empujado la civilización y el crecimiento humano. Es éste, entonces, un amor que deja de ser meramente erótico para sublimarse en un amor antropológico, solidario, filantrópico.

Es el amor por el vencimiento final del thanatos de la especie por un eros universal, de justicia, de luz, de manos compartidas y ciencia ya no aplicada en la búsqueda de acercamientos sino de bienes múltiples para todas las manos y todos los corazones.

Puede deducirse que cuando se habla de “Glitza”, al mismo tiempo que se canta a la esperanza del amor por encima de la muerte, se canta a la muerte vencida, curiosamente vencida, ya que hay un dolor en el fondo que se sabe es la cruda realidad de lo perdido y de lo irrecuperable. «Y la muerte no tendrá dominio», cantaba Dylan Thomas.

“O EL UNIVERSO ES PEQUEÑO...”
Antonio Mora Vélez ha hecho posible con su poesía la, hasta ahora, inlograble simbiosis de la Física moderna, simbiosis que convierte la reconciliación del ser humano con el Universo y la Historia en un ritual de belleza, guiado por el amor universal. En esta poesía el eros universal, hermanante del Cosmos en su flujo hacia el reino del Espíritu, se cumple en el cáliz de la comunión de todos los hombres con todo lo existente en un mismo y solo Universo. Recrea lo que había sido tiranía de lo temporal, de lo histórico (reinos horizontales, decía Albert Camus en “L’homme revolté”) y lo lleva, en principio, en una dialéctica hegeliana exacta —el tránsito de la Materia al Espíritu— hasta el corazón humano que se funde en un mismo corazón cósmico.

Hecho posible, después, en la gestación siempre ascendente donde la Materia ha sido transformada en y transcendida hacia el Espíritu, tal como lo vio Teillard de Chardin en “El Fenómeno Humano”. Única ecuación resolutoria del porqué de la existencia, ideal de la complejidad última de la Materia en un nuevo y único rostro donde existan e imperen por fin la fraternidad, la comprensión y la tolerancia. En suma, el amor a los demás sin distingo ninguno. El amor al prójimo como espejo de uno mismo, deviniendo todos reflejo de Dios.  Imágenes del devenir humano que ya no pueden, después de haber sido nombradas en este libro, ser inmovilizadas ni permanecer estáticas.

Su reino vivo es una razón de orden muy mayor: el arte de la palabra, la perfección sustantiva del verbo hecho vida cósmica que fluye hacia un concepto de Dios no teológico sino espiritual, ajeno a inquisiciones y a falsas misericordias. Donde el alma humana con la inmensidad de sus búsquedas, con la hondura de su esperanza, se instala en el mismo corazón de Dios que es, en razón última, el mismo Universo que Él ha creado. Y que animó de sentido y de derecho de existir al dejárselo al Hombre, su más grande y amada creación. Finito, sí, pero capaz de llenar ese Universo infinito con su inmenso anhelo natural: el Amor. Como lo expresa Franz Kafka muriendo de tuberculosis, al escribirle a Milena Jesenká, la mujer amada: «O el Universo es pequeño o nosotros somos gigantescos, pero sea como sea lo llenamos por completo».

 

“LOS JINETES DEL RECUERDO”
Es cierto que, para muchos lectores de la versión en lengua inglesa, estos poemas parecen haber sido escritos en inglés, pero quizá eso pueda atribuirse a las dos insondables polaridades que navegan silenciosas en lo profundo del universo de este libro: lo cósmico y lo atemporal histórico entrelazados, a la manera de serpientes de luz infinitas que recorren sin descanso desde los albores de los tiempos no sólo la historia del hombre, sino la interminable copulación de la materia y la energía que, por múltiples instantes, se convierte en ojos humanos contemplativos de los cielos o en poderosos sentimientos, en culturas asombrosas que se resisten a morir aún a pesar de las carnes desgarradas y la sentencia de muerte que pesa sobre la especie humana, a pesar de los reincidentes cantos de la esperanza en los oídos y el corazón humanos.

Y es así, porque la lectura de los textos va interpolándose y lo que pretende hablar en un momento de neutrinos y galaxias –oscilando sin pudor y sin temor alguno de microcosmos atómicos a escenarios donde se constriñen las constelaciones– deviene en versos hermosísimos por su textura de ternura con el balbuceo del alma ante la inmensidad del abismo, ante lo insondable de la muerte, ya no contada por planetas y estrellas sino por la nostalgia de una hoja que cae temblorosa sobre las arenas de la playa del fin del mundo.

La obra de Antonio Mora Vélez para mi sentir –y aún a pesar de lo ya prolífica– está llegando a un punto de asombrosa simbiosis de la vasta cultura del autor (hilada siempre por el devenir de la Historia) con la liberación de una profunda sensibilidad que quizá no había logrado antes su total despliegue de poderosas alas por los corsés de la llamada modernidad, la cual se disfraza muchas veces de esquemas filosóficos o científicos, vergonzantes de las formas que puede escoger a voluntad la verdadera poesía, la cual no tiene necesidad alguna de omitirlas.

Es por esto que aquí, en las páginas de este collage histórico y atemporal simultáneo que es finalmente esta bella obra, siempre queda oscilando todo el devenir de las historia humana, pero además percibo una tristeza antropológica – ¿Acaso paraísos perdidos y aún no recuperados de una saudade verdadera? ¿Dolor de ser hombre? ¿Dolor de estar vivo y percibir la negación de la existencia? ¿Dolor de la imposibilidad del amor?

Me sobrevienen aleteos de una sorda letanía cortazariana –«Amor mío te quiero porque estás del otro lado, porque me invitás a dar el salto y no puedo darlo, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí…»– a través de esta poesía, al igual que, por momentos, puedo percibir el gélido horror de los parias del Universo en esos pavorosos confines kafkianos ya familiares a los que no sólo hemos entregado la vida a la lectura y a la creación, sino simultánea y vertiginosamente a destruirla sistemáticamente buscando sus esquivas y huidizas razones.

Borges, al hablar del cuento de Hawthorne llamado “Wakefield”, dice que, después de veinte años escondido al frente de su casa vigilando a su mujer, Wakefield, en medio de la nieve y la soledad de una Navidad de vacío y congoja, atraviesa, ve por la ventana a la mujer llorando frente al vetusto árbol de Navidad y entra. Borges dice que Wakefield entra porque este cuento fue escrito por Hawthorne en el siglo XIX, pero que si hubiese sido escrito por Kafka, nuestro héroe (¿o antihéroe?) Wakefield, jamás hubiese entrado convirtiéndose, así, en un paria del Universo.

Esto es lo que sentí desde cuando leí los primeros manuscritos de “Los jinetes del recuerdo” en esa noche de pavorosa tormenta en el Caribe, esa soledad cósmica donde los espectros respiraban por entre los andrajos. Y sentí piedad y al mismo tiempo una secreta admiración en el vencimiento de la muerte por los que “En las noches estrelladas / salen de sus cuevas a buscar el aire / y el agua de los cactus, / y a verse las arrugas de sus rostros / con la claridad de la luna.”

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Antonio Mora Vélez fue declarado en Córdoba uno de los personajes del Siglo XX por su contribución a la literatura (1999).

Antonio Mora Vélez 
Nació en Barranquilla (1942). Se crió en Cartagena y echó raíces en Montería. Poeta, cuentista, novelista y ensayista. Ha escrito los libros de cuentos ‘Glitza’, ‘El juicio de los dioses’, ‘Lorna es una mujer’, ‘Helados cibernéticos’, ‘La gordita del Tropicana’, ‘La duda de un ángel’, ‘Atlán y Erva’ y ‘Lina es el nombre del azar’; los poemarios ‘El fuego de los dioses’, ‘Los caminantes del cielo’ y ‘Los jinetes del recuerdo’; las novelas ‘Los nuevos iniciados’ (2008, segunda edición 2014) y ‘A la hora de las golondrinas’ y ‘Viaje al universo vecino’ (2016) y los libros de ensayos y artículos: ‘Ciencia-Ficción: el humanismo de hoy’ y ‘La estrategia de la solidaridad’. Es considerado uno de los precursores y un clásico de la ciencia-ficción colombiana. 

*Escritor, poeta, traductor colombiano.

José Luis Hereyra Collante*
sumario: 
El barranquillero Antonio Mora Vélez ganó recientemente en España, entre 68 concursantes, el Premio Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2016. El traductor al inglés de su obra analiza desde sus primeros poemas cósmicos.
No

Surrealismo premonitorio

Domingo, Mayo 29, 2016 - 00:00
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 El arte despierta conciencia, y en temas vigentes caben el deterioro del planeta, la violencia contra las minorías o la búsqueda de la paz. Ante la indiferencia por lo que está sucediendo en materia climática es conveniente utilizar otros lenguajes, esos que suelen impactar las emociones. En el tema de calentamiento global el debate racional tiende a moverse en espirales inagotables. Para los neófitos en temas de biofísica, una rápida mirada a las argumentaciones que están sobre la mesa puede aportarles ideas tan disímiles como complejas: unos expertos dicen que si aumenta el gradiente de temperatura, ya no habrá retorno. Otros dicen que es exagerada esa visión apocalíptica, porque siempre el planeta se ha visto enfrentado a grandes cambios de temperatura. En fin, mejor apelar al arte. Al poder del arte para expresar los clamores de nuestra afectada naturaleza. Por eso, el Centro Cultural Cayena conmemoró el Día Internacional de la Tierra con la exposición del artista Haime Álvarez Correa, Jaime Correa como todos lo conocen, denominada: Cambio Climático: témpanos tropicales y otras latitudes, bajo la curaduría de Gustavo García.

Correa, admirador del surrealismo, tiene impregnado también el realismo mágico de su tierra cienaguera, donde comenzó a pintar desde los cuatro años. El primer recuerdo de sí mismo es una conciencia remota de un niño dibujando, con un palito, en el arenero que cubría las calles vecinas de su casa, no pavimentadas aún. Ciénaga dejó en el artista imágenes imborrables. Pero no la ciénaga protagonista de importantes episodios en la historia de nuestra Banana República, sino la ciénaga doméstica, aquella que puede percibir un niño hasta los trece años. Está en su mente, por ejemplo, la casona del bisabuelo, habitada de generación en generación, allí nació su padre. Esa casa con cariátides y canéforas de escayola. Haime fue padeciendo, con los años, cada mutilación propinada sobre esa joya arquitectónica de 1890, hasta ver su demolición como espectador de la muerte de esa memoria de mampostería. Al lado de ese gusto por la estética arquitectónica está su placer contemplativo de la naturaleza tropical, llena de luz, donde los árboles tienen un lugar predominante.

Estudió en Ciénaga hasta donde pudo, porque el bachillerato estaba incompleto. El Instituto Colombia, donde termina su primaria, funcionaba alquilado en la emblemática ‘Casa del Diablo’, llena de leyendas. Esta bella casona sobrevive aún, a pesar de las supersticiones del pueblo y los embates del tiempo.

En Haime el entorno es importante. La luz del Caribe que resalta los colores es fuente de inspiración. Durante su bachillerato en Bogotá, lejos de esa luz, en el Instituto La Salle encaramado por la Candelaria y congelándose de frío, se siente como un turista enfermo en la capital. El diagnóstico del médico de la familia era que su salud mejoraría cuando lograra hacer lo que sentía era su vocación de artista. Su padre trataba de convencerlo de que se fuera a estudiar a la Escuela de Agricultura en Costa Rica, pero a Haime no le interesaban ni las fincas, ni el banano, ni el ganado. Finalmente logra convencer a sus padres de viajar a Europa para estudiar arte. Así aterrizó en Inglaterra en plena época de Los Beatles y el movimiento pop de EE.UU. en Inglaterra. Allí terminó el high school y aplicó para ingresar a la escuela de Bellas Artes de la Universidad de Oxford, que era su meta.

La escuela de Bellas Artes de la Universidad de Oxford fue su alma máter. Auspiciada por John Ruskin, importante crítico de Inglaterra de finales del siglo XIX, que con más de 250 textos dejó su sello académico. De ahí la idea obsesiva de Haime por conservar la arquitectura.

Por eso siempre observa y detalla cada casa patrimonial en Barranquilla como si fueran seres vivientes que nacen, viven y, lastimosamente, en esta ciudad mueren, olvidando la séptima lámpara de la arquitectura descrita por Ruskin. En la técnica de dibujo, según Ruskin, después de Rafael Sanzio toda la pintura europea había desmejorado, por tanto era necesario rescatar la técnica de los artistas previos a Rafael. En Oxford, por influencia de Ruskin, la formación en dibujo era rigurosa. Cuenta Haime que durante dos años la tarea fue pintar botellas y esculturas griegas. Detenerse en la forma y la figura humana, buscando la perfección.

En Oxford, cuando Haime Correa asiste a la Escuela de Bellas  acude regularmente a revisar los trabajos de los alumnos el renombrado artista inglés Francis Bacon (1909-1992).

Bacon era un admirador de Goya y Velásquez, lo cual influenció la obra de Haime.

También durante los sesenta, Correa visita el Museo El Prado y encuentra un cuarto especial de exhibición para Las Meninas, de Velásquez, el cuadro se apreciaba no directamente, sino reflejado en un espejo. Y dentro del cuadro también había un espejo. Esta imagen le inspiró las perspectivas falsas que recrea en sus cajas escultóricas. Con esos juegos de espejos logra una especie de surrealismo  con los que le rinde un sutil homenaje a Goya, Velásquez y Magritte, en boxes, al estilo de Joseph Cornell.

Llegó de Inglaterra a Bogotá en 1967 y estuvo un año en la escuela de Artes de la Universidad de los Andes. En 1968 llega a Barranquilla. Y aquí se queda. Pintor o escultor, no puede decidir qué lo identifica más. Los tres últimos años los ha dedicado a la escultura, pero vaticina que su próximo trabajo será una pintura de Adán y Eva para la serie de témpanos tropicales. La serie aún no termina. En medio de la apología a la autodestrucción por el consumo, falta el origen de la vida en un témpano… como origen y fin de la vida… Los artefactos de la serie, en manos de los niños, le recuerdan los artefactos de las casonas de Ciénaga. La emblemática máquina de coser, con sabor a casa materna, uno de los grandes inventos de la humanidad, que lo sorprendía de niño. La maquila, la producción en serie que cambió el rumbo del mundo, al igual que la aviación, los motores, los viajes espaciales; todo eso que ha sumido el planeta en una velocidad vertiginosa que parece que ya lo domina y no puede detener.

Haime teme por el peligro de un cataclismo climático. De nada serviría toda esa inventiva a la raza humana si hay un cataclismo climático. «De nada nos va a servir», dice. En el año 2003 un periódico publicó una fotografía en la que se mostraba un gran témpano de hielo flotando en el Atlántico Sur, acompañado por un barco de la Armada argentina. El texto decía que se encontraba a pocos kilómetros de Buenos Aires y era consecuencia del calentamiento global causado por la disminución de la capa de ozono. Esa noticia lo impactó a tal punto que, sin premeditarlo, dibujó la serie de témpanos tropicales. Una forma surrealista de trasladar la desglaciación a nuestro trópico, para convertirlo en un surrealismo mágico que esperamos no sea premonitorio.

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Obras de la serie ‘Témpanos tropicales y otras latitudes’, de Haime Correa. 

*Directora Centro Cultural Cayena, Universidad del Norte.

Deyana Acosta Madiedo
sumario: 
La temática sobre los efectos del cambio climático —preocupación latente a nivel planetario— está presente desde el 2003 en las obras del pintor y escultor cienaguero Haime Correa Álvarez.
No

Latitud 05 de junio de 2016

Domingo, Junio 5, 2016 - 00:00
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