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Protagonistas de una gran utopía urbana

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Domingo, Julio 10, 2016 - 12:00
Archivo particular
En el imaginario colectivo de los barranquilleros, el barrio El Prado se presenta como el sector clásico y señorial de la ciudad del ayer. Un paisaje urbano arborizado, dueño de una singular arquitectura, que en unas ocasiones se mimetiza elegante y sobria, y en otras se exhibe exuberante y opulenta; que seduce a los usuarios y visitantes que recorren sus amplios bulevares y bellos jardines, y que persiste, como marcada a fuego en la memoria de quienes vivimos en Barranquilla o la hemos visitado en alguna oportunidad, y que, sin falta, hemos disfrutado de la generosidad de su barrio más bello y significativo. 
 
El barrio El Prado es el resultado de un ejercicio de planificación modernista, concebido como una gran utopía urbana, bajo un esquema de ordenamiento que consolidó un modelo de urbanización de ciudad acorde con los ideales de comienzos del siglo xx. El urbanismo y la arquitectura que le dieron forma le delinearon una imagen y le definieron un carácter casi único, que terminó identificándolo como el sector más exclusivo de la ciudad, en el que la élite barranquillera materializó los ideales de sociedad a que la indujo la irrupción –tardía– de la Modernidad. 
 
En la génesis de este ambicioso proyecto, por encima de todos, se destacan la figura y el liderazgo de Karl C. Parrish, el audaz gestor de uno de los proyectos urbanos más revolucionarios y emblemáticos de la Colombia de la época. La concepción, diseño y realización del proyecto de El Prado convirtieron a Parrish en el genuino visionario que materializó, en la ciudad y en la región, los ideales de una sociedad ávida de progreso y desarrollo. 
 
El emprendedor norteamericano, asociado con un grupo de colaboradores y de destacadas personalidades de la sociedad barranquillera, entregó a la ciudad un verdadero e innovador ícono urbano, en el que dio vía a una arquitectura con tan altos estándares de calidad y de una diversidad estilística y de referentes estéticos tan universales, que lo consolidó en el país como sinónimo de modernidad, distinción, exclusividad y buen gusto.
 
El presente capítulo de protagonistas y personajes reproduce parte del archivo que registra los rostros destacados de El Prado: Manuel J. De la Rosa, J. F. Harvey, Gonzalo Conde Galofre y de todos aquellos que acompañaron a Karl C. Parrish en la fundación y consolidación de la Compañía Urbanizadora El Prado. Igualmente, le rinde homenaje a los centenares de actores anónimos que hicieron posible la materialización de los trazos de los planos y que, como parte del modelo concebido por Parrish y por la Compañía Urbanizadora El Prado, fueron incorporados como un componente vital en un modelo empresarial de verdadera inclusión social. 
 
El barrio El Prado existe, más que como un conjunto de obras arquitectónicas, como un verdadero homenaje a la ciudad misma, a sus creadores y protagonistas y, por extensión, a quienes a diario lo recorremos, lo vivimos, lo amamos y hacemos nuestro mejor esfuerzo para evitar que se reduzca a un recuerdo envuelto en la nostalgia.
Rossana Llanos Díaz
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