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La Tambora hace parte de las tradiciones ancestrales de los pobladores del cruce de los departamentos de Magdalena, Cesar y Bolívar, tierras originalmente pobladas por los chimilas y malibúes. Con la conquista española arribaron bogas y cimarrones, unos encargados de la penosa labor del transporte fluvial, y otros fugitivos de la esclavitud, dejando huella imborrable en la descendencia de su África lejana a través de un mestizaje complejo e importante, en gran parte de la América hispana. Con el transcurrir de los años, y un significativo dominio español, pescadores, agricultores y lugareños han venido festejando con Tambora la víspera de ciertas fiestas religiosas. De esta forma, poco a poco se consolida una tradición cuyos orígenes estarían íntimamente ligados a la celebración más importante de la Iglesia católica, doctrina instaurada desde hace algunos siglos en el corazón de los habitantes de la región: el nacimiento de Jesús, expresando además una profunda devoción hacia la Virgen María.
Antaño, se ‘instalaba’ una Tambora la noche del 24 de diciembre, que en ocasiones duraba varios días y noches seguidas, hasta el Día de los Inocentes, extendiéndose inclusive durante prácticamente toda la temporada decembrina. En efecto, a partir del 24 de noviembre, víspera del día de Santa Catalina, hasta el 6 de enero, día de los Reyes Magos, pasando por las fiestas de Santa Bárbara (4 de diciembre), la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), Santa Lucía (13 de diciembre), Navidad (25 de diciembre), Inocentes (28 de diciembre), incluyendo el Año Nuevo, la Tambora se convertía en una ‘fiesta de Navidad’, la gran fiesta del mes, e inclusive para algunas poblaciones la única fiesta del año en esta región de Colombia.
En este contexto, la palabra “Tambora” adquiere un carácter polisémico importante, ya que se emplea para designar la fiesta propiamente dicha, la música y la danza interpretada en ella, la orquesta de percusión que ejecuta y las voces que cantan esta música, el más común de los distintos ritmos que acompaña bailes y cantos, y uno de los tambores que muy probablemente ha dado origen a sus variadas acepciones: la tambora, instrumento de percusión de gran popularidad en diversas regiones y en diferentes tipos de música en Colombia. De esta manera, el mismo término genérico –tambora– designa el repertorio de música y de danza que corresponde a la circunstancia en la cual debe integrarse su ejecución, tal y como sucede con numerosas otras manifestaciones musicales en diferentes partes de Suramérica, de África y probablemente del mundo.
El ritmo
La rítmica es uno de los rasgos distintivos más importantes de la música tradicional en Colombia, particularmente en aquella de la Región Caribe. Allí, es muy común escuchar expresiones en las que figuran los términos “ritmo” o “son” para referirse a algún tipo de música en particular, la mayoría de las veces relacionado con la danza : “ritmo de cumbia”, “ritmo de bullerengue”, “ritmo de porro”, en la misma forma que “son de fandango”, “son de tambora”, etc. De esta manera la palabra “ritmo” se convierte en sinónimo de “música” puesto que sirve para indicar, designar o describir el tipo de manifestación musical al cual nos referimos al hablar en dichos términos. El musicólogo estadounidense George List recurre a esta asociación de términos a lo largo de uno de los estudios musicológicos más importantes que se hayan escrito sobre la música del Caribe colombiano (Music and Poetry in a Colombian Village), e inclusive utiliza en ese texto –originalmente escrito en inglés– la palabra “ritmo” en español y la define como una música de danza.
Tal vez tuvo razón List en asociar estos términos, pues en su momento fueron –y siguen siendo– usanzas lingüísticas muy recurrentes para investigadores y músicos que corroboran y confirman la importancia del elemento del ritmo en nuestra música. En efecto, cuando “ritmo” y “música” significan lo mismo, o cuando más exactamente el ritmo define la música, se debe, por una parte, a la importancia del ritmo en su estructura composicional, o por otra, a que el ritmo proviene la mayoría de las veces de alguna danza en particular. Esto ha sucedido desde hace muchísimo tiempo.
En Europa, por ejemplo, una de las formas musicales más importantes en la historia de la música occidental es la llamada “suite” (término francés que significa “sucesión u ordenamiento”) y que tuvo su apogeo hasta mediados del siglo XVIII durante el período barroco. La suite es una composición musical constituida por una sucesión de danzas –la mayoría de ellas de origen popular y provenientes de diferentes partes de Europa– que se alternaban de acuerdo a su tempo, movimiento o carácter: lentas, moderadas y rápidas. Así, la allemanda de origen alemán, la courante de estilo francés o italiano, la zarabanda española y la giga inglesa, complementadas con una larga lista de danzas de orígenes y estilos diversos (bourrée, siciliana, pasacalle, gavotte, pavana, furlana, musette, rondeau, minuet, chacona, polonesa, tarantella…) constituían los distintos movimientos de la suite, cuyos nombres identificaban el ritmo sobre el cual se elaboraría la composición musical, ritmo característico de cada una de estas danzas.
En la Tambora la percusión está conformada por tres instrumentos básicos: las palmas (algunas veces con el guache), el currulao y la tambora. Cada uno de estos instrumentos cumple una función específica en el grupo. El constante batir de las palmas de las manos se constituye como la materialización de una pulsación isócrona que conforma la unidad de medida de la música en el tiempo. El currulao y la tambora interpretan de manera continua y en forma recurrente figuras rítmicas que se repiten una y otra vez, de acuerdo al principio de “recurrencia” ya señalado. Estas figuras rítmicas entrelazadas producen un movimiento continuo que identifica y distingue el tipo de música, a través de fórmulas rítmicas cuya estructura cíclica fundamental posee en este caso una duración de dos o cuatro pulsaciones. A estas fórmulas rítmicas se les conoce con los nombres de “toques” o “golpes”, y se les puede reconocer por tres aspectos fundamentales: la acentuación, la alternancia tímbrica y la duración.
Las más importantes modalidades rítmicas encontradas en la Tambora, como son la tambora (también llamada tambora golpeada o tambora-tambora), la tambora alegre, la tambora redoblada, el berroche y la guacherna. Existen otros nombres para evocar ritmos interpretados en la Tambora (chandé, tuna, brincao, pajarito, zambapalo, mapalé, son corrido), muchos de los cuales sin embargo se refieren a ritmos muy similares entre los ya mencionados, o a ritmos pertenecientes a otros bailes cantados de la región. De todos ellos, el ritmo de tambora golpeada es el más común y no presenta mayores diferencias interpretativas entre los músicos herederos de esta tradición, provenientes de las diferentes poblaciones dentro de –alrededor y aledañas a– la subregión de Loba.
El canto
Las varias acepciones del término han sido muy esquiva a la mayoría de los investigadores que han tratado el tema: algunos abordan la tambora únicamente como un instrumento de música, otros como una formación instrumental, pero la mayoría de ellos la asimilan a otros tipos de música tal como el bullerengue, el fandango o también el porro, los cuales tienen elementos comunes con la Tambora, pero se diferencian de ella tanto desde el punto de vista contextual, como instrumental y coreográfico, así como lo señala parcialmente Carlos Franco en un importante trabajo sobre bailes cantados.
En términos generales, la Tambora es una música esencialmente vocal, de estructura cíclica y revestida de una forma responsorial: a un cantador o cantadora solista, quien enuncia el antecedente melódico, se opone un coro que expone el responsorio, o consecuente. El solista comienza cantando generalmente estrofas de cuatro o dos versos (cuartetas o distiquios, según el caso) seguido por la percusión interpretando fórmulas rítmicas repetitivas que acompañan los cantos y que sirven de sostén a la danza; entre tanto, el coro responde con unidades melódicas invariables, cuyas palabras le confieren el nombre con el que se identifican los distintos cantos, y se acompaña con el batir de las palmas de las manos, marcando una pulsación isócrona que constituye los distintos tiempos. Aquí se observa que tanto en la Tambora como en otros géneros musicales de tradición oral de la Región Caribe colombiana, la estructura poética se deriva de «antiguos romances españoles, que han sido adaptados y transformados conforme a las circunstancias (…)», como lo plantea Carlos Franco. Es así como para George List «(…) los textos de los cantos son primeramente hispano-europeos (…)», resultado de una tradición literaria que a través de los siglos ha constituido un molde métrico preestablecido, conocido bajo el nombre genérico de “estrofa”, es decir, una «(…) estructura que forma un sistema cerrado y determinado de rimas, y más generalmente, de homofonías finales (…)», tal y como la define Michèle Aquien.
La danza
La Tambora es una música que invita a la danza. Ella, cadenciosa, es ejecutada por una pareja que se desplaza en el ruedo, generalmente en forma circular. La mujer, con el cuerpo erguido, cara levantada, el brazo extendido sujeta con la mano derecha la parte baja de la pollera a una altura media, mientras la otra reposa generalmente sobre su cadera. El hombre se cubre con un sombrero concha ‘e jobo y sigue a su pareja con los brazos abiertos en constante vaivén con movimientos menos rígidos, girando de vez en cuando en torno de sí mismo y de ella, en señal de conquista. En algunos cantos la pareja interpreta con el cuerpo el significado de los cantos, en forma de pantomima.
Las diferentes familias de danza que se bailan en una Tambora se muestran en el trabajo “Musique et Danse Traditionnelles en Colombie: La Tambora”:
Existen tres familias de danza en la Tambora, cada una con características en cuanto a los movimientos del hombre y la mujer, al desplazamiento en el ruedo, a la rítmica de los pies, como a los golpes o toques de tambor que le acompañan: tamboras, berroches y chandés.
Las Tamboras se bailan en forma circular.El Berroche no posee una forma definida ni en el movimiento individual de la pareja, ni en su desplazamiento por el ruedo. Es más libre que la Tambora, y se puede bailar en forma circular, lineal y estacionaria como de desplazamiento. La guacherna y el chandé se utilizan mucho durante los desplazamientos de la Tambora. De tempo un tanto más rápido y de subdivisión ternaria de la pulsación, el acontecer rítmico de estos cantos facilitan efectivamente ‘pasear’ la Tambora por el pueblo. En algunos casos se le identifica como “paseo”. Por eso, su forma es lineal, no obstante también se interpretan estos cantos en situación estacionaria, en cuyo caso la pareja se distancia en posición frontal y cambia de lugar, el uno por el otro, con la figura popularmente conocida como “el ocho”.
Cada una de estas familias de danza reagrupa diferentes modalidades rítmicas y algunas formas de canto con repertorio específico. Las modalidades rítmicas que conforman estas tres familias de danza son el elemento diferencial más importante por cuanto no solo identifican, sino también definen y por consiguiente diferencian las distintas formas de interpretar esta música y danza: la Tambora.
Génesis
La Tambora es un valioso testimonio de la inmensa riqueza cultural momposina. A través de la música y la danza provenientes del corazón mismo de Loba, cuna de esta tradición ancestral (Altos del Rosario, Hatillo de Loba, San Martín de Loba y Tamalameque), es posible penetrar en lo más profundo del sentimiento de los pueblos ribereños del Magdalena, portadores de aquella cultura «anfibia» descrita por Orlando Fals Borda, en aquel «Universo Mágico» evocado por el poeta tamalamequense Diógenes Armando Pino Ávila. Buena parte de la información aquí consignada se obtuvo ‘in situ’, entre 1990 y 1996, en un contexto muy próximo a como se ha venido practicando la Tambora desde hace ya cientos de años, generación tras generación: en la plaza, en cercanías a la iglesia, en las calles arenosas, en el portal de las casas de los músicos, y en medio del jolgorio, Tambora hace parte de la historia de valerosos chimilas y malibúes, de conquistadores y aventureros de diferentes partes de Europa, y de afrodescendientes bogas y cimarrones, todos ellos quienes poblaron durante muchos años las riberas del Magdalena a lo largo y ancho de Loba. La Tambora hace parte de la historia de la Depresión Momposina, de la Región Caribe, como también ella es parte y testimonio del presente y del pasado de Colombia.
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Grupo Tradición de San José de Uré, municipio ubicado en el departamento de Córdoba.
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Martina Camargo actuando en La Noche del Río, en Barranquilla.
*Doctorado en Musicología. Compositor y director de orquesta.