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Havana D' Primera, la peligrosa

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Domingo, Septiembre 11, 2016 - 00:00
Archivo particular
El mejor tratamiento acústico que pueda recibir una sala de concierto es estar repleto de cuerpos. Esta noche, la Casa de la Música de Miramar suena bien, aunque la banda sí toca alto. La peña de Havana D’ Primera (todos los martes a las 7:00) nunca falla en llenar la Casa.
 
Esta peña es una institución en sí mismo que sobre los años hizo mucho para establecer la orquesta. Muchos músicos, tantos cubanos como extranjeros, suelen pasar por la peña de Havana D’ Primera para descargar. 
 
Esta noche, Lázaro Valdés, fundador-director de la orquesta Bamboleo, sube al piano. Barbarito Ramos, gran bailarín de Los Muñequitos de Matanzas, sube a ejecutar un guaguancó magistral con una rumbera del público mientras que la banda toca. Sube un trompetista brasileño, invitado por el jefe Alexander Abreu a tocar un solo con esta orquesta de 16 músicos. Debajo de todo esto, en la pista, las chicas mueven las cinturas como tantas máquinas lavanderas, inspirando a los músicos aún más. 
 
«Realmente no soy un cantante», me declara Alexander Abreu. «Soy un trompetista». 
 
Claro que es trompetista, y de primera. Este cienfueguero gordo de 39 años es fundador, director, videostar, cantante (aunque no el único), y solista de trompeta de una de las más populares de las muchas orquestas bailables en La Habana actual (no vamos a designar a una sola orquesta como la más popular en cualquier momento; imposible).
 
Formado en el conservatorio y veterano de las orquestas más exigentes de Cuba (siete años y medio con Paulito FG, y después en Irakere), Abreu es uno de los trompetistas más codiciados en los estudios habaneros y es un solicitado colaborador en todo lo que tiene que ver con la música. Como cantante, su voz es ronca. 
 
No tiene nada de bel canto, pero pega. Conmueve a la gente con el tono distintivo de su voz, un barítono simpático que afirma su conexión con la calle. Me recuerda un poco el timbre de Cheo Feliciano, que en paz descanse. Es una voz que sabe hablar de realidades, como en la triste historia de Rosa La Peligrosa, cuyo padre era «sumergido en un mundo de drogas, mujeres y alcohol». Aparte de ser muy, muy musical – quizás no sea cantante formado, pero nunca se desafina–el drama de las interpretaciones de Abreu es siempre convincente. Fuera de las exigencias del escenario, habla tan callado que apenas mi micrófono lo oye, protegiendo su voz como un cantante debe hacer.
 
La multiplicidad de su labor es notable: canta, toca trompeta estratosférica, y dirige la orquesta, que significa mirar a la vez al total y a los detalles. Nada lo escapa: «tienes una gota de agua en el lente», le dice al fotógrafo Edel Rodríguez, que deja de tirar momentáneamente para limpiarlo. 
 
El género mercantil de música a que se dedica Havana D’ Primera es lo que a partir del 1997 se ha denominado timba. Este estilo estalló en los 90’s, después de dos décadas, más o menos, de cocinar sin nombre. 
 
Timba no es salsa, pero los dos estilos son compatibles hasta cierto punto, porque comparten las mismas raíces y ambos cuentan con metales. 
 
La timba es una música bien negra, cosa que no cabe bien con el racismo de la televisión en muchos países hispanoamericanos, que prefiere presentar flacos blancos. Tiene de rumba y tiene de son, pero a mi oído el balance está más al favor de la rumba. El virtuosismo y conocimiento de los músicos es un dado, que quiere decir que las orquestas timberas tienen muchas posibilidades musicales. Puede incluir ventanas de cantos yorubas y tambores batá, de guaguancó puro, del jazz, de música clásica o danzón, y hasta de la salsa. 
 
Havana D' Primera se establecio en un momento de perigeo para la timba —2008— ‘cuando el reguetón le estaba comiendo su almuerzo’, como suelen decir en la industria de la música”. 
 
Con sus orquestas de tamaño big band, una de las inovaciones sobresalientes de la timba es la creación de toda una gramática de cómo cambiar ritmos dentro de una pieza bailable por un sistema —todavía no formalizado— que el musicólogo norteamericano Kevin Moore llama gears (engranajes).
 
Tiene muchos tumbaos, no uno solo, y el ritmo suele ser denso y complicado, pero con su básico 1-2-3-4 bien marcado es muy fácil de bailar. Es estremecedor, es sexual, es cargada de energía. La timba definitivamente no es reguetón, aunque el reguetón cubano ha absorbido muchos toques timberos. 
 
La timba fue la música latina bailable más inovadora de los 90’s, pero eso era una época oscura para Cuba en el ambiente mediático internacional y sobre todo en lo norteamericano. Bloqueada por la radio latina norteamericana, que establecía el orden del programa hemisférico por aquel entonces, invisible en su máximo momento por la sombra de Buena Vista Social Club, la timba se quedó un culto basado en La Habana (con un sucursal, curiosamente, en Lima, Perú, ciudad más timbera que el Papa). 
 
Havana D’ Primera se estableció en un momento de perigeo para la timba –2008– cuando el reguetón le estaba comiendo su almuerzo, como suelen decir en la industria de la música. Es la única banda timbera de alto nombre para formarse en los últimos 10 años, significando que fuerte está la competencia de las ya existentes orquestas veteranas como Los Van Van, Adalberto y su Son, Revé y su Charangón, NG La Banda, Charanga Habanera, Manolito y su Trabuco, Pupy y Los Que Son Son, etc., etc. Excepto por Pupy, fundado hace 15 años, todas estas orquestas tienen por lo menos 25 años de existencia, y todas suenan fantásticas hoy. 
Pero no es la meta de Havana D’ Primera levantar una bandera de timba de segunda generación; al contrario, fue una banda que vino para renovar.  
 
«La nueva tendencia», me dijo Abreu, «es un estilo que aunque tiene la base de toda la música cubana que está antes, que la antecede —por ejemplo, la influencia de Juan Formell, de César Pedroso ‘Pupy’, de Manolito Simonet—de toda esta música cubana que ha hecho historia tiene una influencia pero bueno al mismo tiempo es una nueva tendencia cruzando por los caminos del jazz y el pop. Hay un mix interesante dentro de los músicos que se inclinan a diferentes tendencias y hacen que la música sea un poco más abierta, ¿no? Es una nueva tendencia. Ahora yo lo ubico como un renacer, una tendencia completamente distinta a lo que había pasado anteriormente con la música cubana».
 
Definitivamente llegó. Las giras internacionales de la orquesta la han llevado a muchas ciudades europeas, latinoamericanas, y norteamericanas; yo la vi por primera vez hace algunos años ya en Nueva York, y en el ’13 hasta tocó en una fiesta de baile cubano de tres días de duración en Atlanta, ciudad no conocida por su música latina. 
 
Todo indica que, tanto para esta orquesta que para la música cubana en general, como dice Abreu, «hay un futuro muy cercano con mucha energía positiva y pienso que en los próximos años pueden existir cosas positivas», hablando no de la política sino del porvenir de su orquesta. Por mi parte, yo creo que tanto como la kizomba, que se inventó en Angola en los 80’s y solamente ahora se ha puesto un fenómeno mundial, mandatorio en los congresos de baile, que es muy posible que el gran momento internacional de la timba está todavía por llegar. 
 
Y este fenómeno ya viene a Barranquilla, donde, si bien recuerdo, a los curramberos les gusta bailar. El Barranquijazz ’16, que promete el programa más rico de toda su historia de 20 años, tendrá a Havana D’ Primera en primer nivel de visibilidad este año. No solamente eso; vienen también dos de los soneros más respetados de Nueva York: José Alberto ‘El Canario’ (cuyo disco con el Septeto Santiaguero de Cuba ganó un Grammy el año pasado) y Ray de la Paz. ¿Cómo será si ellos se juntan con estos timberos? Yo voy a estar. Estamos solamente al comienzo de la normalización. 
Ned Sublette
sumario: 
La agrupación, que llega por primera vez a Barranquijazz, es exponente de la timba, género que tiene mucho de rumba y son, cantos yorubas, tambores batá, guaguancó puro, jazz, música clásica o danzón, y hasta de salsa.
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