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El Bristol, ícono de la cultura popular

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Domingo, Enero 22, 2017 - 15:04
En torno al célebre Almanaque de Bristol conservo una imagen remota y nítida. Data ella de la más tierna infancia, pues los niños de entonces, para referirnos a que algo o alguien era muy viejo simplemente afirmábamos: “Es más viejo que el Almanaque de Bristol”. 

En efecto, el Almanaque Pintoresco de Bristol vio luz en 1832, por lo tanto ahora es un vigoroso joven de ciento ochenta y un años. Con su tradicional carátula color salmón, en cuyo centro se destaca la imagen de su creador, el doctor Cyrenius Chapin Bristol, prestante médico neoyorquino que en el directorio comercial de la ciudad figuraba como químico farmaceuta.

Bristol es una cartulina muy apropiada para dibujar. También es un canal ubicado al sur occidente de Inglaterra, la más importante entre las Islas Británicas, integradas además por Escocia, Irlanda del Norte, Irlanda del Sur, Hébridas, Orcadas y Shetland. De igual manera el Museo de Bristol es uno de los más completos del mundo.

La ciudad de Bristol, que deriva su nombre del conquistador, está ubicada al sur occidente de Inglaterra. Actualmente cuenta con unos cuatrocientos mil habitantes. Quizá por ser originaria de esa ciudad toma su apellido la familia Bristol, ascendiente del doctor Cyrenius, quienes con el tiempo, durante la fiebre de las migraciones hacia América, se establecieron en Nueva York. 

Mas sigamos con el Almanaque Pintoresco de Bristol, que aún hoy figura entre los de mayor circulación en el mundo a pesar de su rústica presentación en papel periódico, en blanco y negro, con una letra pequeñita apenas de nueve puntos y páginas abigarradas de información, y de que en las últimas décadas debe competir con modernos calendarios, promovidos por despampanantes modelos muy bien desvestidas. 
 

Cabe anotar que las pautas comerciales son para Murray y Lanman, la misma firma que en 1856 compró al doctor Bristol los derechos para imprimir el Almanaque con la siguiente razón comercial: Lanman y Kemp – Barcalay y Co. Inc Westwood, New Jersey, EEUU. Esta firma multiplicó el número de ejemplares en tal proporción, que en las postrimerías del siglo XIX circulaba en Europa y varios países hispanoamericanos. 

Pero quizá lo más curioso radica en que allí se ofrecen productos que vienen desde los albores del siglo diecinueve. Como la añeja Agua de Florida, cuyo lema parece más un bolero que una pauta comercial: “Fortifica y refresca su piel, mientras impregna la atmósfera con la deleitable fragancia de un florido jardín tropical”. Así, sin cambiar una coma ni modificar la fragancia original desde 1808.

De igual forma las colonias de Murray y Lanman: “El perfume perfecto para cualquier ocasión. Más que una fragancia una sensación celestial”. Y los Jabones de Baño de la misma marca: “Por su beneficiosa y perfumada jabonadura, su cutis adquiere la frescura y lozanía de los primeros años”. Sentados sobre los jabones tres niños de mejillas frescas y lozanas. 

Hoy la empresa pública cinco millones de ejemplares y el almanaque goza de gran acogida en varios países latinoamericanos: Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Panamá, Nicaragua, El Salvador, Honduras, México y Brasil.

También en varios países de Europa y la costa este de los Estados Unidos. Todos los años, en la portada del Almanaque, la empresa registra que la información publicada se calcula para el país donde circulará. Ahora tengo entre manos un ejemplar donde reza: “Para el año 2017, calculado para la República de Colombia”.

La información suele ser clasificada así: datos astronómicos para cada mes, incluye fechas de eclipses, inicio de las estaciones, recomendaciones para la pesca y predicciones climáticas. Información religiosa: el santo para cada día del año, las fiestas religiosas señalando las movibles en cada país. Datos astrológicos y horóscopos. Inserta una tragicomedia gráfica en ocho cuadros. Además las oportunas frases célebres, chistes, poemas, datos curiosos y epigramas.  

El Almanaque de Bristol llegó a ejercer tanta influencia en el diario vivir y en general en las costumbres de los pueblos latinoamericanos, que varios entre los más relevantes escritores del continente moreno lo mencionan en sus obras. Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura en 1982, lo cita como fuente de consulta para algunos personajes de La Hojarasca, El amor en los tiempos del cólera y en Vivir para contarla, sus memorias.
El escritor salvadoreño Napoleón Rodríguez Ruiz, lo registra en su novela Jaragua.

Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, Premio Nobel de Literatura en 1967, lo menciona en su novela Mulata de tal. Los escritores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, también lo recuerdan en su obra en coautoría: Seis problemas para don Isidro Parodi. Por su parte el maestro Germán Arciniegas, en su libro Transparencias de Colombia, anota: “Mi curiosidad literaria, como casi todos los de mi generación, no nació de haber caído en mis manos ni Homero, ni Cervantes, ni Virgilio, sino el Almanaque de Bristol”. 

Ahora bien, la enorme influencia del Almanaque no trascendió solo entre los escritores, sino que permeó buena parte de la cultura popular. Hasta las décadas del sesenta y setenta del siglo XX, era consultado para orientar decisiones tan significativas en el diario vivir de la comunidad, como el momento propicio para iniciar la siembra, la hora más indicada para salir de pesca, la fecha adecuada para cortarse el cabello y los días más convenientes para ramajear los árboles de acuerdo con los cambios de la luna. 

A propósito de almanaques, el término proviene del árabe al manaj, y este del latín manachus, que significa círculo de los meses. En sus orígenes es el círculo en el cual se medía todos los meses el crecimiento de las sombras. Después, por extensión, se dio ese nombre al catálogo que registra todos los días y meses del año y en ocasiones incluye algunas notas de carácter astronómico.
 
 
En el Caribe colombiano, donde las palabras suelen tomar las más diversas y extrañas acepciones, hace unas décadas preguntaban la edad, aun en las más serias entrevistas, con la siguiente expresión: ¿Ajá, y tu cuántos almanaques tienes? Si la interrogada era una dama, con toda seguridad se quitaba varios almanaques. 
Tomás Rodríguez Rojas
sumario: 
El Almanaque Pintoresco de Bristol, más que un simple calendario.
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