El Caribe musical es un coctel afrodisíaco de sensaciones diversas, con múltiples matices cromáticos, sin fronteras, con una capacidad expansiva ilimitada e imposible de ignorar. De ese crisol han salido genios musicales que asombraron al público con sus construcciones musicales, combinando géneros que dieron luz a nuevas sonoridades.
Lucho Bermúdez, Pacho Galán con su merecumbé, y más recientemente el Joe Arroyo, quien siempre sorprendió con su propuesta, mezcla de sonidos haitianos y de otras islas caribeñas con la salsa, la cumbia, el soukous y el son, ritmos con los que construyó decenas de piezas musicales eternas y géneros con su nombre como marca sonora registrada, tal como el ‘Joesón’, son solo algunos de los músicos que han dejado huella en la memoria sonora de nuestra región.
En la última década nuevas generaciones de músicos costeños cuyos inicios pueden rastrearse en la estética y las progresiones musicales de ritmos como el rock y el metal, hacen parte de distintos proyectos enfocados en sonidos folclóricos y afrocaribeños con evidentes bases roqueras, electrónicas y funkeras que han elevado el listón de calidad, resignificando y esparciendo a otras fronteras nuestro salpicón sonoro costeño.
Colectro, de Barranquilla, y los cartageneros de El Caribefunk son dos de estas bandas que han tenido la oportunidad de realizar giras en Europa, exportando renovadas propuestas de nuestro acervo musical.
¿Pero cómo explicar la existencia de una nueva generación de músicos que beben de las fuentes del rock y el folclor para crear su propia propuesta? Para el periodista Ricardo Rodríguez Vives, editor cultural de El Meridiano de Córdoba, «Cada músico puede argüir diferentes motivos, pero antes de embarcarse en el rock ya había nacido caribe. El elemento africano, esencialmente el ritmo y los cantos presentes en el bullerengue, las bandas de porro, etc., eran familiares a sus oídos desde niños, aunque hayan incursionado en el rock. Con los años y la práctica constante al músico se le abre una serie de posibilidades que lo llevan a buscar la experimentación. Muchos de estos músicos que en sus inicios exploraron el rock y el metal adquirieron de esos géneros la velocidad y técnica y los patrones de géneros como el rock progresivo, como parece ser el caso de Colectro y El Caribefunk».
De la rebeldía a la gozadera
Colectro y El Caribefunk son bandas para gozar, para bailar sin importar preferencias musicales. Hacen música para todos, pero también para el deleite dialéctico de músicos. Jorge Mario Sarmiento, productor musical y director del estudio Chanclet 2.0, explica la aproximación a la cumbia y el rock de estas agrupaciones como una cuestión con «puntos en común, pero que posee grandes diferencias. No obstante existen similitudes armónicas con el blues, génesis del rock. Emotivamente ambos son lamentos disfrazados de alegría».
Si bien muchos coinciden que hay una especie de llamado a las raíces, a reencontrarse con el universo musical folclórico de nuestra región y del Gran Caribe, hay que tener en cuenta que la fusión de lo folclórico con la rebeldía del rock y la técnica depurada del metal pone en diálogo géneros distintos que se imbrican para crear algo nuevo.
Para Funkcho Salas, vocalista y guitarrista de El Caribefunk, agrupación integrada por Andrés Mordecai, Yamil Chagui y el vallecaucano Junior Valencia, actualmente de gira por Francia y España, «el rock me ha regalado la técnica de la guitarra eléctrica, y me ha permitido entender las dinámicas de estructuras musicales universales. Pero la música es en sí ese universo de elementos. He tratado de llenarme de todas las músicas para construir con criterio con elementos contextuales que sustenten una historia».
Por su parte, Gonzalo Prieto, vocalista de Colectro, agrupación que acaba de finalizar una gira en Londres, a la que precedió una serie de presentaciones en el mítico festival de Glastonbury, en Escocia, cree que «la cuestión del rock siempre ha estado presente, pero con nuestra música queremos hacer bailar al metalero, al rockero pero también al vallenatero, al gringo y al europeo. Nuestros ‘riffs’ son universales, son parte de distintos géneros, pero en esencia somos una banda de roqueros que hace música para bailar», enfatiza.
El pasado ‘metalero’ de Colectro es bien conocido. Mientras que Gonzalo Prieto, Albert ‘el Zurdo’ Palacio y Moisés Vargas, voz, guitarra y bajo, respectivamente, hacían parte de la banda de metal gótico Absalom; Donaldo Barrios, bajista, y Alex Herrera, baterista, lideraban el grupo de jazz contemporáneo Piedras y Palos. Un día decidieron reunirse y experimentar.
«Nacimos en un país caribeño donde desde la infancia es inevitable no escuchar esa musicalidad híbrida que incluye esa herencia africana, y el funk es el género con el que dejamos todo en el escenario para hacer bailar a un público que se sacude al ritmo de un bajo que va en armonía con los latidos del corazón», señala Funkcho Salas, de El Caribefunk.
La versatilidad de los artistas musicales de la región es tal vez única, y la experimentación entre géneros da paso a nuevas sonoridades que hoy recorren al mundo de la mano de Colectro y El Caribefunk, grupos costeños que se suman a las ya reconocidas Bomba Estéreo y Systema Solar.
«Queremos asumir la música folclórica del Caribe colombiano para llevarla a un concepto contemporáneo. No estamos reencauchando canciones ni rescatando clásicos del Caribe o África, no. Hacemos nuestras propias interpretaciones», afirma Gonzalo Prieto, de Colectro.