Cada mañana, mi padre se levantaba diferente. Solo mirando a sus ojos podía saber quién o qué se sentía.
Cuando despertaba mitad lluvia, mitad sol; a mediodía era arcoíris.
Si al despertar era silencio y ruido, sería música en la tarde.
Siempre distinto, pero siempre Él.
Yo prefería cuando amanecía árbol y ala, en la noche sería nido para acunarme y arrullarme.
Un día quitaron un trozo de su cuerpo y arrancaron su virtud. Se volvió ausencia y, poco a poco, se fue para siempre.
Al marcharse, mi padre me dejó sin arcoíris, sin música y sin nido
***
La flor azul vio al pájaro y soñó el vuelo.
Arriba, el cielo abismo, abajo, el espejo del agua dibujaba el infinito.
Un suspiro y la flor dejó la rama.
Sin alas fue imposible alcanzar altura y volando cayó en el frágil cristal del agua.
En el agua no fue pájaro, la flor azul fue barca que la corriente meció y llevó quién sabe a qué horizontes.
En la flor vivían el pájaro y la barca: vivía el viaje.
La flor azul anduvo su camino.
Pájaro o barca, daba igual, sólo importa vivir la plenitud del sueño.
Aldo Méndez.
Narrador cubano invitado al Festival Internacional de Cuenteros ‘El Caribe cuenta’.