Quantcast
Channel: Revistas - Latitud
Viewing all articles
Browse latest Browse all 761

Bolaño, literatura viva Vs. marketing

$
0
0
Domingo, Agosto 20, 2017 - 00:00

Nadie sabe para quién trabaja. El 1 de julio de 2003, Carmen Pérez Vega, que había acompañado al escritor chileno Roberto Bolaño durante sus últimos 6 años de vida, lo vio morir como consecuencia de un fallo hepático. Sin embargo, debido a las responsabilidades legales, Carolina López, su ex esposa y madre de sus dos hijos, fue la encargada de decidir el destino de su obra. Curiosamente, este hecho marcaría una distancia entre el autor chileno y muchos de sus lectores.

En los catorce años siguientes se publicaría una serie de libros que, más que cubrir el espectro de la obra del autor de Los detectives salvajes, ratifican las razones que tuvo el autor para no darlas a conocer en vida. El asunto ha trasegado a territorios insospechados, generando críticas sobre su obra póstuma que desdicen de la grata impresión formada en la lectura de los libros anteriores. Hoy en día, las disputas legales y el chismorreo sentimental entre sus albaceas y editores con la familia del escritor, están a la orden del día. Por ese motivo cabe preguntarse si, a la hora de emitir juicios críticos sobre la trayectoria literaria de Bolaño, vale la pena considerar las nuevas publicaciones como parte integral de un todo, teniendo en cuenta que él nunca estuvo de acuerdo en que salieran a la luz por considerarlas inacabadas.

2

Pero acotemos el asunto. Les sugiero que piensen como si volviéramos en recuerdos a una película querida. Regresemos a las lecturas que alguna vez nos forjaron con acero el alma literaria. Un joven poeta chileno atraviesa con el peso de su biblioteca las fronteras de varios países, para encontrar cierta calma en la Calle Aurora, de Blanes. Y eso fue lo que hizo Bolaño, jugar al detective que regresa a las escenas del crimen de su infancia chilena, para entender que, como dijo en alguna ocasión, “Las posibilidades de ver cómo se corrompe nuestra propia infancia siempre son mayores”. Y así retomar el cuadro poético del cadáver sangrante de su juventud mexicana, hasta llegar con el peso de la prosa a las noches de su madurez en España. Bolaño insistió en resolver un caso eterno, irresoluto, por los representantes del boom latinoamericano, y que en varias décadas de escritura ininterrumpida, lo llevaron a afirmar: “La estructura de mi narrativa está trazada desde hace más de veinte años y allí no entra nada que no se sepa la contraseña”.

Es bien sabido que todas las listas son arbitrarias. No es fácil hacer un recorrido, pues son casi treinta títulos de diversos géneros los que componen la obra actual de Bolaño. Esto, más allá de demostrar la capacidad productiva de su escritura, nos sitúa en el espacio literario de un homo ludens. Un experimentador por excelencia, un jugador en todas sus dimensiones, que va hasta el fin último de las apuestas literarias. Así pues, podemos decir que el chileno apostó a jugarse todo con sus novelas. Entre las que podemos decir que tienen más empeño y riesgo, se encuentran: La pista de hielo (1993), La literatura nazi en América (1996), Estrella distante (1996), Los detectives salvajes (1998), Amuleto (1999), Nocturno de Chile (2000), y la monumental 2666 (2004), obra escrita, hasta el final, en la agonía de su salud.

Más allá de lo que se diga, es claro que con estas novelas el escritor puso un listón alto a los novelistas latinoamericanos  herederos del boom. 

3

Examinemos cómo se configura el fenómeno Bolaño. En esta pesquisa aún resulta oportuno volver al Bolaño que publicó en vida, donde hay novelas que aún respiran por sí mismas. Se acaba el siglo XX, y antes del fin, como en un mal presagio, Los detectives salvajes se alzan con dos premios importantes: Herralde (1998) y Rómulo Gallegos (1999). En el discurso de recepción del premio venezolano, Bolaño hace un apunte borgiano sobre la escritura y más allá de esperar el guiño de un muerto, lo que busca es establecer un límite de cercanía con el listón literario dejado por el escritor argentino: “En realidad muchas pueden ser las patrias de un escritor, a veces la identidad de esta patria depende en grado sumo de aquello que en ese momento está escribiendo. Muchas pueden ser las patrias, se me ocurre ahora, pero uno solo el pasaporte, y ese pasaporte evidentemente es el de la calidad de la escritura. Que no significa escribir bien, porque eso lo puede hacer cualquiera, sino escribir maravillosamente bien, y ni siquiera eso, pues escribir maravillosamente bien también lo puede hacer cualquiera. ¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso”.

Jorge Luis Borges lo había dicho en el prólogo del Libro del buen amor: “Las naciones, como los hombres, cumplen un destino que ignoran”. También él ignoró ser parte de alguna conjura, o de cumplir el destino latinoamericano que Bolaño aceptó, como una bandera de batalla, contra los representantes del boom. Pablo Montoya señala ciertas suspicacias en esta relación literaria: “También hubo quienes pensaron que Borges tenía en Bolaño un continuador formidable. La literatura nazi en América, escrita por el chileno, brota, sin duda, de los primeros cuentos infames del argentino. Pero aquí el émulo se atrevía a dar un paso adelante. Sin ningún arredro, confabulaba su sapiencia literaria con peripecias sexuales bien condimentadas. Y, de alguna manera, entendíamos que si Borges, por esas justificaciones polémicas que plantean que los narradores son los autores mismos, había sido algo así como un impotente sexual, Bolaño aparecía bastante plantado y suficientemente garoso”.

La literatura nazi en América, cuyo tema central es la práctica moral a la usanza de una novela ejemplar, es un texto arquetípico borgiano sobre la bajeza y la crueldad que acompañan las ideologías compartidas por una serie de personajes que conviven entre Europa y América. Estrella distante (quizás la más lograda de estas novelas), se muestra como un nuevo capítulo de este bestiario en el que el testimonio del narrador busca dilucidar la ausencia de certezas sobre un hecho que aparece nublado en medio de la dictadura chilena, las desapariciones forzadas a las que fueron sometidos miles de chilenos durante esta época. Bolaño toma distancia de su maestro y una muestra de ello es el camino que armoniza entre Estrella distante y Amuleto, donde se contempla la posibilidad de repensar una estética del horror que adentra al lector en el juego de la memoria crítica, sacando a flote los desmanes del terrorismo de estado. Bolaño plantea un criterio estético del crimen que reemplaza la moral por la estética del horror en la que la violencia política no tiene idealizaciones, ni intocables, y denuncia al olvido y la irracionalidad de los sistemas policivos y judiciales latinoamericanos. Esta percepción apunta a trocar los planteamientos ideológicos del boom, para buscar unos criterios narrativos que sean más cercanos a nuestra realidad, a esos espacios geográficos tan parecidos a una maldición apocalíptica.

En el destino literario del escritor latinoamericano se escucha el eco de las 370 mujeres marginadas de los archivos municipales al ser condenadas a las fosas comunes. Esta condición reivindicatoria del género reaparece en Amuleto con Auxilio Lacouture, que sale a flote como una perseguidora enfrascada en recordar para sobrevivir. “Yo no puedo olvidar nada. Dicen que este es mi problema”. Autodenominada en plena orfandad como la madre de la poesía mexicana, llega a esta condición luego de aparecer como un personaje secundario en Los detectives salvajes. La narradora se consolida como la memoria de esos muchachos que presenciaron y sobrevivieron a los bruscos cambios de la segunda mitad del siglo veinte en Latinoamérica. Fieles al testimonio literario de la vivencia, al igual que los Beatniks, descubrieron el poder por un extraño e inconcebible milagro festivo, castigando las teclas de sus máquinas de escribir como un acto de regreso a la vida, mientras se burlaban del sueño americano instaurando la contracultura. Roberto Bolaño muestra en sus novelas a poetas, escritores y aspirantes fieles al rito parricida (no serán nunca hijos del boom). A fuerza de traducir con diccionarios bilingües a los poetas eléctricos franceses, también se educan en las lecturas de Baudelaire, Rimbaud, Lautreámont y Marx. Los nuevos escritores latinoamericanos deben replantear el legado ideológico en una estética del horror que configure sus búsquedas y huidas, atisbando, en alguna parte del cielo, un verso desesperado que va de Chile a México, como un grito de horror perdido en el silencio.

Este es el legado poderoso que no se pierde en la obra de Roberto Bolaño, esta es la invitación a leer esta serie de novelas que confirman la solidez de una propuesta y que, en las ediciones después de la muerte del chileno parecen desviarse de la calidad literaria, ante los caprichos del marketing y en pos de buscarle nuevos compradores, aliados de las modas y las sagas interminables. Quizás para comprender a Bolaño haya que remitirse a sus creaciones publicadas en vida, una obra contundente que nos lleva de vuelta a un pasado en el que el escritor chileno era el guardián de su propia obra.

Para septiembre se anuncia la publicación de tres nuevas novelas, al igual que la edición de un libro de cartas en 2018, más cuando se conmemoran quince años de la muerte del escritor chileno y veinte de la publicación de Los detectives salvajes. En el fondo, queda un sinsabor, ese amargo momento luego de una resaca literaria, cuando te levantas solo, al final de una fiesta. Y con la sed que viene con los primeros rayos del sol, te das cuenta de que  algo ha muerto y lo han vapuleado. 

Camilo Morón Castro
sumario: 
¿Puede considerarse la obra del escritor chileno escrita en vida lo mejor de su producción literaria?
No

Viewing all articles
Browse latest Browse all 761

Trending Articles