
Hace algunos días el premio Polaris, el más importante de la música canadiense, le fue otorgado a una artista barranquillera de ascendencia wayuu. Tras ello, más de uno se ha preguntado quién es Lido Pimienta y cuáles han sido los méritos que le acarrearon ese honroso reconocimiento.
Más específicamente el motivo del galardón fue su álbum La Papessa, publicado exclusivamente en plataformas digitales a fines de 2016. En esa misma categoría de Disco del Año se encontraban en competencia nada menos que You Want it Darker, último trabajo del fallecido y legendario Leonard Cohen y Pleasure de Feist, una reconocida cantante pop independiente. Pero finalmente, los canadienses optaron por laurear una producción musical escrita netamente en español y con raíces afrolatinas. El gesto, más allá de reconocer la calidad sonora de las canciones de Lido, puede también ser leído como un espaldarazo al trabajo y la creatividad de los inmigrantes y la población no-caucásica en aquel país.
De cualquier forma, otro detalle a destacar respecto de la carrera de la joven colombiana es que ha sido labrada siguiendo fielmente la filosofía del «hazlo tú mismo». Durante los años que lleva radicada en el exterior (ya más de una década), ha sido autodidacta al momento de escribir, grabar y difundir su material. Incluso hoy sigue siendo su propia mánager y productora. Según ha comentado con algunos medios, decidió tener ella misma siempre la última palabra para conservar su arte lo más genuino posible.
Si revisamos su trayectoria, encontramos que Lido debutó en 2010 con Color EP, y meses más tarde con Color LP, en aquellos comienzos contó con la colaboración de su entonces esposo Michael Ramey, y también padre de su hijo. Desde el arte de la tapa de aquel disco, realizado por ella misma, se nos ofrece un derroche de alegorías al Caribe visto desde los ojos de una joven llena de espontaneidad. Canciones como Mueve y Humano sirvieron de carta de presentación para esta soprano y sus ánimos de experimentar más allá del camino fácil, o el convencional para una artista pop. Su fórmula, que conjugaba letras críticas, aunque optimistas, arreglos vocales de un rango aguerrido y ágiles coreografías, le granjearon una gran popularidad en la escena alternativa del pop iberoamericano durante aquellos años.
Después llegaron las colaboraciones con músicos de todas las latitudes: desde los colombianos Pernett y Cero39, hasta El Remolón y Chancha Vía Circuito (de Argentina), Javiera Mena (de Chile), y la agrupación canadiense de DJ abanderados de la lucha indígena A Tribe Called Red, entre muchos otros.
En los años siguientes se mantuvo activa como artista visual y curadora de arte en Toronto, de igual modo se dedicó a la crianza de su pequeño hijo, tomando esos dos asuntos como prioritarios en ese momento de su vida. Tales decisiones tuvieron como consecuencia que transcurrieran por lo menos seis años hasta que nuevamente publicara un álbum propio.
Pero la espera definitivamente valió la pena. En La Papessa, Lido no solo vuelve a desplegar un manejo excepcional de su voz, lleno de matices y potencia, sino que retoma aún con más firmeza su interés en la militancia de causas sociales y asuntos que conmueven y preocupan desde su posición en el mundo. Es así como se anima a reivindicar derechos de la naturaleza en canciones como Agua, y entrega canciones como La capacidad, que ella misma ha reconocido como un himno feminista que compuso tras haber estado en una relación de pareja abusiva. En ese tema, la acompañan Diana Pereira (representante de la música afro nacional) y Las Acevedo (de República Dominicana). También es destacable la participación de la gran Andrea Echeverri en En un minuto, y la expresa dedicatoria de Al unísono viaja a todos los pueblos aborígenes de este continente.
Queda claro que la barranquillera decide no escoger temáticas ingenuas o superficiales al momento de inspirarse. Esto mismo sucede con respecto de la instrumentación de sus creaciones; a falta de batería, con frecuencia usa la caja vallenata, o tambora y maracas, y a falta de trompetas, clarinetes. En todo caso ha confesado antes que le da preponderancia al sentimiento de las presentaciones en vivo, que es eso lo que en realidad la apasiona, y su destreza felina sobre las tarimas da cuenta de aquella predilección. Lo suyo es el contacto con las reacciones del público, la adrenalina de estar a cargo de un show y a su vez transmitir un mensaje. Algunos se atreven a comparar el estilo aguerrido y políticamente picante de Lido Pimienta con el de M.I.A., cantante británica con ascendencia en Sri Lanka, aunque a nivel musical la colombiana esté más abocada a lo lírico que al hip hop.
Acerca del proceso de gestación de La Papessa, su autora comentó que recibió un estímulo de financiamiento por parte del Consulado de Artes de Ontario, y que esperó a tener una banda de músicos que entendieran y respetaran su voz y su carácter. También define la intención de esta producción como la de «dar una guerra con amor».
Si bien se han suscitado reacciones alrededor del nombre de la placa, que hace alusión directa a lo sagrado-femenino, tan franca como suele ser, la compositora ha mencionado en recientes declaraciones que para ella amamantar a su hijo es un ritual espiritual más importante que una lectura de tarot o una sesión de yoga.
Cada una de las actuaciones descritas han dibujado su recorrido por la escena musical global, catapultándola como una de las líderes más prominentes del movimiento alter-latino, ese que busca, más allá de hacer bailar a sus oyentes, generar reflexión en torno a asuntos como el racismo y el activismo por diversas causas sociales propias de esta región.
Habiendo revisado en detalle la propuesta sonora y conceptual de Lido Pimienta, no cabe duda de lo que una cantautora como ella ha aportado a la movida independiente canadiense, además de la caribeña, e hispana a nivel general. El premio Polaris a La Papessa deja entonces de sorprendernos para llenarnos de orgullo y agradecimiento a la artista por haber tenido la valentía de seguir sus ideales, de optar por no cantar en inglés, de rendir tributo a lo ancestral y preocuparse por asuntos ecológicos y cuestiones de género en lugar de simplemente buscar pegar un hit a como dé lugar.
Ahora lo importante vendría a ser no perderle la pista a esta chica costeña de vestimenta brillante y cabellos enmarañados, que hace poco anunció que su próximo álbum se titulará Miss Colombia, y que estará fuertemente influenciado por el reguetón, aunque por supuesto, producido a su manera.
*Periodista barranquillera radicada en Argentina.